Epílogo.

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Aomine se despertó y pudo observar como Kise dormía abrazado a él. Tuvo que contenerse de besar todo el rostro ajeno.
Lentamente se levantó y se dirigió a la cocina, donde preparo un desayuno espres.
Ese día era muy importante, se encontraban en Estados Unidos ya que dos de sus amigos iban a casarse.

Al llegar al salón, Sakuma saltó a los brazos de sus tíos favoritos, el "par de idiotas" como Akashi solía llamarlos.
Kise le sonrió y le hizo caras mientras que Daiki lo tenía alzado.
El pequeño ya tenía ocho años, cada día era más hermoso y feliz junto a sus padres.
Kuroko y Kagami eran excelentes padres, y esos mismos pasos habían seguido Akashi y Furihata, quienes habían adoptado un niño de seis años que se llamaba Arata. Midorima y Takao, por su lado, ahora tenían además de sus tres hijos gatunos, una pequeña niña de dos años, la cual se llamaba Saori.

Todos permanecían impacientes, la boda se estaba llevando a cabo. Ambos novios se veían felices.
Taiga era padrino de Tatsuya mientras que Ryouta era padrino de Atsushi.
Aomine no podía evitar deleitarse con aquel chico. Habían pasado casi dos años desde que comenzaron a vivir juntos, pero sólo eran amigos.
Aunque, cada vez era más normal que se vieran envueltos en situaciones un poco "raras".

Era normal. Convivían. Solían cocinarse mutuamente, ambos hacían los quehaceres de la casa juntos. Iban de compras, miraban películas e incluso a veces dormían juntos, en la misma cama. Mejor dicho, casi siempre.

La ceremonia finalizó y entonces comenzó la fiesta.
No habían tantos invitados, pero estaban todos los de Yosen  y algunos otros jugadores.
Todos observaban como la pareja de recién casados se divertía al bailar. Murasakibara había sonreído todo el día y había estado más enérgico que nunca. Takao se veía precioso y andaba atrás de su pareja. Ambos se mantenían muy pegados, así eran desde que Tatsuya había vuelto.

Sakuma fue el primero en sacar a bailar a alguien, y ese alguien, fue Arata. Quien no dudo en aceptar. Los niños se llevaban muy bien y eran muy buenos amigos.
Kuroko, Takao y Furihata no se quedaron atrás e invitaron a bailar a sus respectivas parejas.
Todos se iban sumando a la pista de baile.
-¿Vamos?- Interrogó con una sonrisa seductora. Daiki rió y luego fingió sonrojarse mientras aceptaba la mano de Kise.

Las risas nacían, Daiki no sabía bailar muy bien. Al menos no el lento principal. Era el bufón de sus amigos. Atsushi se había tentado de la risa, logrando que llore y haciendo reír hasta al mismísimo Midorima Shintarou.

Kise había dejado la pista y se había dirigido a los baños, estaba cansado y la risa lo había hecho agitar. Daiki fue atrás de él, creyendo que algo andaba mal.
-¿Todo bien?- Interrogó preocupado.
Kise asintió mientras le brindaba una bonita sonrisa.

Ambos entraron a los baños, Kise se miró al espejo y acomodó su cabello mientras que Daiki pasaba a uno de los cubículos.
Cuando el moreno salió, el rubio se encontraba sentado en el lavamanos. Su corbata estaba desajustada y en su mano había una copa de champagne.
-Toma.- Ofreció.  Daiki negó. -Soy nuestro chofer.- Respondió y soltó una risa a la vez que Kise.
Ambos se miraron, profundamente. El tiempo pasaba, pero ellos no podían dejar de mirarse. No era incómodo, era todo lo contrario.

Ambos cuerpos iban reaccionando, se comunicaban en completo silencio. De un momento a otro, Kise bajó del lavamanos y caminó hasta que su pecho chocó contra el contrario. Sus brazos se abrazaron al cuello del moreno, una de sus manos se sumergió en la cabellera azul y sus labios poseyeron los ajenos.
Daiki tardó en procesar, no quería arruinar nada con su persona, ¿Estaba bien aceptarlo? ¿Podía hacerlo después del daño que causó? No lo merecía. Él, Ryouta merecía a alguien mejor que él.

