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—Sabes que no podemos estar mucho tiempo en la cocina, ¿Cierto?.

—Nori, Jouta esta viendo su caricatura—. Un beso en la frente y otro en la mejilla.

—Jotaro déjame bajar.

Lo tenía encima de la barra en la cocina, con sus brazos detrás de mi cuello acariciando mi cabello, mis manos estaban sobre su cintura y nuestros labios buscaban seguir juntos.

—Si te dejo bajar me das un beso más.

—Oye, hace unos días tú eras el más reacio a los besos.

—Si Nori, pero me has dicho que tus labios son míos. Debo aprovechar mi posesión.

Una hermosa sonrisa salió de sus labios, sus manos regresaron a mis hombros y hubo un beso más que fue agregado a la lista que guardaba en mi corazón.

—Oye...—Le interrumpí con otro beso—. Jotaro...

Uno más y un manotazo en mi hombro, su delgada mano se poso sobre mis labios.

—Déjame hablar es importante, alguien ha estado viendo mi casa desde el jardín trasero.

Mi corazón se detuvo por un segundo, apreté el agarre en su cintura y lo atraje hacia mi en un abrazo.

—¿Quién te ha dicho?.

—El vecino me reclamó porque una mujer se para todas las tardes cerca de su casa.

—Nori...—aflojé mi agarre y lo vi a los ojos. —No quiero que te asustes pero creo que ella ya nos ha encontrado, puede que nos haya seguido hasta tú casa.

—No tengo nada que temer, no me puede hacer nada Jotaro.

—Puede ser peligroso para ti, puede llegar a lastimarte a ti y a Jouta.

—No soy débil cariño, puedo cuidar de tu hijo y de mi mismo. No le tengo miedo a ella, además no la he visto, no sé de quien defenderme.

Y eso era precisamente lo que me preocupaba, que no la pueda reconocer, me preocupaba el shock emocional que podría recibir Jouta.
Me preocupaba nuestra relación, pero me preocupaba aún más que los lastimara, sabía que ella era capaz de eso y más.

—Noriaki ¿Y si se van a la casa de mis abuelos?. En lo que yo arreglo las cosas aquí, podría generar una orden de restricción.

—Es que no se trata de eso, entiendo que estés preocupado pero que razón le daremos a ellos, se les hará raro que llegue de improvisto con su bisnieto.

—¿Entonces que sugieres?, yo no los quiero poner en riesgo.

—¡¿Y por qué tú si lo estas?!.

Los ánimos se habían calentado, su cara se veía roja y agitada por el coraje. En algún momento de la pelea nos habíamos soltado, la atmósfera amorosa se había terminado.

Él también estaba preocupado por mi, por nosotros.

—No quiero que les pase nada Nori.

Sus manos fueron a su rostro y lo cubrieron, un pequeño sollozo salió de su barrera. Me acerqué a él, mis brazos lo encerraron.

—Jotaro, ¿Qué somos?.

La pregunta me había tomado por sorpresa, era un tema totalmente diferente del que estábamos hablando.

—¿Por qué preguntas?.

—Porque mi corazón está listo para enfrentar lo que venga.

Si él estaba listo yo también podía tomar con madurez lo que venía, después de todo no podía dejar que un joven de Veinticuatro años tuviera más sensatez que yo con mi treintena.

—Prometidos Noriaki, tú eres mi prometido. ¿No lo habías dicho ya?.

—Supongo que nos pasamos la etapa de Noviazgo.

—Aún es poco tiempo, así que disfrutemos de nuestro compromiso.

Su cuerpo aún estaba entre mis brazos, mi corazón latía contra su pecho.

—Si es así, entonces me iré un fin de semana con tus abuelos. Pero quiero que el Domingo nos alcances y pasamos tiempo con ellos.

—¿Te parece bien este fin de semana?.

—Mientras más pronto tramites la orden de restricción mejor, no la quiero cerca de ustedes.

Limpié sus lágrimas y lo llevé a la sala para que tomara asiento, Jouta estaba totalmente ajeno a lo que había ocurrido adentro.

—Jotaro, es hora de que me vaya a casa.

No lo quería dejar ir, no estaba en condiciones para irse a casa y me preocupaba que estuviera solo. Sabía que sus padres vivían cerca pero no me sentía con la confianza de dejarlo.

—¿Te gustaría quedarte con nosotros?

—Si, Noli.

Las manos de Jouta se cerraron alrededor de su brazo en busca de retenerlo.

—Mañana chicos, hoy quiero descansar en mi casa y además no tengo mis cosas aquí.

—No es necesario, podría prestarte un poco de ropa.

Se levantó y tomó a Jouta en sus brazos, después me dio su mochila y se dirigió a la puerta.

—Me quedo, pero tengo que recoger las actividades de mañana.

Tomé las llaves de la casa y lo seguí hasta la salida.

Una mujer que conocía muy bien, se encontraba con una sonrisa en su rostro, estaba cerca del jardín con un bulto sobre sus brazos y una bolsa colgando por un costado.

—¡Mamá!.

El sonido de un llanto comenzó a resonar por la calle. Era el llanto de un bebé.

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Ealeeeee una disculpa por la mala redacción:)

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Tears (JotaKak)Where stories live. Discover now