Hambre voraz.

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Jesica como siempre antes que escucharla se quedó admirando el cuerpo desnudo de esa belleza salida del infierno. Su piel suave y clara con esas marcas de color negro. Sus ojos rojos penetrantes. Su cabello dorado. Sus curvas. Las formas de ese cuerpo hecho para seducir. No importaba cuantas veces la viera. Siempre tenía el mismo efecto en ella.

Cuando volvió a la realidad se encontró con Andrea cerca de ella mordisqueándole el hombro con delicadeza. Se apartó de ella.

-¡Hey! ¡Aguarda! Me distraigo dos segundos y tú ya estás violándome-reclamó sonrojada.

-Si es consentido no es violación y sé que lo deseas.

-Como sea. Vamos a bañarnos. Pero debes contenerte. En serio. No quiero llegar tarde.

Las dos se metieron en la ducha. Dejaron correr el agua por sus cuerpos.

Jesica estaba nerviosa por las miradas de su súcubo. Se sentía como un animalito acorralado por una hambrienta fiera.

Se ayudaron la una a la otra. Andrea la ayudó a lavarse el cabello y viceversa. Luego siguieron con el jabón.

-Lo hago yo sola-dijo Jesica.

-Déjame...

-No te molestes.

-No es ninguna molestia. Lo hago con gusto.

Tenía una idea de lo que iba a pasar si la dejaba. Y realmente se negaba porque así le gustaba hacerlo. Era su estilo. Negarse un poco y luego ceder. Pero solo si era algo que realmente deseaba.

-Está bien-cedió por fin-. Hazlo. Si tanto insistes.

Andrea empezó pasándole el jabón por los pies, sus piernas. Dedicándose a su tarea de limpiarla bien antes de ir por aquello otro que deseaba hacer. Siguió enjabonándole la espalda. La acariciaba y frotaba suavemente. Fue descendiendo hasta donde su espalda se terminaba.

Jesica se sonrojó cuando la sintió llegar a esa parte.

-Mmmmm. ¿Por qué te pones así? Yo solo te estoy enjabonando.

-Es que me gusta.

-¿A qué te refieres?

-Me gusta que acaricies mis nalgas.

-¿Quieres qué...?

-Sigue... Sigue...

Andrea siguió acariciándola. Sus manos se deslizaban fácilmente por el jabón. Despacio fue acariciando el espacio que había entre sus nalgas. Atenta a si tenía alguna mala reacción por parte de la joven. Con sus dedos acarició su ano. Ese orificio estrecho.

-¿Quieres?

-Pero... Eso puede doler-resaltó Jesica, aunque sin negarse del todo a la idea.

-¿Quieres intentarlo?-preguntó Andrea, sin dejar de masajear esa zona con sus dedos. Tentandola.

-Solo ten cuidado. ¿Sí?

-¿Quieres?

-Es una pregunta que no te responderé.

Andrea acomodó su dedo índice y fue penetrándola.

Jesica se puso algo tensa al sentir la presión.

-Relájate-le susurró la súcubo-. Deja que te penetre. Si te pones así te dolerá mucho. Trata de relajarte. Si quieres que pare dímelo de inmediato.

-¡Ah! Si... Lo haré.

Andrea siguió. Presionando un poco.

-Ah... Espera...

El amor es un... ¿demonio?Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang