Capítulo Seis: ¿Actriz? Creo que no...

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Era la canción de Rihanna, Cry. Eso era lo que quería hacer, llorar, llorar hasta agotar mis lagrimales…

Justo en ese momento una mano se plantó en mi hombro y me sobresalté. Pegué un gritito y retrocedí hasta que mi cuerpo dio con la baranda del edificio. Si mi cuerpo no hubiera sido sujetado por la barandilla habría caído y, como consecuencia, habría muerto. Pero, ¿en qué estaba pensando?

Alex, era él, y por una extraña razón deseé que hubiera sido Daniel quien estuviera allí. Quise matarme por ello… ¡ah, espera! Podía hacerlo, ahora mismo me tiro desde la planta… ¿cuántas plantas tenía este edificio?

–Miriam… no puedo decir nada, estoy anonadado. –anunció con asombro. Miré su expresión de total sorpresa y quise morir de la vergüenza. ¡Me había oído cantar! Nadie, nadie salvo mi mejor amiga lo había hecho, y ahora lo hacía Alex…

–Siento que hayas tenido que escuchar mis berreos, pero de verdad necesitaba desahogarme… y… esta es la mejor forma. –intenté excusarme como podía –. Me has oído cantar, ¿verdad?

–Si y, ha sido precioso y… doloroso. No estás nada bien… ¿verdad? –intuyó Alex acercándose a mi… Me limpió las lágrimas de mis ojos con sus pulgares y luego me abrazó.

Vaya, necesitaba ese abrazo. Le correspondí hundiendo mi rostro en su amplio torso cuando noté que sus brazos me rodeaban cálidamente la cintura. Ahora me sentía mucho mejor, las ganas de llorar se evaporaron, mas la tristeza todavía no… y es que lo que Daniel insinuaba era demasiado para mi, ¡yo no podía convertirme en el juguete de nadie!

Al tranquilizarme del todo, me separé de él, aunque Alex no puso de su parte…

–¿Ya estás mejor? –preguntó preocupado. Asentí lentamente apartando la vista de sus ojos chocolate y me ruboricé.

–Lo siento. Gracias por estar a mi lado…–agradecí su cercanía. Eso quería decir que no estaba sola…

–Mírame. –pidió educadamente. No quería hacerlo, me daba demasiada vergüenza, así que, cuando menos me lo esperaba, me cogió del mentón dulcemente y me hizo verle a los ojos. Nos quedamos así por unos instantes preciosos para luego romper la magia el sonido de un móvil –.Perdona. Ahora mismo vuelvo. –anunció cogiendo el aparato.

¿Qué había sido eso? Sus ojos, esos ojos marrones irresistibles… ¿y yo? ¿Por qué me había sentido así de atraída por él? Oh Dios mío… ¿por qué me sentía así cada vez que él se acercaba?
Miré su cuerpo, alto, con los músculos necesarios, esa espalda ancha… era muy, muy apuesto… ¿desde cuando se usaba esa palabra? ¡Vamos, estábamos en el año 2012! Sí, lo reconozco, soy una anticuada…

Pronto volvió Alex guardando el móvil y caminando hacia mí. Bueno, ahora me preguntaría porqué lloraba, y yo me inventaré algo… ¡¡cómo odiaba mentir!!

–Lo siento, era uno de mis actores. –me miró más risueño que antes, me palmeó la espalda y luego tironeó de mi hasta que salimos de la azotea.

Me acercó a él hasta que mi pecho tocó el suyo, me hizo mirarle y luego suspiró contra mi frente. Dios, estaba volviéndome loca…

–Alex, estoy bien, no hace falta que hagas… –me cortó posicionando su dedo índice sobre mis labios. ¡¡Esto se parece a una escena de una novela rosa!!

–Deberías contarme lo que te sucede. Eso que has hecho antes… parecías un ángel sin alas, acorralado y… esa canción me ha llegado al alma. –afirmó cerrando los ojos, como sintiendo lo que decía. –. Y, quiero ayudarte, así que, cuéntamelo.

