Ella descubre un sentimiento. Ella deja todo atrás.

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    -Oye. ¿No es un poco exagerado de tu parte venir a comprar cualquier tontería solo para que veas a Astrid?

Jesica miró por encima de su hombro a su compañera súcubo.

-Pero es necesario, Andrea. Así tengo una excusa. Si viniera solo a verla sería acoso.

Caminaba dentro de ese comercio con un carrito conversando muy animada una chica que tenía anteojos y un llamativo gorro con orejas de gato. En ese momento ya ni le daba importancia a que las otras personas la miraran como si estuviera loca. Cuando termino fue a hacer la fila para pagar por los productos.

Andrea le dio unas palmadas en los hombros.

-Bien campeona. Este es tu gran momento. Allí está Astrid y es toda para ti. Vamos. Hoy la invitas. ¿Sí?

Jesica estaba cabizbaja.

-Hey. ¡Arriba el ánimo, novata!

-Me tiemblan las piernitas-señaló ella misma, poniéndose muy nerviosa.

-Ay, no otra vez. Tienes que animarte a hacerlo de una buena vez.

Andrea se colocó detrás de ella. Le habló al oído. Ahora dime lo que le dirás.

-Si no tienes nada que hacer el sábado-fue diciendo en voz baja- quisiera que saliéramos juntas a...

-¡No, niña! Sé más decidida. Solo invítala a salir. Si ella tiene algo que hacer te lo dirá. Solo pregúntaselo. Invítala a salir. Y punto.

Jesica frunció el ceño.

-¡Bueno! No seas tan dura. Hago lo mejor que puedo, alitas de murciélago.

-Cállate, pecho de llanura.

-¡Oye! No tienes que darme un golpe tan bajo.

Jesica perdió de vista un momento a Andrea. Cuando la miró notó que estaba vestida como porrista y llevaba unos pompones.

-¿Y ahora que haces?-le preguntó muy sorprendida.

-Voy a animarte. Ya estamos llegando a la caja.

-Estás loca.

Andrea se quedó atrás sacudiendo sus pompones y recitando cantos de animo a Jesica.

La chica no sabía si reírse o matarla. Finalmente se dirigió hacia Astrid, quien como siempre la recibió amablemente.

-Hola Jesica. Siempre un gusto verte, guapa.

Ya había empezado mal. Pretendía mantener la calma para poder invitarla, pero ya ese simple cumplido había quebrado un poco su voluntad. Se le hizo difícil mirarla a los ojos.

Andrea la miraba de lejos.

-Maldición. Creo que hoy tampoco va a resultar.

-¡Hey Jesica!

Siguió cantándole para darle ánimos. Más fuerte que antes.

Astrid notó que la chica miraba hacia otro lugar. Se mordió los labios. Por alguna razón la enloquecía que no la mirara. Que toda su atención no estuviera solo sobre ella.

-¿Que ves?

-Ah. Nada. Solo me pareció ver a una conocida. Y por cierto tengo que preguntarte algo.

La ponía nerviosa el canto incesante de la súcubo. Volteó para verla.

-¡Oye! ¡Suficiente! Cállate un momento, ¿quieres?

El amor es un... ¿demonio?Where stories live. Discover now