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La luz de un nuevo día aparecía lentamente y un pelirrojo lo veía ascender mientras terminaba de uniformarse, la chica desconocida se había retirado un poco antes, claramente él la ayudó a irse al igual que orientarse hacia su hogar; preparó un simple café para su madre y seguido retirarse hacia la escuela, no sería un día interesante, si quiera podría decirse que eran diferentes uno del otro, todos los días eran iguales.
Se sentó en su puesto de siempre mirando hacia el blanco de la nieve mientras esperaba al profesor al igual que sus compañeros; tardó un poco más de lo esperado pero el profesor logró llegar pese a la tormenta, entró junto con una chica albina que de inmediato él supo su identidad, no dijo nada ni expresó nada, simplemente observó a otro lado sin interés prefiriendo ver a las liebres correr hacia sus madrigueras por la nevada de cada mañana, por un momento se desconcentró al sentir una mano agarrar su hombro con timidez siendo la chica albina que señaló al pupitre de al lado sin mirarle, él sólo asintió sin mucha complicación dirigiendo su mirada al frente.
La mañana fue más bullosa que las anteriores,¿Porqué? Era simple, una chica bonita en una escuela era motivo de revuelo por parte de los hombres quienes como su sombra la seguían, la asustaban bastante cuando  simplemente quería ir hacia el pelirrojo para tener su compañía, lo logró varias veces y en esas varias veces otros chicos lo molestaban ¿No podría tener un momento de paz con él? Era muy lógico que la respuesta era un no definitivo, al menos si seguía en la escuela.

El final de las clases llegó como una bendición para la albina cuyo nombre es Pole North, al menos así la presentaron, su nombre en realidad se decía Polo Norte, pero no lo reprochó en su momento porque no quería llamar la atención; con sigilo escapó de las miradas acosadoras de sus compañeros y alcanzó a zancadas al pelirrojo que justamente lo vió llegar dejándole un sonrojo al mirar a sus ojos miel, de verdad eran tan fríos para ser de un color tan alegre. Lo acompañó todo el recorrido entablando una leve conversación con él que afortunadamente iba por buen camino e incluso tomó el valor de preguntarle si podría quedarse en su hogar para adelantar cuadernos a lo cual aceptó, no sabía dónde había quedado su yo tímida, pero le gustaba un poco ese cambio. Sinceramente no sabía porque le tenía confianza a alguien que a penas conoció una noche, tal vez porque en vez de dejarla morir por la hipotermia la acogió pese a que era una extraña.

Salió de sus pensamientos al sentir aquella mirada color miel, aunque en su mente los veía como ojos color sol; su nerviosismo surgió tan pronto se dió de cuenta que lo miraba fijamente, agachó el rostro siguiendo con sus deberes escolares dejando de sentir aquella mirada algo que fue un alivio para ambos, después de todo no es como si fuera agradable que dos personas se miren fijamente como si fuera una guerra sin palabras, pero que se podría esperar de un pelirrojo el cual es el silencio mismo y una albina tímida al igual que habladora que misteriosamente se quedó sin palabras.
Después de un silencio totalitario el pelirrojo se levantó al escuchar unos pasos ligeros, sabía que se trataba de su madre y con una sonrisa pequeña pero hermosa de admirar la saludó con un abrazo, re- calentó aquel café que le había hecho en la mañana y se lo dió en una taza pequeña casi como si fuera de té; la atendió como si fuera una reina de verdad ante los ojos azules de Polo que pese a no poder ver la sonrisa de su "amigo" podía notar el cambio de ambiente tan drástico como si fuera así siempre.

— ¿Cómo has estado mamá? Supongo que él abuelo está mejor, tienes ese brillo cuando algo bueno sucede.- Supuso el de ojos miel hablando como si aquel chico silencioso ya no existiese, como si fuera otra persona.

— Está mejorando más rápido de lo que se podría esperar y yo, bueno el trabajo está siendo menos pesado que las anteriores semanas, si consigo hacer todo a tiempo tendré más tiempo para ti mi sol; además puede que me trasladen a tu escuela.- Sonrió la mujer que con suavidad acarició la mejilla de su hijo, aparentaba unos 35 años pero parecía incluso más joven, aunque no poseía los ojos miel de su hijo, tal vez había sido por parte de su padre.

— Es excelente mamá, pero no te esfuerces tanto, no quiero que te vuelvas a enfermar como aquella vez, tómatelo con calma.- Sugirió con suavidad y cariño, el corazón de Polo quedó estático al escucharlo, sus mejillas se tiñeron de rosa, le parecía totalmente irreal.

— Tú sabes que siempre te haré caso mi solecito, iré a dormir un poco, gracias por el café mi niño grande.- Besó la mejilla del pelirrojo para luego retirarse a su habitación mientras que él se dirigía nuevamente a la habitación, se sentó rápidamente donde estaba antes disimulando lo mejor que podía.

El silencio volvió a reinar allí como si la anterior atmósfera no hubiera existido, como si lo que había visto previamente solo era un sueño; con el corazón en la mano la albina subió su mirada hacia el pelirrojo formulando una palabra al fin.

— Y-yo, yo me llamo Polo, no Pole.- Respiró profundo lo más disimulado posible aunque su seguridad se fue por la borda al ver que los ojos de él se posaron sobre ella.

— Yo me llamo Union, me dicen Urss.- Respondió el pelirrojo sin mucho problema como si no fuera nada dejando un tono indiferente en su voz.

— ¿Porqué me ayudaste anoche?.- Preguntó lo mejor que pudo sin enfrentar esos ojos color sol que le intimidan.

— ¿Porqué no debería de hacerlo? No soy tan inhumano como para dejar a alguien en la nieve para que muera, ni siquiera un animal se merece morir así.- Su indiferencia seguía presente pero no se podía esperar más de él, pese a ello ya era un avance hacerlo hablar un poco.

No hubieron tantos intercambios de palabras, pese a ello la incomodidad ya no estaba en el ambiente y Polo por primera vez obtuvo al menos alguien con quien poder charlar, tal vez, un amigo de verdad.

❆ᑕOᒪᗪ❆Where stories live. Discover now