XXIII

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A la mañana siguiente Steve pasó por Jane a casa de Nancy y la fue a dejar a la de ellos. Ella no hablo en todo el camino y solo con eso Steve sabía que algo pasaba y no era bueno

Jane se despidió de Steve como siempre lo hacía sólo que ahora sin sonreír, pero Steve pensó ella sólo estaba cansada, pensó que tal vez se había dormido muy tarde con Nancy y tenía tanto sueño que por esa razón no hablo en todo el camino. Se tenía que ir pero cuando llegara podría hablar con ella

Jane se sentía mejor, o al menos no destrozada, como se sentía ayer. Nancy la había ayudado y la tristeza que sentía se había convertido más en coraje, se acostó en un sillón, no tenía hambre, no iba a desayunar, prendió la televisión y buscó que podía ver

Media hora después, estaba dormida en el sofá, echa bolita mientras descansaba

Dos horas después se levantó, se hizo algo de comer porque se había despertado con hambre y comió viendo una caricatura

No mucho después de eso, alguien tocó la puerta, sabía quien era, y estaba dispuesta a enfrentarlo. Tomó la fotografía de su bolsa y se preparó mentalmente, probablemente volvería a llorar toda la noche pero tenía que hacerlo, suspiró profundamente antes de abrir la puerta, se puso en el camino, obstruyendo el paso para Billy, quién la miro confundido, tenía una sonrisa en el rostro que se le fue borrando cuando se dio cuenta de que Jane estaba seria, sus ojos apagados y se miraba triste y cansada

—Hola Janey—dijo con suavidad, no sabía que pasaba pero pensó que no era por él, si no por Steve, y lo mejor era tratarla amable y con suavidad hasta que ella le contara que pasaba, como las otras veces, aunque nunca le contaba lo que la ponía así, nunca dijo nada sobre lo que la había atormentado mucho tiempo, la muerte de Barb.—¿Puedo pasar?

Jane negó con la cabeza, y Billy frunció el ceño, ya no le estaba gustando para donde iban las cosas, algo pasaba

—¿Qué pasa?—volvió a hablar con suavidad, trató tocarle el rostro pero Jane movió la cara, haciendo que no la tocara—Jane, ¿qué pasa?

Jane sólo le extendió la fotografía y Billy la agarró con un poco de miedo, cuando la observo, en la cara se vio su sorpresa

—Jane...—

—No Billy, me engañaste—la voz de Jane era firme, estaba tan enojada con él, el coraje podía notarse en su voz, estaba decidida en que no iba a perdonar una infidelidad y menos de Billy—Me engañaste después de que hablamos de la confianza, de la fidelidad, y no te importo.

—Jane, déjame explicártelo—su voz era firme pero a la vez Jane sabía que estaba desesperado, la nombrada negó de nuevo

—No hay nada que decir Billy, al menos admite que me engañaste, que haz estado viendo a Stacey, que me haz mentido

—No Jane, yo...—

—No mientas, deja de hacer como si no supieras de esta foto, o como si no hubieras besado a Stacey, la prueba esta ahí, no puedes decir que es mentira. Púdrete Billy.

Jane cerró la puerta de un golpe, a unos centímetros de la cara de el chico de cabello dorado y apoyo la cabeza en la puerta y empezó a llorar

Billy la pudo escuchar llorando del otro lado de la puerta, se sentó afuera, con la espalda apoyada en la puerta, no sabía que iba a hacer, no quería perder a Jane y menos por una tontería así, necesitaba comprobar que las cosas no fueron como parecían, y debía recuperar a Jane, pero ahora mismo, se sentía horrible, quería llorar, en el fondo Billy siempre había sido bastante sensible, pero no dejaba que nadie lo supiera, pero el pensar que ya no volvería a ver a Jane, a abrazarla, a besarla, le daban unas horribles ganas de llorar, estaba mejorando, por él y por Jane, y escucharla llorar por su culpa le partía el corazón.

Se puso de pie y se subió al auto, Jane pudo escuchar como arrancaba y se iba, y eso sólo la hizo llorar aún más, ni siquiera volvió a decir algo o tratar de hablar con ella de nuevo, sólo se fue, haciendo que Jane sintiera que todo era verdad.