Kise se separó levemente de los labios ajenos, sólo de los labios. Su agarre en el cabello azul se intensificó. -Basta. Deja de pensar en eso. Ya lo superé, el pasado es pasado. Jamás vamos a olvidarlo. Pero ya no somos esos chicos. Ahora, mi yo de ahora te ama, ama al Daiki de hoy, el Daiki que me cuida y me ama de igual manera. El Daiki que me trata como si fuese la cosa más frágil del universo pero que admira a su vez mi fortaleza. El Daiki que se pierde mirándome y que no puede ocultar su felicidad cuando digo que su comida es exquisita. El Daiki que me abraza cuando tengo un mal día, el Daiki que mataría a quien sea si me hacen daño. El Daiki que me respeta y que busca ser cada día su mejor versión.- Para ese momento, el peliazul dejaba ver sus lágrimas. Kise las secaba y besaba las mejillas ajenas.
-Y éste Ryouta, quien soy hoy, te ama. Muchísimo más que el Ryouta que te amo en aquél pasado, éste Ryouta hace y hará lo que sea por éste Daiki.- Dijo Kise sonriendo, mientras sus orbes brillaban, con ese característico brillo que hace mucho el moreno no veía en los orbes ambarinos. -Y nos merecemos esto. Nosotros merecemos estar juntos, nosotros luchamos por esto. Y quiero seguir disfrutando de cada día juntos, como siempre. Pero quiero poder tocarte más, quiero poder besarte y poder decirte que te amo, que te adoro y que no quiero perderte.- Fue el turno de Daiki de limpiar una lágrima que dejó caer el rubio. -¿Perderme? Me das mucho más valor del que tengo.- Dijo el moreno sonriendo. -Ja, mira quien habla.- Refuto Kise.

Aomine sonrió. - Por todos los cielos, Kise, vales más que todo en éste universo. No hay nada más valioso para mi que tú.- Susurró en el oído ajeno. -Te amo tanto, Ryouta. Yo... ¿Puedo besarte?- Kise sonrió y asintió.
Daiki alzó al mayor, logrando que sus piernas se enrollen en su cintura. Caminó hasta el lavamanos y comenzó aquél nuevo beso.
Sellando el nuevo comienzo de su relación con Kise. Sellando aquél peculiar amor que se tenían, ese que era incondicional, ese que ahora cuidaria cual oro, cual agua en el desierto.

Se sonrieron y ambos miraron a la puerta. -Ya sabemos que están ahí.- Dijo Ryouta mientras revoleaba los ojos.
Takao fue el primero en entrar seguido de los chicos de la Kiseki y sus respectivas parejas.
Todos armaron un gran "fieston" por la reciente pareja definida. Aunque más de uno sabían que eso venía hace mucho tiempo. Sin embargo, también podían ver que era el inicio de una relación sana y llena de amor verdadero.
Todos se fundieron en un enorme abrazo al cual se unieron los tres pequeños niños.
Una enorme familia, una preciosa amistad que se fue fortaleciendo con cada viernes que pasó, un día normal para el mundo y el día de la semana más esperado y especial para esos chicos.

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Yo, Hola 👉🏼👈🏼 ¿Cómo están? Yo bien, bueno, en realidad estoy a punto de matarme, mañana comienzo con mis finales y ... NECESITABA TRAER EL EPÍLOGO DE ÉSTA HISTORIA AJBSJQBSJQ tarde ocho años y lo peor es que ya lo tenía pensado desde que decidí seguir la historia.
Soy un desastre, matenme  ahre

Bueno, espero que les guste el pequeño epílogo. Ya había avisado que sería corto, pues, mi corazón de pollo siempre necesitará juntar al Aokise. Pero no quería que volvieran y ya, quería que hubiese dentro de todo un desarrollo y acá puedo confirmar que ellos lucharon por superar el pasado y por curar sus destrozadas almas ahre.

Debo admitir que mi manera de escribir y redactar cambió, por lo que no se me hizo fácil plasmar éste epílogo. Es que, si somos sinceros, hay cosas de la historia que me dejan así 👁👄👁 pero boooeno, esa era mi yo de hace unos meses atrás u años, no hay nada que hacer JSJSJAJJAJA.

Ahora si es el fin, todos son felices y comen perdices, wiii.<3<3<<3

Los amo, buenas noches ahre que no dormí y ya van a ser las 8:00 am 🤠🤙

Un viernes normal. One-Shot | KnbWhere stories live. Discover now