Capítulo 1: Dulce Diagnóstico.

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Llevaba yo tiempo sintiendo un dolor fuerte en las extremidades. Mi piel blanca estaba curtida. Tosía sangre, esa fue la alerta roja (literalmente) que gritaba "¡ve al médico!". Por supuesto yo era muy terca cómo para verme con un doctor. ¿Razones? Pues sencillamente, el auto está viejo y la clínica queda lejos, el hospital más cercano es un desastre y no quiero contagiarme de tifus o algo...no creo en los doctores. Pero ya pues...siendo franca... No le he dicho a mis padres que estoy tosiendo sangre. Estoy precisamente en el baño, pensando en cómo deshacerme de la evidencia. El lavamanos está rojo. ¿Cómo voy a explicarlo? Por si no fuera poco, mi molesta hermana menor me toca la puerta porque lleva rato con urgencia.

- ¡Max! Necesito ir al baño con URGENCIA.

- ¿Quién es "Urgencia"?

- No es gracioso, Max.

- "Gracioso" es tu otro amigo.

- MAX HABLO EN SERIO.

- ¿"Serio"? Ese es el idioma que hablan en Siria, ¿no?

- SI NO SALES YA POR ESA TONTA PUERTA VOY A HACER LO QUE TENGA QUE HACER EN TU CUARTO.

Mi cuarto no tiene baño.

- YA SALGO - Exclamo con nervios.

Abro la puerta. Mi hermana Bea entra apresurada al baño. Yo estoy temblando.

- ¡Ajá!- dice Bea - Estabas comiendo en el baño.

- No...

- ¿Entonces por qué hay mermelada de fresa en el lavamanos?

Segundos después se oye el grito agudo de mi hermana. Mis padres llegan.

- ¿¡Qué diablos pasó?! - Pregunta mi padre.

- Nada. -digo fingiendo que mi hermana no grita en el baño.

Inmediatamente todo está oscuro.

De pronto empiezo a ver estrellitas. Entran bailando unos conejos rosaditos. Unos zapatos caminan cerca con mucho glamour. Luego llega una figura humana...pero plana y se mueve cómo loca. Mi hermana está bailando una danza hawaiana. Todo se llena de agua. Un monton de piedras se llevan a mi hermana y a los conejos. Llega un personaje de videojuegos y me amenaza con su pistola y dispara.

Me he desmayado. Despierto en el hospital. Estoy enyesada de un dedo, mi dedo derecho, y no. No soy zurda.

- ¡Se me partió el dedo meñique! ¡Qué rayos!

Entra el doctor. Es un hombre seguramente aburrido. Un solterón de seguro, no lleva el anillo. Perdonen si soy muy observadora.

- Maximilian Andrea Morte Austen...- dice checando su libreta.- 19 años, pesa 50 kilos con una altura de 1.65. Eso es alarmante.

- Bueno, doctor, parece que usted vino acá para insultarme y llamarme raquítica. Antes era gordita y también se alarmaban. Qué exagerada es la gente. Metiéndose en asuntos que no le im...

- Cállese. - Dice mi madre que está sentada a mi lado.

El doctor continúa:

- Lo lamento...pero tienes...Leucemia.

- Ah, pero eso no es tan grave. Selena Gomez tiene leucemia y aún así da conciertos.

- No, querida - dice mi madre - Selena Gomez tiene LUPUS.

- Ah... Bueno. Es casi lo mismo, ¿no?

- Señorita Maximilian... Usted tiene cáncer. Terminal. No se va a curar.

- ¿¡Qué?!

- Lamento decirle que le queda un año de vida aproximadamente. Las quimio no servirán de nada.

- No puede ser - lloro y me llevo una mano al pecho - Me voy a morir...

Y literal. Me voy a morir.

- Un momento, ¿qué tiene que ver mi meñique con todo esto? No me diga que es cáncer de huesos...

- No. Es de sangre. Y pasó que usted se desmayó y todo su peso cayó sobre su meñique.

- Ah ya. ¿Entonces cuándo voy a morir?

Mi hermana Bea de la nada está hablando a mi lado izquierdo parada junto a mi padre, estaban tan tranquilos que no noté su presencia:

- En un año, tonta, ya te lo dijo. También tienes Alzheimer.

- No recuerdo haberte preguntado.

De repente hay un silencio en el cuarto. Mi familia rompe a llorar. Menuda bola de locos, no me están animando en lo absoluto. El doctor está parado sin saber qué hacer o decir.

- ¿No tiene otros pacientes qué atender? - le pregunto.

- Estoy aquí acompañandola a usted en su dolor.

- ¿Cuál dolor?

- El de su inevitable...

- ¿Muerte? -completo la frase. El doctor casi se impacta al oír esa palabra. - Mire, doctor, gracias por todo...

(Y me acabo de dar cuenta de que le dije gracias por decirme que me voy a morir).

- Pero la verdad no siento ninguna angustia. Lo único que me duele es el dedo. Y espero tenerlo arreglado en menos de un año para morir con todos mis huesos juntos. Quiero irme a casa, si no es una molestia...

- No es una molestia que se quede en el hospital.- dice el médico.

- Ya sé por qué está soltero.

Mi mamá se horroriza y me corrige.

- Para mí es una molestia- digo a pesar de que mi madre me riñe- tener que estar aquí. Por favor. Llévenme a casa o tomaré un taxi.

Me llevan a casa. Antes de entrar, Agnes, la vecina chismosa de 60 años recién cumplidos que siempre está fuera de su casa regando las plantas.

- ¿Cómo está, señora Agnes?- la saludo.

La señora empieza a gritar alzando las manos hacia el cielo.

- GRACIAS A DIOS CON SALUD Y VIVA, FELIZ PORQUE ESTOY SANA Y AQUÍ EN ESTA QUERIDA TIERRA.

Yo me río. Mi madre me hubiera pellizcado de no ser porque estoy adolorida.

Llego a mi cuarto. Medito a solas... Mi familia debe de pensar que estoy llorando amargamente. Yo cojo mi celular y pongo mi lista de reproducción de canciones favorita, una ochentosa hacia los 2000s. Y empiezo a bailar cómo una diva. Feliz cómo lombriz. Tengo un año. Un año para gastarlo cómo un millón de dólares. Debo aclarar una cosa, soy agnóstica. No sé si exista Dios ni me preocupa mucho. No creo que haya una segunda vida. Y en lo personal creo que soy una muy buena persona. Incluso podría decir que soy un ángel bajado del cielo más que una santa. Siempre le tuve miedo a la muerte y al dolor. Pero hay de pronto algo en mí que me dice...si me queda un año voy a usarlo cómo me de la gana. Nada puede salir mal, ¿verdad?

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⏰ Última atualização: Sep 08, 2022 ⏰

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Tú También vas a Morir - Isabel BazóOnde as histórias ganham vida. Descobre agora