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Parque Orquídea.


Sentado con desgana en un banco de hierro Andrew revisaba su teléfono cada cinco segundos, movía sus piernas con impaciencia y observaba de un lado a otro exhausto de no ver a Louis aproximándose. Detestaba esperar, pero no podía culpar a nadie porque de hecho era en absoluto su culpa por haber llegado al parque antes de la hora acordada. Media hora antes.

Agradecía que al menos hacía buen clima, era una de esas tardes frías en las que se puede admirar con embeleso como las nubes se esfuerzan por opacar el sol, haciendo del cielo un hermoso espectáculo de trazos de algodones y tenues rayos de luces.

Pero aquello sólo era un punto a favor dentro de todo lo negativo. El parque estaba lleno de personas, unos que corrían de un lado a otro detrás de un balón haciendo del césped un estadio y otros que andaban pacientemente escudriñando su alrededor, los que paseaban a su mascotas y los que desfilaban oufit extravagantes para un lugar tan sencillo. Andrew había aprendido a despreciar los lugares que eran muy frecuentados, sabía que si se cruzaba con algunos de sus antiguos compañeros de colegio no la pasaría nada bien, harían preguntas más hirientes que incómodas, unos harían chistes y su ex seguro le golpearía por haber hecho que todos se enteraran de que habían mantenido una relación de casi tres años.

Aún habían heridas que no había sanado, y a corto plazo era menos doloroso ignorarles que enfrentarlas.

—Irresponsable —sentenció, mirando la hora en la pantalla del teléfono con los párpados entrecerrado—. Dos minutos de retraso.

Se levantó de su asiento cabreado, la paciencia no era una de sus cualidades. Estaba dispuesto a marcharse cuando escuchó que en la lejanía gritaban su nombre entre jadeos, era el chico que él esperaba.

Louis Black corría desesperado esquivando a algunas personas que paseaban por el parque acercándose mientras sus labios se ensanchaban en una cálida sonrisa.

Quizás fué tonto o bastante cliché pero sucedió, cuando casi llegaba al frente de Andrew uno de sus pies tropezó con el otro y cayó encima del chico, quién no pudo mantener el equilibrio y terminó en el suelo con el ladrón de lápices sobre su regazo. Cerró los ojos con el impacto y cuando los abrió se encontró con aquella mirada almendrada que había hecho de sus sueños su hogar.

—¿Te encuentras bien? —preguntó Black, sin inmutarse.

—¿En serio existe la posibilidad de que esté bien? —respondió Andrew, de la misma forma en la que habría dicho un comentario hiriente creyendo que de esa forma haría que Louis se le quitara de encima.

—¿Entonces no lo estás? —divagó el otro.

—¡QUÍTATE DE ENCIMA! —vosciferó el muchacho.

—Oh sí —asintió Louis, como si de hecho hubiese olvidado en las condiciones que se encontraban. Se levantó y le ofreció la mano a Andrew para ayudarle a levantarse pero este le rechazó—. ¿Estás mal física o sentimentalmente?

—Físicamente te detesto —contestó el castaño, sacudiéndose—, pero en cuanto a lo sentimental te detesto exponencialmente.

Louis movió sus ojos de un lado a otro mientras presionaba sus labios.

—Sigo sin entender —culminó.

—No es excitante que actúes con inocencia.

—¿Por qué querría parecer excitante frente a tí?

—Eh... Llegaste tres minutos tarde ¡Tres minutos! —Andrew prefirió cambiar de tema—. ¿Por qué propusiste que nos viéramos aquí? ¿Qué es lo que quieres a cambio de mis lápices?

—Lápiz —corrigió Louis, dándole un leve golpecito con su dedo en la nariz. Gesto que Andrew despreció—. Sólo te devolveré un lápiz.

—Vé al punto.

—Grabaremos vídeos para mi tik tok.

—Vete a la mierda, ladrón de lápices —sentenció Andrew, como si hubiese escuchado un mal chiste.

Se volteó para retirarse pero se detuvo de inmediato, en esa ocasión porque había quedado paralizado cuando sintió aquella cálida mano sosteniendo la suya en un intento de gritarle que no se fuese.

Y quizás fuese un gesto insignificante para muchos, pero no para él.

Bésame, lo demás no importa [BL]Where stories live. Discover now