2.00

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Faltaban 10 minutos para que el partido terminara, era el momento perfecto donde Sunghoon metía la última canasta para lograr la victoria, así que saqué mi cámara como siempre y logré mi objetivo, poder enfocarlo.

─Bien, ahora solo tengo que hacer zoom y esperar a que ences.... ─

Me sorprendí cuando efectivamente encestó pero no miraba a sus compañeros y celebraba como siempre, el estaba viendo a..... ¡¿Me estaba mirando?!

─¡Me miró, me miró!─digo emocionado para mi solo, las personas me miraban algo raro, pero me importaba un comino, Sunghoon me había mirado, todos invitados a mi boda.

Creo que fueron los segundos más bendecidos de mi vida, porque me seguía mirando, sus ojos eran tan lindos que me atrapaban  y..... esperen

─¿Qué demonios?─ observo como Sunghoon caminaba prácticamente en mi dirección, mirándome fijamente.

¿Ya dije que me estaba mirando?

Dios, dios, dios, dios ¡Corre Sun, corre!

Me libero de la gente a mi alrededor logrando salir de las gradas y largándome de las canchas para esconderme detrás de un carro.

Pudo sentir mi corazón palpitar como loco.

─Casi me pilla─ respiraba tranquilamente hasta que vi aquella cabellera rubia alejarse del lugar, tenía su bolso deportivo, quizás solo sea un maldito paranoico y él ni siquiera me estaba mirando, de todos modos ¿A dónde va ahora? Ese no era el camino hacia su casa.

Eso lo sabía al espiarlo, digo observarlo casualmente, me sabía su horario de memoria, y sabía que después de cada partido se iba directamente a su casa, ni siquiera se iba a celebrar con sus amigos, el simplemente se iba a su casa y dormía toda la noche, quedaba agotado después de cada partido.

Sin darme cuenta mis piernas ya se dirigían hacia donde se había ido el Sunghoon, claro, manteniendo una distancia considerable para no ser descubierto.

Era una ovejita siguiendo al lobo.

Una persona normal estaría tranquila en su casa un viernes por la noche pero yo no, me encontraba siguiendo a Sunghoon a quien sabe donde, lejos de personas y por lo que veía cada vez más lejos de la ciudad.

Le veo girar y entrar a un gran portal gris. Ah ya veo, solo es un cementerio.

¡¿Cementerio?! ¿Porqué va ahí? ¿No se quien es más tonto, el por entrar a un lugar desolado o yo por idiota y seguirlo.

Es el ultimo lugar al que quisiera ir, pero como la curiosidad mató al gato, lo seguí hacia el cementerio, no es el lugar más bonito que digamos, Sunghoon se adentraba más y más hacia la parte donde estaba el bosque y lápidas, era deslumbrante pero escalofriante a la vez, sentía mis vellos erizarse con cada paso, menudo sitio.

El lugar me dejó atrapado pero un pequeño chillido rompió el encanto, una pequeña ardilla me miraba como si quisiera lanzarse hacia mi, quitarme los ojos y enterrarme en algún lugar de este cementerio.

Mal momento para pensar en cementerio de mascotas.

─No lo encuentro por ningún lado─ susurro dejando escapar un suspiro frustrado, mierda, mierda lo he perdido, estaba asustado y el hecho que ya no sabia como salir era una jodida basura, el señor ardilla seguro me enterrará y ni siquiera encontraba a Park.

─¿Y como salgo ahora?.

─¿Te perdiste gatito?─

─¡AHH!─ volteé en modo exorcista para mirar a un rubio con una sonrisa ladina en su rostro mientras hacías su cabello hacia atrás, y maldita sean todas las ardillas porque era Park Sunghoon. Las zarigüeyas cuando están en peligro se hacen los muertos ¿puedo hacer lo mismo?

𝘿𝙚𝙫𝙤𝙧𝙖𝙢𝙚 Where stories live. Discover now