Cap.2. Realidad o mentira

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Martes 26 de septiembre.

Despertar, levantarme y arreglarme, desayunar, lavar mis dientes y peinar mi cabello, salir de mi casa y esperar un pequeño bus que me llevara a la escuela. ¡Oh terrible escuela!

Mi nombre, Luciana Strul, estudiante, amante de la literatura, la fotografía y las caminatas largas por la cuidad desenfrenada y caótica en la que vivo y he vivido toda mi vida con mis padres y mi hermana Lisa, la menor, la consentida de mis padres, la bebe del hogar; mientras yo, yo era el ejemplo a seguir de mi pequeña hermana.

Cuantos años tengo, no importa mucho eso, solo se que desde los nueve, vivo apasionada por temas mitológicos, temas terroríficos y cosas que ni yo, ni la ciencia pueden explicar.

El lugar donde vivo no influye mucho, incluso muchas veces siento que no encajo en la sociedad, soy como lo inexplicable, lo incomprensible, lo diferente.

-¡Luciana, despierta, concéntrate en la clase!

Escuche a lo lejos mientras despertaba de un sueño, perdida en la clase. Era mi profesor, gritando como siempre cuando me distraía en su charla matutina, pero fue interrumpido por una particular música que suena en un parlante cerca al tablero del salón.

La vida, me ha enseñado que lo único que tengo en realidad, es a mi misma y mis pensamientos desenfrenados, camino de regreso a mi casa escuchando una de mis canciones favoritas.

🎶 Sweet dreams are made of this, who am I to disagree? I travel the world...

He pensado, muchas veces que esa canción tiene algo místico; caminar, caminar, exhalar y hasta bailar, todo un camino y una rutina para llegar a mi casa, pero, ¿qué me esperaba al llegar siempre a una casa vacía? Mis padres trabajaban y mi hermana nunca está.

Al llegar a casa lo primero que hago siempre es recoger el correo, he pensado que el trabajo de cartero debe ser demasiado aburrido, paso por la cocina y encuentro un plato con comida .

- ¡Por fin mi mamá hizo algo de comer que a mi me gusta!

Gritaba al rededor de la cocina mientras calentaba en el microondas.

Los langostinos se veían perfectos y mientras comía y escuchaba música, revisaba las cartas y recibos que llegaron el día de hoy.

Pero algo particular tenía el correo, un sobre blanco, fechado con la hora exacta que vi hace dos segundos en mi celular: 4:15 p.m. Tenía mi nombre en la parte de atrás, estaba cerrado con una pasta roja y un símbolo pequeño:

£

Sin pensarlo, lo destape con un cuchillo pequeño que vi en la cocina, abrí la carta y sin mucho afán,subí las escaleras hacia mi habitación, la carta decía:

26 de septiembre
4:15 p.m.

Querida Luciana.

Vivir o morir, respirar o sentir, caminar o llorar, tu debes elegir.

Soy sombra, soy historia, soy miedo y hasta vida si así lo tomas. Soy ángel o tal vez demonio, soy tu miedo o tal vez, solo tal vez la respuesta a tus pliegos.

Mira bien pequeña niña, analiza cada segundo de estos días, revisa tu ausencia y comprende tu miedo.

Querida Luciana, solo espera...

Lentamente deje caer la carta al piso de mi habitación y un pequeño mareo invadió mi ser y hasta mi visión se comenzó a perder, sentía como de un momento a otro mi cuarto giraba, pero básicamente era yo la que lo hacia, al mirar de reojo al espejo, era yo la que giraba sin razón, por eso me sentía mareada. Caí.

Al despertar habían pasado dos horas aproximadamente: 6:15 p.m.

-Mis papas ya debieron haber llegado, pensé sin afán.

Me levante tan lentamente, que llegue a pensar que los músculos no me estaban respondiendo. Mire hacia abajo, el papel de la carta estaba ahí, lo levante, pero, ¡ese pero, me llego a poner nerviosa! la hoja, comenzó a ponerse negra, negra como aquella noche que ya se pronunciaba.

-Luciana, baja a comer.

Escuche a mi madre que había llegado, solté el papel asqueada, pero al mirar en el piso la hoja estaba blanca, ni letras, ni color negro

- ¡Luciana, que bajes ya!, por el amor de Dios, cuando vas a aprender que cuando lo digo la primera vez quiero que lo hagas en el instante.

Baje rápido las escaleras, estaban sentados en la mesa del comedor, mi madre, mi padre y mi hermana, cada uno acomodado en la silla que le correspondía en un gran comedor para seis personas. Me senté, tome el tenedor y me quede quieta, inmóvil a lo que estaba viendo al frente mío.

- Luciana, estas bien, estas pálida.
Me decía mi hermana

No podía responder, veía al frente mío, en la sala, como uno de los amados cuadros de mi mamá se movían de un lado al otro, como si estuviera temblando, como si lo estuviera moviendo. Palidecí, más de que lo que ya estaba, solté el tenedor y este hizo un gran ruido en el piso.

- Luciana, ¿qué te está pasando?, niña responde, ¿ qué tanto vez hacia el frente, parece que estuvieras viendo un fantasma?

No respondí y en verdad no era porque no quisiera, era porque no podía, una fuerza en mi pecho y en mi garganta, me negaba hacerlo. Comencé a llorar y simplemente corrí de nuevo a mi habitación, mientras escuchaba a mi mamá, mi hermana y mi papá gritar mi nombre mientras volvía a desvanecerme llegando a la puerta de mi habitación.

Creo que dure tres minutos desmayada y al despertar, estaba metida en mi cama, al lado estaba mi hermana quien me ponía paños de agua fría en mi frente como si tuviera fiebre.

- Qué te está pasando Lu, estas bien, parece como si estuvieras viendo espíritus o brujas en cada esquina.

Me dijo mi hermana mientras me sentaba.

- Lisa, te puedo contar algo, en verdad necesito confiarte algo.

Lisa afirmó con la cabeza, se sentó a mi lado y me dijo que comenzará.

- Hoy recibí una carta, no tenía remitente pero tenía mi nombre y se que la podría abrir, al mirarla comencé a leerla, no entendí mucho lo que decía y hasta pensé que era una broma de alguien del colegio, pero no, la carta comenzó a hacerse negra.

NEGRA Lisa, NEGRA.

Se comenzó a reír.

- Luci estas bien... Jaja por favor deja de ver tanto The Walking Dead, que estupidez estas diciendo. Deberías dormir un rato.

Lisa se levanto de la cama, me dio un beso en la mejilla y salió caminando mientras una sombra negra la seguía, quise gritar, pero en el momento en que lo intente, la luz se apago.

¡Se apago!

De miedoWhere stories live. Discover now