—También te amo, solnischko— tomo su rostro en mis manos para profundizar el beso— eso jamás se irá, ¿entiendes? Juntos o no, vivos o muertos, serás la mujer que llevaré en mi alma y corazón—

Siempre.

Moscú, Rusia.

Tomo la mano de Valentina para entrelazar sus dedos con los míos mientras me aseguro que su abrigo esté bien cerrado para que el frío no le afecte tanto, se ríe por lo bajo cuando toca mi nariz con uno de sus dedos.

—Tienes la nariz fría, cucciolo—

Río por lo bajo.

—Lo sé, nena. Te lo dije, hace un frío de muerte en estas épocas—

—Mis pelotas se congelan, ¿saben, chicos?— habla Remy a nuestra espalda— ¿Es mucho pedir que se apuren? No quiero quedarme pegado al piso por el frío—

—No sabía que eras tan llorica, Messina—

—Que te importa, Morozov— gruñe el guardaespaldas— soy de clima caliente, no de frío—

—¿Gustas que te caliente, precioso?— inquiere Yerik con cierta insinuación— te garantizo que yo soy muy caliente—

—Mantén tu distancia en mí, Morozov— espeta Remy, Valentina y yo nos reímos ante su discusión— o tendremos serios problemas—

—Uy, que amargado—

Simplemente negamos con cierta diversión ante su riña que no parece tener fin mientras subimos los escalones de la entrada en la casa de mis padres, la mano de Valentina aprieta la mía con cierto nerviosismo cuando estamos en la puerta.

—¿Y si no les caigo bien a tus hermanos?—

—Les metes un tiro y ya, amor—

—Pero son tus hermanos, Xander—

—No es como si los quisiera— respondo, se ríe— amor, todo estará bien y tendremos una bonita feliz navidad, tal como te lo prometí—

—¿Nevará?—

—Es lo más probable. Jugaremos en la nieve, te lo prometo—

—Me encanta esa idea—

Toco el timbre de la casa de mis padres que hace eco en todo el lugar, rodeo la cintura de Valentina con mi brazo, cuando veo que no deja de mover sus piernas de un lado a otro con nerviosismo que me causa cierta diversión.

—Amor, respira—

—Lo intento, Xander. De verdad que sí, pero, nunca he hecho esto...— suspira— dame poquita paciencia—

—Val, tu paciencia se irá en el momento en que conozcas a Aslan y Atlas—

Aguardamos un par de segundos, hasta que la gran puerta se abre. Revelando el rostro de mi padre, sonríe en mi dirección.

—Hijo, es bueno verte—

—Lo mismo digo, papá— lo abrazo— sabes que no me pierdo las fiestas por nada del mundo—

Su sonrisa se esfuma en el momento en que ve a Valentina a mi lado, arquea una ceja antes de gruñirle por lo bajo.

—Mocosa toca pelotas—

—Viejo decrépito—

—Te odio— sisea mi padre.

—Le garantizo que el sentimiento es mutuo, viejo—

Antes de que pueda calmar las aguas entre ellos, escucho otra voz familiar a la espalda de mi padre que me saca una sonrisa.

—Yo conozco esa voz, ¿acaso mi hermano menor ha vuelto y no nos habían dicho?—

El amor del ZarWhere stories live. Discover now