-Día 26-

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Era lunes por la mañana, Samuel sentía las lagrimas secas en su rostro. Guillermo había terminado abrazando a Samuel del torso y Zeus en medio de ellos dos, así como en los viejos tiempos, cuando Zeus era apenas un bebé. Porque ellos había sido sus padres desde el momento que salió del hospital en brazos de la hermana de Guillermo. ¿Enserio se atrevería a abandonarlos? ¿En verdad estaba tan enamorado de Estefanía como decía estarlo? ¿Había luchado tanto para solo dejarlo caer sus manos y hacerlo añicos? ¿Estaba decidió a firma esos papeles? 


Los dejo dormir, habían pasado por tantos altibajos que se hacia una idea de el daño emocional que estarían sufriendo estos últimos días.  A veces se sentía culpable por lo que  sentía, sentía que engañaba a Guillermo de todas las formas posibles, porque quería demostrarle que en el fondo, todavía lo amaba pero después ese amor  y cariño se lo regalaba a Estefanía y ella lo convertía en un deseo sexual.  


Amaba a su hijo, tanto que soportaba la inquietud que le causaba tener que besar, abrazar y querer a Guillermo en frente de los ojos de Zeus. No tenia idea si lo hacia por Zeus o por él mismo. Ya no sabia que sentía.  


No tenia ninguna intensión de odiar a nadie, ni siquiera a Estefanía quien había sacrificado la vida de un pequeño inocente, su hijo propio, a la de ella. Sinceramente prefería la del bebé pero ya era muy tarde y él no decidía sobre el cuerpo de Estefanía.  


Sentía como si todo su cuerpo se fuera a desplomar en cualquier momento, sus sentimientos lo estaban afectado mucho. La culpa, eso era lo que lo estaba literalmente matando. Por su culpa Guillermo tal vez estaría a días de su muerte y solo estaba luchando cada segundo de su vida y daba cada calada de aire por Zeus, no por él.  


Acomodo su playera, se vio al espejo de cuerpo completo. Ya no se reconocía, parecía otra persona, distante a todo lo que era antes, al Samuel que existía años atrás que estaba arrasándose de amor por Guillermo. Parecía exagerado pero así estaba tiempo atrás, Guillermo no había sido alguien muy fácil de conquistar.  


Las gotas de su cabello mojado caían por su rostro, las limpio y seco su cabello pasando una toalla sobre el. Era muy temprano, las calles todavía estaban obscuras, tal vez era el cambio de estación, tal vez, él ya no pudo conciliar el sueño y ya muy poco le importaba el tiempo.  


Preparo el desayuno y lo dejo en la mesa con una pequeña nota y después salió hacia su trabajo. Zeus despertaría con un dolor de cabeza horrible, decidió no llevarlo a la escuela, le habían recomendado reposo. 


A su teléfono le llegaban miles de mensajes, llamadas perdidas y mensajes de voz, no necesariamente de su madre. Eran todas de Estefanía y la culpa que cargaba. Aun cuando Samuel le había alzado la voz y le hubiese dicho tal cosa, ella seguía con esa obsesión de mantenerlo a su lado, constase lo que costase. Pero era obsesión, no amor. Hizo caso omiso a cualquier cosa que ella dijese pero de una u otra forma, tendrían que hablar y arreglar sus problemas. Samuel podía personarla, de cualquier cosas pero Zeus era intocable, no le permitiría eso a Estefanía, de cierta forma no la perdonaría del todo pero ella ya se estaba convirtiendo, prácticamente en su esposa. No quería el divorcio para librarse de Guillermo. Así, al menos, no lo pensaba.  


La salud de su familia iba de mal en peor, Guillermo luchaba él solo con una enfermedad de la que Samuel, no tenia conocimiento, el simple hecho de pensar en la posibilidad de que Guillermo se fuese, le causaba gran terror. Y ahí estaba la polémica entre si dejarlo o seguir luchando por algo que tal vez se había acabado ya hace tiempo.  

Un Mes. -Wigetta. Where stories live. Discover now