Prejuzgando corazones

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Prejuzgando corazones






Severus había regresado a su cama, no tenía sueño y no pensaba volver a dormir aunque aún tuviera un par de horas más para descansar. En sus manos sostenía la varita de Harry, y en sus labios se dibujaba una sonrisa de triunfo... había logrado desarmar al gran héroe mágico.


La observaba como su mayor trofeo haciéndola girar entre sus dedos, acariciándola en toda su extensión mientras se percataba de cada detalle que la hacía única. Contuvo una risilla al notar que los delgados dedos de Harry parecían haberse quedado grabados como una sutil impresión en la superficie del mango... Ese niño seguramente jamás había tomado la costumbre de mantener su herramienta en buen estado.


Ahora que Harry estaba lejos ya no sentía tanta ira, y hasta le divertía recordar su enfrentamiento. De seguro el chico estaría inventándose el modo de cobrar venganza, pero no le haría fácil su trabajo, encontraría una buena respuesta en él. Ya hasta ansiaba ver lo que se le ocurriría para recuperar su varita.


Miró el reloj, ya eran las seis de la mañana, hacía algunas horas que había echado a Potter de su habitación y era tiempo de darse una ducha para irse a revisar los exámenes que tuvo que dejar pendientes por culpa de la necedad del Gryffindor. Y eso hizo, pero sin separarse en ningún momento de su preciado premio.



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Más tarde, Sirius dormía sin dejar de abrazar al rubio que también descansaba a su lado. Ambos lucían una expresión de fatiga y placer al mismo tiempo.


El primero en despertar fue Draco, acostumbrado como estaba a madrugar siempre. Y recordando lo sucedido, se acurrucó más en el cuerpo caliente que le cobijaba, ronroneándole seductor para volverlo a la vida.


— Ahh —gimió Sirius al sentir una lengua acariciándole el cuello y una mano aferrándose alrededor de su muy experimentado miembro—. Draco ¿qué haces?

— Nada... sólo te beso y acaricio, puedes seguir durmiendo, no te necesito mucho.

— ¡Malvado Slytherin!


Sirius se movió para colocarse sobre Draco quien rió feliz al verlo sonreírle.


— ¿Así que piensas que no soy necesario para continuar disfrutando?

— Tan sólo date la vuelta y yo puedo encargarme solito. —respondió besándole y sin dejar de reír.

— Primero muerto... ¡yo soy de los que siempre están arriba!

— Bien, como quieras, pero te aseguro que un día sabrás lo que te pierdes.

— ¿Lo hacemos de nuevo? —preguntó lamiendo los labios rosados del más joven.

— No sé... si tú quieres.

— ¡Ni quien te crea esa sumisión!


Y aprovechando que era domingo y ninguno de los dos debía levantarse temprano, tanto el rubio como el moreno volvieron a besarse para continuar donde se habían quedado.



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Severus gruñó, el mal humor regresaba nuevamente a él al darse cuenta que no lograba concentrarse. Era tan extraño, siempre había logrado controlar sus pensamientos, la mente era una parte de su personalidad que estaba en sus manos y lograba que hiciera lo que quería. Pero ahora no podía, tercamente insistía en seguir pensando en Harry Potter y sobre todo en aquellas palabras...


"¡Ya me cansé, Snape, puedo llegar a amarlo toda la vida, pero no soportaré ni un solo segundo más de su agresividad tan injusta!"


Eso lo llevaba a muchas preguntas... ¿realmente estaba siendo agresivo? ¿injusto? ¿de verdad ya se había cansado de insistir? Pero sobre todo, sobre todo ¿Harry Potter había hablado de amor refiriéndose a él?


Finalmente sacudió su cabeza, no iba a pensar más, y se salió de sus habitaciones para dar un paseo. Odiaba el hecho de que cada lugar de ese castillo tuviera la presencia del ojiverde en cada rincón de su estructura.



Quiero con tu padrinoWhere stories live. Discover now