ᗰOᖇᘜᑌᗴ

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El sueño le invadió una noche más, habían pasado sólo 2 años desde la muerte de su amada Polo, 2 años en los cuales todo iba peor y ahorraba todo lo que podía para irse al país enemigo, Estados Unidos, le dolía irse de su amado hogar, el cual le dió tantas cosas y más que todo a su fallecida pareja, pero sus hijos también merecían un futuro lejos de la guerra, incluso si no podía llevar a casi todos con él, porque ese era el caso, sus suegros le dieron la opción de llevarse a uno de sus hijos para minimizar su carga y ellos se quedarían con el resto; la verdad odiaba la idea de ello, por eso trabajaba doble turno, para tenerlos a todos con él o por lo menos darles una educación en el extranjero fuera del conflicto.
Nuevamente se encontraba dormido sobre su escritorio, había pasado 2 semanas en vela y apenas en ese instante había descansado, como siempre eso no le duró de a mucho, golpearon ferozmente la puerta de ese lugar lleno de cadáveres, esto hizo a URSS pegar un leve salto y autorizar la entrada mientras arreglaba sus lentes al igual que su cabello. Vió a un oficial recurrente entrar con otro cadáver >>Genial, otro más<<  Pensó al verle, se levantó lentamente y firmó aquellos papeles que siempre le entregaban, despidió al oficial para luego dejar el cuerpo en un sitio que no fuera la entrada del lugar; buscó todo lo que necesitaba para empezar el proceso de autopsia, no sin antes bajar el cierre de aquella bolsa negra y notar que era un hombre pelirrojo, se veía joven pero según los registros aproximaba una edad de 32 o 33 años, su edad en pocas palabras.

Con sus utensilios ya en una mesa esterilizada empezó a remover por completo la bolsa, al no haber salido por mucho tiempo lo hizo susceptible a cualquier resfriado mínimo, sin evitarlo se volteó de espaldas para estornudar en el interior de su brazo, <<Salud>> logró escuchar, por reflejo dijo gracias pero sabiendo que estaba solo lo regresó a la realidad, agarró un gran palo que servía para trancar la puerta en las noches y revisó el lugar hasta nuevamente llegar al cadáver reciente, lo miró por varios segundos notando que no tenía el típico color blanquecino en su piel, acercó una de sus manos a la yugular de su cuello y afirmativamente estaba vivo, ese hombre estaba vivo; alzó el trozo de madera determinado a enterrarlo en ese supuesto cadáver dando la reacción que esperaba, el hombre abrió muy levemente sus ojos y con miedo salió del resto de la bolsa casi corriendo.

— H-hey, tranquilizate, yo no vine aquí a fingir ser un muerto ¿Está bien? S-sólo baja eso y hablaremos — Pronunció en pánico aquel hombre que a su parecer era algo bajo de estatura y que poseía un acento alemán.

— Habla, no tengo todo el día o noche o lo que sea allá afuera — De brazos cruzados y con sus notables ojeras se sentó detrás de su escritorio siendo seguido por el hombre más bajo que se sentó encima del escritorio, URSS sólo alzó una ceja algo confundido por su comportamiento pero decidió ignorar eso.

— Yo soy Third, vengo de la frontera de Alemania con Stalingrado, se supone que debería de estar muerto, pero fingí que alguien me había disparado para que nadie me matara de verdad. — Dijo con normalidad dejando un poco extrañado al pelirrojo que con un ademán le pidió que continuara.
— En realidad, me iban a matar por ser un infiltrado en un grupo neonazi que se formó en Berlín, los neonazis son malditos locos que siguen con las doctrinas de Hitler y sin control son potencialmente peligrosos, supieron que yo no era exactamente lo que debería de ser y tuve que tomar medidas para no morir. — Terminó mientras se rascaba un poco la barbilla esperando una respuesta del contrario.

— ¿A qué te refieres exactamente con que "no eras lo que deberías de ser"?. — Preguntó muy levemente curioso sólo para seguir la conversación y evitar caer nuevamente en el reino de los sueños.

— Hmm, no sé cómo explicartelo, pero lo más fácil es que yo pues no pertenezco a ninguna religión, se les dice ateos o algo así, eso uno y dos pues, la verdad no es algo con lo que quisiera lidiar si eres un conservador pero, soy homosexual, en si soy marica. — No se sentía la típica incomodidad al hablar sobre ello, era un padre, lidiar con asuntos incluso más complejos siempre había sido su deber, URSS sólo alzó las cejas con leve sorpresa lo cual fue bastante nuevo para el alemán quién no se esperó esa reacción tan calma.
— No vas a.. ya sabes, decirme que soy un asqueroso o ¿Algo así?.

— ¿Debería? Soy padre así que aceptar que con algo así me salgan mis hijos me ha mentalizado bastante, además, todos somos libres de querer a nuestra voluntad y no por eso es un pecado o un crímen. — Mencionó relajado con su típico tono neutral mientras guardaba sus gafas en un pequeño estuche para descansar sus ojos un poco.

— Nunca pensé que los padres soviéticos fueran tan flexibles. — Se exaltó un poco por aquellas palabras acercándose un poco más al pelirrojo.

— No lo son, pero me crié tanto tiempo solo que ya tengo mi visión propia del mundo desde hace mucho tiempo, incluso los estadounidenses siguen los mismos pasos conservadores y lo creen algo malo, te aseguro que no diré ninguna palabra al respecto, no quiero verte nuevamente aquí esta vez sin vida. — Con cansancio se levantó de su escritorio llendo por su maletín para al fin regresar a su hogar por al menos 8 horas.

— ¿A dónde vas?.

— A mi hogar, ni loco me quedaría a vivir aquí, muchos muertos me están convirtiendo en uno. — El alemán no pudo evitar reír un poco por aquel mal chiste lo cual hizo a URSS esbozar un muy pequeña sonrisa.

— No quisiera molestarte, pero, ¿Hay algún lugar en el que pueda quedarme? No quiero terminar como tú y no está en mis planes que me deporten como ilegal. — Alegó mientras hacía un pequeño ademán con su diestra.

— Andando.

— ¿Eh?.

— Te tendré en mi casa hasta que puedas conseguir un documento falso, pero tendrás que ayudarme en mi trabajo, eso es todo lo que quiero a cambio. — Exhaló algo fuerte reclamando a sí mismo lo que acababa de decir, era muy solidario que lo odiaba.

— ¿Estás seguro? A penas nos conocimos hace relativamente 20 minutos.

— Tómalo o déjalo, te estoy dando una salida, pero es tu decisión. — Abrió con lentitud la puerta siendo sorprendido por el abrazo del más bajo, >>¿Todos los alemanes son tan pequeños?<< Se cuestionó mentalmente y apartó al alemán de su cuerpo.

— Gracias, por cierto ¿Cuál es tu nombre? Te dije el mío pero nunca me dijiste el tuyo.

— Soy Union, pero me suelen decir URSS. — Salió de aquel lugar de pesadillas en el que trabajaba junto con su nuevo acompañante.

— Un gusto URSS.

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