TᗴᖇᑕØ

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Sus nudillos se volvían más tensos dejando un color amarillo en ellos, veía al frente con asco dejando ver el fuego interior de esos ojos miel que aparentan ser fríos y sin sentimientos, ¿Estaba enfurecido? Que pregunta tan estúpida, se veía en cada centímetro de su cuerpo que claramente lo estaba, mientras caminaba a paso firme con una postura recta pero amenazante.
Con fuerza abrió la puerta sin importarle si era invitado o no, vió con recelo los ojos del hombre enfrente de él esperando alguna respuesta.

- Si no eres capaz de aceptar lo que te di solo reafirmas mi percepción hacia ti, mocoso.- Dijo el hombre sin interés alguno revisando unos papeles en su escritorio.

- Y si usted hiciera un buen trabajo yo no estaría aquí con la mala intención de lastimarlo.- Respondió el adulto joven con aquel tono que helaría la sangre de cualquiera.

- Si tanto te molesta que no aprecie tu esfuerzo como futuro doctor y que tenga mis preferencias medidas no hubieras estudiado aquí, ahora sí me disculpas, iré a vigilar a tus compañeras.- Se levantó con una sonrisa juguetona en su rostro con la intención de irse.

- Un placer haber hablado con usted.- Murmuró el pelirrojo para luego arremeter contra su maestro con un golpe justo en su nariz pero sin romperle el tabique.

Se había esforzado tantos años en estudiar medicina y varios más para especializarse en medicina legal y forense, estaba arto de no poderse graduar gracias a su profesor que era un perverso sin remedio, le faltaba literalmente tan poco que era absurdo pensar en ello, pero no podía hacer nada más, simplemente desquitarse con él lo más que pudiera antes de que alguien se diera cuenta. Caminó hacia la salida de su universidad, recorrió vagamente las calles de Moscú buscando con su mirada a su futura esposa, que, como siempre quiso darle un susto el cual no consiguió terminando en un cálido abrazo.

- Algún día lo lograré.- Sonrió radiante Polo hacia el pelirrojo que emitió una pequeña sonrisa.

- Siempre y cuando sea verdad, ahí estaré cuando lo logres.- Mencionó con algo de burla para quitar ese sentimiento de enojo hacia su maestro

- Tonto, ¿Cómo te fue con tu maestro? ¿Aceptó tu trabajo? Espero que sí, por lo menos podrías empezar a ejercer tu profesión.- Preguntó con algo de ilusión pero no recibió respuesta hasta unos minutos luego.

- No, simplemente no le importó, pero intentaré con algún otro maestro, trabajar en cualquier cosa ahora es un suicidio y más si ya escasea la comida, simplemente quiero mi diploma, necesito trabajar.- Respondió el oji miel mirando a un punto inexistente y con un tono sumamente inexpresivo.

- Tienes razón, por lo menos inténtalo otra vez hoy, sé que lo lograrás.- Sonrió depositando un pequeño beso en la mejilla de su novio.
- Nos vemos en la noche, cuídate.- Se despidió del pelirrojo marchándose primero y luego el antes mencionado.

Vagó un rato en la universidad, a veces acechando a uno que otro profesor que se intimidaba con su sola presencia, nuevamente la frustración volvió a su ser mientras buscaba alguno de sus maestros con su trabajo en la mano, actualmente era tan malditamente difícil conseguir trabajo y más en una nación tan grande con una gran crisis por su forma de gobierno, no quería irse de allí pese a que todo se estuviera llendo al carajo, los americanos nunca aceptarían a un ruso en sus tierras y prefería morir de hambre que abandonar su hogar en esos tiempos.
Suspiró con profundidad dejando de lado esos deprimentes pensamientos y dirigiéndose hacia uno de sus maestros que pudo alcanzar con suerte, no se veía tan alterado como el resto lo cual le daba cierta desconfianza pero no objetó, entregó aquel pulcro trabajo que con esfuerzo había hecho en esos 6 años tan torturadores.

- Joven Union, por lo que veo usted tiene un excelente nivel siendo tan joven, pero el problema es que yo no puedo firmar esto por más que quisiera, no soy su maestro encargado, lo lamento y sé que tiene un gran potencial, quisiera ayudarlo pero no puedo.- Se resignó aquel hombre de traje el cual demostraba total sinceridad.

- Maestro, pese a que no puede firmar quisiera un poco de su ayuda, necesito que me ayude a "convencer" a mi maestro para que firme, sé que no se llevan bien del todo.- Dijo firmemente y con una gran inexpresividad en su rostro, tenía un plan.

- ¿Qué planea joven.- Preguntó curioso el hombre que en su interior se sentía tentado a participar.

- Algo grande maestro, algo grande.

La tarde se posó sobre aquel edificio público dejando las sombras maldadosas de un joven estudiante y un hombre ya algo mayor, acechaban con sigilo a alguien en específico tratando de ver la oportunidad para actuar. El hombre entró a su oficina y de inmediato aprovecharon aquella oportunidad, el pelirrojo cubrió la cabeza de este con una bolsa negra mientras que el más viejo noqueó a su compañero; con una cuerda empezaron a atarlo en su respectiva silla esperando su pronto despierte.

- ¡¿Qué demonios están haciendo ustedes dos?!.- Gritó alarmado tratando de sacarse de esa cuerda que lo aprisionaba.

- Sabe maestro, yo intenté ser lo más amigable con usted, pero ya me cansé que me siga viendo la cara, he trabajado mucho para que alguien como su persona me niegue mi derecho de graduarme, ahora lo pagará.- Miró directamente hacia los ojos del hombre atado que de inmediato sintió un miedo sin igual.

- Y por mi parte no creo que sea del todo prudente decirle a todos esos padres que un hombre de 50 años intenta acostarse con sus hijas o aún peor, decirle a la secretaría que uno de sus maestros le niega la tesis al estudiante más aplicado de estos últimos años.- Dijo el hombre mayor sacando un filoso pedazo de vidrio.

-¡E-esperen! P-podemos arreglarlo, solo necesito poner mi estúpida firma, d-dejaré a las muchachas, sólo por favor no me hagan daño ¿S-si?.- Pidió casi en súplicas haciendo a los dos perpetradores asentir entre ellos.

Un mes más tarde el pelirrojo salía de ese edificio que le dejó tantos recuerdos con un diploma en su mano y siendo acompañado por su maestro de gafas que tiempo después supo que había sido amigo de su padre, sonrió muy levemente al ver ese pedazo de papel con su nombre y luego de haber visitado un rato a Polo fue a su hogar, dejó todas sus cosas en el piso llendo directamente a la antigua habitación de su madre, se arrodilló contra su cama dejando el diploma sobre esta y con un impulso doloroso agarró las cobijas con fuerza pero con cierta delicadeza y melancolía.

- Lo logré mamá, tu pequeño se graduó, espero que estés orgullosa de mi, te extraño....- Susurró para si mismo en esa habitación derramando un montón de lágrimas de sus ojos color miel.

❆ᑕOᒪᗪ❆Where stories live. Discover now