Ese sentimiento.

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    Ya faltaba poco para que llegara la hora en que tendría que salir para encontrarse con esa mujer de piel morena que invadía sus sueños.

Jesica salió del baño con una toalla cubriendo su cuerpo y otra sobre su cabeza.

Tenía la suerte de que contaba con la ayuda de su demoniaca amiga para arreglarse para esa importante cita.

Estaba muy concentrada en ello.

Al acercarse a su habitación le pareció oír la voz de Andrea. Suspiros. Jadeos, Gemidos.

Se decía que no podía ser lo que imaginaba, pero aún así se acercó despacio. Asomó su cabeza por el marco de la puerta de su habitación.

Allí estaba esa súcubo sentada frente a la computadora con su rostro en las que lucían sus mejillas de tono carmín por la excitación. Desnuda. Con una mano tocaba sus pechos y con la otra acariciaba su entrepierna.

Jesica se quedo mirándola boquiabierta. No quiso interrumpirla. Solo se quedó mirándola. Tampoco quería apartarla de su actividad y hacerla suya. Quería verla masturbándose.

Andrea miraba a esas chicas de animé yuri haciendo el amor. Había decidido mirar un poco para saber por qué a su chica alimento le gustaba tanto mirar aquello hasta un poco más que ver mujeres reales haciéndolo.

Y ciertamente la estaba entendiendo.

Ver a aquellas chicas tan bellas las excitaba. Tan atractivas y con rostros angelicales entregándose a sus profundos deseos.

Se excitación se fue por las nubes cuando las vio haciendo un 69. Una sobre la otra dándose placer mediante el sexo oral.

Penetró su vagina con sus dedos con más rapidez. Estaba tan húmeda que sus dedos entraban y salían rápidamente.

Arqueó su espalda y abrió sus piernas dando un fuerte gemido.

Jesica la miraba en ese momento además de espiarla ya había dejado caer la toalla que cubría su cuerpo. Tenía dos dedos entre los labios de su vulva. Acariciaba su interior con nerviosismo. Temiendo ser descubierta. Quería verla llegar al final.

Aún así Andrea ni se percataba de su presencia. Estaba muy ocupada dándose placer.

Algo que la excitaba mucho además de lo que veía era lo que escuchaba. Esas voces japonesas tan dulces y femeninas.

Sentía que solo oírlas gemir de placer podía excitarla.

-Ah... Ah... Así. Ya llego.

Andrea se penetró con dos dedos y con el pulgar rozaba su clítoris. Acabó mordiéndose los labios y derramando sus fluidos sobre la silla.

Quien quisiera sentarse después primero tendría que limpiarla.

Ese día había sumado algo más a la lista de cosas que amaba del mundo humano: el animé yuri.

Lamió sus dedos empapados de sus propios jugos. Mientras aquellas chicas de animé se abrazaban una vez que terminaron y en un susurro se decían que se amaban.

Aunque no creía en eso ni nunca se lo habían dicho pensaba que sin importar el idioma y la voz que lo dijera un "te amo" siempre sonaba muy dulce.

Recién entonces notó la presencia de su chica alimento. Que estaba cerca de allí. Ya reponiéndose del orgasmo que había tenido.

Jesica pensó en entrar y hacer como si no hubiera visto nada.

Pero no se lo permitió. La empujó despacio para que cayera sobre la cama. Le quitó la toalla despacio. Como alguien quitando el manto que cubría a un misterioso y antiguo tesoro.

El amor es un... ¿demonio?Where stories live. Discover now