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Andrew Garcés.

El jóven maldijo por debajo debido a que había tenido otro catastrófico accidente de tránsito, esta vez contra el agradable dinosaurio. En cambio la chica sentada a su lado iba ganando, sin duda alguna era mucho mejor que él en el Mario kart.

—Oye, no he venido desde tan lejos sólo para jugar en tu Playstation último modelo, bueno en realidad sí —murmuró, sin despegar la mirada de la pantalla del televisor—, pero al menos cuéntame que tal te adaptas en ese nuevo colegio para pipirisneys.

—Bien —contestó, Andrew sin mucho interés—. Me gusta la organización de aprendizaje que emplea la institución, no tengo mucho que decir.

—¿Podrías dejar lo intelectual por un momento? —Ella le miró de reojo—. Sólo quiero saber si ya hiciste nuevos amigos, conseguiste novio o al menos me cuentes si te gusta alguien.

Andrew tuvo un impulso de comentarle sobre Louis, el chico lindo que le había robado un par de lápices, sin embargo reprimió la idea, y contestó desganado:

—No, no he hecho muchos amigos.

La joven era su mejor amiga desde que eran niños, sin embargo él prefería callar muchas cosas, algunas porque no tenía el valor suficiente para decirlas y otras porque le generaban un poco de vergüenza.

—¿Con eso te refieres a nada de amigos, verdad? —inquirió la chica, poniendo en “pause” el juego para poder mirarle seriamente.

—¿Qué pasó, Mariana? —cuestionó, alzando sus finos hombros—. No soy bueno con las relaciones interpersonales y tú lo sabes mejor que nadie.

La morena asintió lentamente y sin querer sonar invasiva cuestionó:

—¿Alguien se ha burlado por tu inclinación sexual? Si es así dime quienes y yo misma les daré de madrazos.

—No, ni siquiera sé si ellos lo saben —contestó, sin querer ahondar en el tema.

Realmente si había sucedido, el primer día que él había llegado a la institución un par de chicos más grandes habían comenzado a acosarle y a tratar de besarle, para generar risas en su grupo de amigos.

—¿O sea no saliste del closet? —cuestionó ella, hundiendo sus pobladas cejas.

—Sí, lo hice —soltó él, más hiriente de lo que imaginó—. Sólo que yo no llego a un lugar y grito a todo pulmón: “Hola, soy Andrew Garcés, me gustan los chicos y por ello sufrí bullying desde que entré en la secundaria convirtiéndome así en un inadaptado social ¿quieren ser mis amigos por mera lastima”

Por un momento sólo se escuchó el hipnotizante sonido de Mario kart en pause, Andrew miraba el control en su mano un poco apenado y la joven le observaba en silencio.

—Lo siento —dijo él, levantando su rostro hacía ella—, no debí hablarte así. Soy un idiota.

—Tremendo idiota que eres —afirmó ella seriamente.

—El más idiota —asintió Andrew, sonriendo ampliamente.

—Espero que pronto seas un idiota con novio —soltó ella riendo—, y ya dejes de estar todavía llorando por el baboso de Jacob.

Andrew negó y respondió con altivez:

—Ya no lloro por Jacob.

—¿Ah no? —cuestionó Mariana, alzando una ceja con curiosidad—. ¿Ahora que haces en las noches, picaron?

—Pienso en alguien —Andrew se sonrojó al recordarle—. Pienso en el ladrón de lápices.

Bésame, lo demás no importa [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora