Capítulo 22

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Yuliya se despertó durante la noche. Había tenido otra vez la misma pesadilla. Estaba atrapada en una habitación sin puertas ni ventanas. No había forma de escapar de allí. No podía dormir o morir como había deseado, después de estar horas y horas clamando por ayuda. En cambio, sí podía ver como sus más amargos recuerdos aparecían una y otra vez. La muerte de su padre. La pelea con Ivana. La aparición del monstruo que se la había llevado. El sacrificio...

Una débil vela iluminaba la lujosa habitación en la que se había despertado aquella mañana, en la que había perdido el sentido y en dónde se había visto rodeada de hombres. Aquellas figuras que personificaban el desprecio, el engaño y el mal más puro. ¿Quién puede tratar de matar a una joven como ella? ¿Qué pueden ganar haciendo algo así? "Sólo quiero regresar a casa".

Se levantó nuevamente y buscó en un inmenso armario algo de ropa. Vio muchos vestidos y juegos de prendas que no sabía ni cómo podrían usarse, ni para qué. Agarró lo que supuso que sería más cómodo: un vestido ceñido de color claro, pero indefinido con esa fuente de luz, y bastante simple. Parecía abrigado.

Se calzó unas botas de cuero y dejó la habitación. No iba a estar ni un segundo más dentro de aquel lugar. Tenía que volver a casa. Aleksey estaría preocupado. ¿Cuántos días habrían pasado desde su rapto? ¿La habría abandonado? ¿Habría aprovechado Ivana para conquistarlo? "No. Ivana jamás me podría hacer eso", pensó. Una cosa era decirlo y otra muy distinta era hacerlo.

Ellos dos y madre estarían buscándola por doquiera que fuera posible. "¿Cómo podrían saber que estoy aquí? Podría estar en cualquier lugar de Rusia, del mundo".

Avanzó por los pasillos oscuros de aquella gigantesca casa. ¿Cómo había llegado hasta allí? Había muchas lagunas en su memoria desde los sucesos de aquella maldita noche. ¿Pudiera ser que el monje o alguien le hubiera dicho que era la gran Duquesa Anastasia? No era la primera vez que alguien le remarcaba ese parecido. "Están locos. ¿Cómo es posible que alguien me pueda confundir con ella?", se preguntó. Sus manos, su delgadez, incluso su tono de piel reflejaba la vida carente de privilegios que había tenido.

Halló una escalera por la que bajó hasta encontrarse con dos grandes portones que no podían conducir a otro lado que no fuera la salida. Dejaría atrás esa hermosa mansión llena de cuadros y tapices. De vestidos hermosos y misterios que no comprendía, ni quería comprender. Sólo había una cosa que deseaba: llegar a los brazos de Aleksey y ser sujetada fuertemente por ellos. Anhelaba perder su mano por sus rubios y largos cabellos, acariciar su barba mientras bebía de sus ojos azules como el cielo en un día de verano y fundirse en un largo beso con él. Eso era lo que deseaba.

Ver a Ivana en aquel momento sería también lo mejor que le podría pasar. A pesar de aquella discusión, no había otra amiga en su vida. Todos podían fallar. Ivana había sido abrumada por sus palabras sobre Aleksey. La perdonaría. E Ivana seguro que se habría arrepentido por todas las barbaridades que le había dicho. "Ella me ama. Eso es lo que importa".

Desde que había muerto su padre, había desconfiado de todos los hombres. Había sido sabia, porque muchos habían tratado de aprovecharse de ellas tres: mujeres solas y desvalidas. Pero Aleksey no era como la gran mayoría de ellos. Lo conocía desde su más tierna infancia. La había protegido a ella de todo y todos. Y cuando la tuberculosis venció la batalla contra su padre, varios usureros habían buscado echarlas de casa y quedarse con todo lo que tenían. No había forma que pudieran pagar todo lo que debían por los medicamentos que no habían servido más que para retrasar lo inevitable.

Alyosha había pagado todo eso. Eran las ganancias del pasado, presente y futuro que les había dado esperanza. "Aun en el trayecto más oscuro hay luz". Eso no lo había sabido Ivana hasta hacía unos años atrás, cuando Aleksey casi perdía la movilidad por un accidente de trabajo. Eso lo había hecho ver de forma diferente. También, Alyosha siempre había sido muy simpático con ella en especial, porque era la más difícil de convencer.

The Red Steam RevolutionWhere stories live. Discover now