Las palabras que pronunció mi novia, sacaron una gran sonrisa en mi rostro. Me encantaba como Syrine pasaba de ser una dulce y tímida chica a convertirse en una mujer deseosa y atrevida.
Su húmeda y caliente vagina apretaba mi pene con mucha fuerza, amaba lo exquisito que se sentía estar tan pegado a ella. Su coño era tan jodidamente perfecto para hacerme saber que no necesitaba más en esta vida.
Pasé mis brazos bajo sus rodillas, elevandola aún más para poder tener mejor acceso. Y por instinto Syrine colocó una de sus manos en el lavabo y con la restante se aferró a mi cuello.
Salí con lentitud de su vagina, torturandola hasta el punto de dejar solamente la punta para después entrar de una sola embestida que la hizo chillar de placer.
Volví a repetir mi acción anterior dos veces más antes de comenzar a enterrarme en su dulce coño con rapidez y violencia.
Mi pelvis chocaba contra su vagina, así como mis testículos se frotaban a la par.
— Dios mío, bebé... se siente tan rico— susurré contra su cuello mordiendo fuertemente su delicada piel.
Seguí penetrándola sin parar, quería llegar a lo más profundo de ella, quería que me sintiera enteró.
Era increíble la manera en la que Syrine me hacía sentir. Estar con ella haciendo cosas sucias, follando duro, era una sensación completamente diferente al ver su cuerpo con una ligera capa de sudor, recibiendo mi polla con gusto mientras gemia fuertemente.
Sabía que mis sentimientos por ella estaban evolucionando a gran escala, mi cariño por Syrine era algo que me estaba llenando de constante amor.
Mi novia buscó con desesperación mis labios, presa de la excitación. Nuestras lenguas se abrieron pasó, en un beso sin sentido pero muy sucio.
Incliné su cuerpo hacia atrás, pegando su espalda contra el lavabo, poniendo mis manos en el mismo sin soltar sus piernas.
— Jimin... vas a romperme — dijo cuando necesitó un poco de aire.
Sin embargo, eso no me detuvo en ningún momento. Estaba tan enloquecido, moviéndome salvajemente, resbalando mi pene en su calidez, y con su cuerpo rebotando por mis bruscos movimientos.
Syrine lo disfrutaba muchísimo, sus expresiones faciales y gemidos me lo aseguraban.
Sentí como su vagina se apretó alrededor de mi polla, teniendo una deliciosa sensación que me hizo perder la cordura.
Mi novia explotó de placer, liberando su excitación, y con la poca fuerza que me quedaba, le embesti una, dos, tres, cuatro veces más en su coño mojado, llegando al punto más alto del placer en un ronco gemido con su nombre.
El preservativo rápidamente se llenó de mi semen, en una cantidad extraordinaria. Cosa que me había estado sucediendo desde que tenía relaciones con Syrine.
No sabía si se debía a lo glorioso que era follar con ella, pero en mi interior crecía cada vez más la idea de que algún día podría llenar su interior con mi semilla caliente.
Jadee de solo imaginarlo.
Saliendo de su interior, me encargué del condón para después volver a acercarme con ella con lentitud. Se veía jodidamente sexy con su respiración agitada, su cabello pegado a su rostro por el sudor y sus piernas débilmente abiertas.
Acomodé los mechones de su cabello, sonriendo como un estúpido.
— ¿Qué? — preguntó cuando se dió cuenta de la manera en que la miraba.
— Te ves jodidamente gloriosa después de follar duro — mi respuesta la hizo reír, negando con la cabeza.
— Mi coño está muy adolorido pero satisfecho... — la bese.
Esta vez se trataba de un beso lento y tierno, uno con mucho sentimiento.
— Déjame limpiarte, para poder irnos — le hice saber al separarme de sus dulces labios.
Syrine asintió y me dejó hacer mi parte con una gran sonrisa y mirada llena de amor por mi.
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Después de nuestro sucio encuentro sexual, decidimos quedarnos un rato más en la fiesta hasta que la hora de irnos llegó.
Durante las largas horas que pasamos en la fiesta, fui capaz de darme cuenta de todos los ojos masculinos puestos sobre mi novia.
Syrine era muy hermosa de pies a cabeza y su alma era lo más precioso de ella.
Mi dulce novia y toda mía.
Llegamos a su casa por la madrugada, sintiéndonos muy cansados. Sin embargo, decidimos tomar un baño relajante para poder dormir limpios y tranquilos.
Lave su largó y brillante cabello oscuro con shampoo, y limpie cada rincón de su cuerpo con calma bajo el chorro de agua tibia. Syrine me dejó consentirla, mientras ella mantenía su cabeza recargada en mi pecho y se aferraba a mí sosteniendo me por la cintura.
La bese con amor y le susurré todo lo que me hacía sentir mientras compartíamos este momento juntos.
Salí de la ducha con ella en mis brazos, dejándola sobre la cama para secar su cuerpo y poner un poco de crema. Hice lo mismo conmigo mientras ella me esperaba recostada en la cama, con sus ojos apunto de cerrarse.
Cuando por fin terminé, nos metí a ambos bajos la sábana, abrazando su cuerpo por detrás, con su cuerpo desnudo pegado al mío.
Besé su cabello, dando caricias en su piel hasta lograr que se quedará dormida en mis brazos.
Syrine se movía inconcientemente restregando su lindo trasero contra mi pene, haciéndome tragar saliva.
Me aferré a sus senos cerrando los ojos, mi pene estaba comenzando a despertar, y a exigir el coño caliente de mi novia. Syrine lograba esto y más en mi, era tan deliciosa que si por mi fuera, jamás saldría de su interior.
Fuí perdiendo el conocimiento, con el aroma que transmitía hasta que me quedé dormido aferrado al cuerpo de la mujer que amaba, porque sí, lo hacía y lo sabía desde hace mucho tiempo atrás, pero aún no era capaz de decírselo.