Bien, aquí venían mis mentiras… ¿qué me invento? Podría decir que mi gato se ha muerto… pero no lo creería… o, tal vez, que me había peleado con mis amigas, pero eso no es suficiente motivo como para llorar de ese modo… ¿y si le contaba que los extraterrestres me hablaron ayer y me anunciaron que debía subir con ellos para…? Nah, no se lo creería…

¡¡¡Qué le digo!!!

–Oye, está bien si ahora no me lo cuentas… pero…

–¡No quiero ser actriz, quiero cantar! –exclamé lo primero que se me pasó por la cabeza.

¡¡Mierda, mierda y mierda!! ¡¿Qué había dicho?! Ohg, ¡era estúpida y en mi casa no lo sabían…! Pero algo tenía que decir, así que…

Al principio, Alex se quedó en silencio, pero luego, sonrió de medio lado.

–¿Eso era? Mujer, no era para que te pongas así… pero entonces, ¿Por qué dijo Daniel que querías aprender este oficio? –preguntó llevándose la mano a su barbilla. ¡Ouch!

–Le mentí, solo quería ver qué se hacía aquí… así que… lo siento. No debí mentir de esa forma y, escúchame, ¡no quiero volver a esas clases! En mi lugar, pon a alguien que se lo merezca, ¿vale? –espeté algo más confiada. Por lo menos estaba aprendiendo a mentir mejor.

–Está bien, siento no haber captado tus insinuaciones antes… estaba claro que no te gustaba la clase de interpretación, ¿todo arreglado? –preguntó tendiéndome una mano. La acepté y la estrechamos. Tema zanjado.

–Bueno, si me disculpas… tengo que irme. –quise despedirme, pero Alex me detuvo de nuevo. Joder con la manita, no hacía más que tomarme la muñeca…

–Nada de eso, vamos a dar una vuelta por aquí, quiero enseñarte algo…

Sin saber a dónde me llevaba, fui arrastrada por todo el lugar hasta que nos detuvimos en un baño.

–Deberías entrar y lavarte la cara un poco… el rimel… – ¡oh! Como había llorado, se me habría corrido el rimel y el lápiz de ojos. ¡Debía dar miedo mi cara!

Me la tapé y entré corriendo al baño. ¡Qué vergüenza! He estado delante de Alex así… me miré al espejo y certifiqué mi deplorable aspecto. ¡¡Era un desastre!! Me lavé la cara a conciencia y me volví a echar rimel y lápiz de ojos. No lo he dicho, pero no usaba base cuando salía para el instituto o el día a día, aunque sí un poco de brillo en los labios. Si era una ocasión especial, si que la usaba…

Cuando estuve lista, salí y me encontré con Alex esperándome. Un momento, ¿no se había burlado de mi cuando estaba horrible? En serio, este hombre no es normal…

–Ya está, siento haberte hecho esperar. –me disculpé sonriendo sin ganas. Él no le dio importancia y me llevó hasta una sala inmensa. Tenía llave, por lo que no hizo falta llamar antes.

Entramos y Alex encendió la luz de la habitación. ¡Vaya…! ¡Era un estudio de grabación! La estancia constaba de innumerables muebles llenos de discos y de libros, suponía, de música. También se encontraban muchos instrumentos, entre ellos guitarras y baterías. ¡Hasta un piano! El equipo informático estaba completito, basta decir que hasta tenían amplificadores, micrófonos… Esa habitación era simplemente una caja de música…

Miré a mi acompañante, al que pillé observándome divertido.

–En mi empresa no solo formo a actores… sino también a cantantes con capacidades teatrales… pero contigo haré una excepción. ¿Qué te parece? –se apoyó en la pared y no paró de mirar mi expresión de absoluta sorpresa.

Conviviendo con la Mentira © [Borrador]Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