Después de un par de horas, la menor de los Harrington había dejado de llorar, y volvía a estar mirando las caricaturas, no tenía ganas de nada, no tenía hambre, era el segundo día en el que no leía ni siquiera una palabra de sus libros favoritos, se sentía vacía, como si le hubieran arrancado todos los órganos excepto los pulmones, porque seguía respirando

Escuchó la puerta abrirse y cerrarse, sabía que era su hermano, fue hacía el lentamente y luego lo abrazo

Steve sabía que algo estaba mal desde que se fue, pero con el abrazo simplemente sabía que era peor, rodeo con sus brazos a su hermana menor, abrazándola con fuerza

—¿Qué pasa, Janey?—murmuró dejándole un beso en la cabeza y apoyo su barbilla en ésta

Janey, el apodo que todos le tenían, era bonito y le gustaba mucho, se sentía tan querida cuando alguien le decía así, Steve la llamaba así desde que él empezó a hablar, y por esa razón todos los que hablaban con Steve la llamaban así, porque lo habían escuchado decirlo.

—Ya no estoy saliendo con Billy—murmuró, ya no quería llorar, se sentía seca de los ojos, sentía que ya no podía llorar más—Me engañó, Steve

—¿Qué?—tenía que admitirlo, estaba un poco sorprendido, había hablado con Max en cuánto se había enterado de su hermana y Billy y habían hablado, Max le había comentado lo diferente que estaba siendo Billy, que seguía siendo un idiota pero ya no era violento, o al menos no con ella.—Es un maldito hijo de puta, lo voy a matar cuando lo vea, lo juro Jane, ¿cómo se atrevió a hacerte eso?, no, ¿sabes qué?, esta bien, tú mereces a alguien mejor, a alguien que no es un estúpido infiel y que no sea violento. De ahora en adelante, pasarás todo el día conmigo, no me importa que no quieras, tu hermano no te va a dejar sola ni un segundo.

Jane rió un poco. Esa noche Steve se quedó con Jane hablando durante la noche, hasta que ella se quedó dormida y él se fue a su habitación, habían estado hablando sobre viejas anécdotas que les gustaban a los dos, de cuando eran más pequeños y sus padres se preocupaban por ellos, ahora recibían una llamada cada dos o tres días, durante menos de cinco minutos y los veían muy poco, pero estaba bien, Steve tenía un auto muy bonito, vivían bien y tenían dinero para ambos sin necesidad de trabajar, era una buena vida, no podían quejarse.

Jane se levantó por la mañana con un horrible dolor de cabeza, parecía que su cuerpo se estaba cobrando los dos días de puro llorar en uno sólo, sentía que le iba a explotar, fue hasta el baño a buscar aspirinas en los cajones de un mueble, y las encontró, tomó dos pastillas del bote y se dirigió a la cocina, en dónde se encontró a su hermano haciendo el desayuno; dos platos de cereal, le sonrió y tomó un vaso con agua para pasarse las pastillas

—¿Estás bien?—preguntó Steve sentándose en la mesa, Jane asintió

—Sólo es dolor de cabeza—se encogió de hombros—Quiero quedarme en casa hoy, sólo hoy, mañana iré contigo

Steve dudó viéndola un rato, la verdad de las cosas, es que él estaba bastante ocupado en el trabajo, especialmente porque Dustin llevaba días diciendo que había algo raro en el centro comercial, y aseguraba haber visto personas sospechosas

—Bien, sólo hoy.

Lo que nadie sabía era que el último día en el que Tommy estuvo consciente de lo que hacía, fue cuando entregó la fotografía al correo, el sobre que era para Jane, que fue un día antes de que ella lo viera, después de ese día, ya no era Tommy, era algo más usando su cuerpo.

En Hawkins volvían a hablar de una chica desaparecida, a Jane eso la ponía muy mal porque no podía sacarse de la cabeza la imagen de Barb, y tenía miedo de después ser ella, o Nancy.

Pero tampoco iba a dejar que el miedo se apoderara de ella, habían muchas cosas que necesitaba saber sobre el pueblo en el que vivía, y no faltaba mucho para que lo supiera.

Jane HarringtonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora