MOONLIGHT # HYUNSUNG

cold night, warm hugs, broken wings and many "why?"

El pequeño cuerpo de Kkami tiembla cuando deja escapar un gruñido y Hyunjin se extraña ante el repentino cambio de humor de su mascota.

Observa entretenido la manera en la que el can se desespera por escapar de su abrazo y correr lo más rápido que sus patitas le permitían hacia la ventana de su habitación.

Mientras los agudos ladridos del animal acaban con el silencio nocturno, la diversión le gana a su confusión al pensar en su pequeña e inquieta fiera como el sistema de alarma más eficiente que ha tenido su vecindario hasta la fecha.

Y con el pensamiento de que realmente no necesitaban uno de esos al tener la suerte de vivir en un lugar seguro, decide creer que aquellos ruidos extraños se debían al clima inestable de esa noche. Por lo cual, quitándole importancia a las advertencias que Kkami continuó dando, se acomodó mejor entre sus sabanas, cambiando su posición en la cama hasta darle por completo la espalda a su ventana.

La luna era molesta. La luz que ella emanaba no le permitía escapar de la realidad y llegar a sus sueños. Estaba cansado. Él solo quería llegar a ellos.

Pero de un momento a otro sus pesados párpados, que parecían dispuestos a rendirse y caer de una vez por todas en la batalla contra Morfeo, encontraron una razón para seguir luchando cuando la brisa gélida besó su nuca, causándole escalofríos.

Y si aquello no lo sorprendió lo suficiente, el sonido que hizo su ventana al abrirse por completo sí logró hacerlo.

En cuestión de pocos segundos su cerebro maquinó la cantidad de teorías necesarias para acelerar su corazón y hacer que su cuerpo tembloroso se encogiera entre las sabanas, como si ellas fuesen refugio suficiente contra lo que sea que estuviese acechando a sus espaldas.

Se culpó en silencio por haberle quitado importancia a las advertencias de su mascota y también culpó a sus padres por permitirle independizarse, ¿quién en su sano juicio creería que sería buena idea el dejar solo a alguien que le aterraba la soledad?

Mas se relajó por completo al notar como la agresividad desaparecía de los ladridos del can, dando paso a otros que parecían alegres y hasta juguetones.

Dejó escapar un inaudible suspiro y cerró sus ojos con calma al entender que estaba a salvo.

Sin embargo, no pensaba dormir. El cansancio no era ni la mitad de importante que la persona que se hallaba detrás de él.

Aun así, optó por fingir que lo hacía para que el otro no se limitase al sentir que sus acciones eran observadas.

Oyó a Kkami llorar en busca de atención, mientras sus patitas temblaban ansiosas sobre el piso, y también una adorable risa acompañada de un siseo divertido que suplicaba silencio.

Los sonidos desaparecieron y enseguida tuvo a su perro acomodándose en uno de los extremos junto a sus pies, luego de que alguien lo ayudase a subir a la cama.

El mismo alguien que se quitó los zapatos y levantó con delicadeza las sabanas, como si quisiera evitar que el frío se colase entre ellas antes de que él lo hiciera.

Es entonces cuando brazos helados rodean su cintura, un beso cálido es dejado con suavidad en su nuca y una tibia mejilla se acurruca contra su espalda.

A sabiendas de que en esa posición el otro es incapaz de ver su rostro, abre los ojos y observa, con algo de dificultad debido a la oscuridad, la manera en la que pequeñas manos temblorosas se entrelazan sobre su estómago con fuerza. No dudó siquiera un segundo antes de abandonar su actuación para tomarlas con delicadeza y refugiarlas entre las suyas.

Debido a eso, siente al contrario tensarse por la sorpresa y finalmente lo oye hablar:

—Creí que estabas dormido —susurra—, lo siento, ¿te desperté?