—Ten—Me entrega el pendrive—Veamos que tanto tiene esa pequeña mierda.

Kellan se inclina sobre mi hombro cuando me siento en la silla; su cálido aliento golpeándome en el costado de la mejilla, los brazos a cada lado de mi cuerpo, descansado las palmas de las manos sobre la superficie de la madera del escritorio. No importa el tiempo que pase, su cercanía no deja de ponerme nerviosa. Tomo una profunda respiración, intentando que las hormonas no me alboroten de más.

—Muy bien—Me muestro de acuerdo.

—¿De cuándo es ésta foto?—Antes de que haga nada, Kellan cuestiona.

Él presiona levemente la pantalla, dónde Ava tiene los ojos a medio cerrarse y yo la abrazo con mucho cariño, con el cabello recogido en un moño desprolijo y usando una pijama dibujada con sutiles instrumentos de pastelería. Frunzo el ceño haciendo memoria.

—El día de mi cumpleaños número diecisiete, creo—Ladeo la cabeza hacia un lado. Rememoro la gran cantidad de pasteles que cociné ese día, la montaña de chocolate y helado que compré para que Blake y yo nos hagamos un festín con azúcar y productos procesados—Si, sin duda fue en mi cumpleaños, semanas antes de que Blake se fuera—Me vuelvo un poco, lo suficiente para verlo a los ojos—¿Por qué?—Inquiero.

No me doy cuenta de lo realmente aproximados que estamos hasta que la punta de su nariz roza la mía en un gesto tierno. El aire abandona mis pulmones. Me cuesta aún demasiado hacerme a la idea de que Kellan puede llegar a ser tan gentil y amable, sobretodo después de tantas peleas y situaciones incómodas entre ambos, pero ahora que hemos llegado a éste punto definitivamente no lo cambiaría por nada del mundo. Aunque en el fondo, siempre supe que el chico de los tatuajes era más que un simple cascarón de alguien egocéntrico y malhumorado.

—Te ves muy feliz—Retira un mechón de cabello de mi frente, dejándolo detrás de mi oreja con mucho cuidado—Es... una diferente tú.

Oh, no.

Sólo que era muy buena para actuar, y ciertamente mi hermana me ayudaba a mantener la máscara y el personaje en su lugar. No obstante, puede que en parte tenga razón.

Era más feliz con Blake, un tiempo de mi vida mucho más fácil. O algo así. Existía menos dramas y secretos que ahora, eso es seguro.

—Soy la misma, Kellan—Niego—Sólo que ahora no me preocupo demasiado en ocultar lo que pienso, aunque tampoco antes lo hacía demasiado—Medio me río—, pero ahora realmente no me interesa si hago enfadar a los demás.

El gesto se le vuelve simpático—De eso soy testigo.

Pongo los ojos en blanco—Tú sacas lo peor de mi, así que no te quejes.

—Mhm—Emite un sonido bajo con la garganta, a la misma vez que desliza la mirada por mi rostro.

Joder.

—Uh... oh—Me echo para atrás, con los vellos de los brazos en punta y una avasalladora sensación en el estómago—¿Hacemos esto?—Señalo, volviéndome a la computadora.

Escucho su ronca risa en mi oído, demasiado entretenido—Por mi cuando quieras, Alaris.

"Alaris"

Aprieto los dientes.

Sin decir nada más conecto la memoria a la computadora, con el corazón latiendo a mil por hora y la ilusión por los cielos. ¿Qué tal si en serio es de Blake? Sería un paso más cerca de mi hermana. Ante tal pensamiento, inconscientemente dibujo una pequeña sonrisa, esperanzada.

Y toda emoción se va por el caño al ver un cartel que dice:

"Ingresar contraseña"

—Tiene que ser una puta broma—Exclamo.

HEAVENWhere stories live. Discover now