Capítulo 9

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A: Betty es... es mejor (trató de encontrar palabras)

B: Estábamos en un lugar que parecía una oficina (empezó a hablar con la mirada fija en la nada) pequeña rodeada de expedientes, me besaste así, con esa desesperación... ¿qué tipo de relación teníamos? ¿Realmente sucedió ese beso? (Miró directamente a Armando que inclinó la cabeza totalmente fuera de lugar) no, no.... esto debe ser un lío en mi cabeza, tú no me besarías como antes no era el tipo de mujer que un hombre como tú besaría.

A: No hables así (pone ambos manos en su cara, acariciándola suavemente) Mira, siempre has sido y eres la mujer más increíble, inteligente y dulce que he conocido, no importa tu aspecto... un hombre como yo no merecería ser besado por una mujer como tú...

Ambos se miraron directamente a los ojos y esos ojos eran espantosamente brillantes por la emoción que los invadía, las palabras de él, el delicado tacto de sus manos en su rostro la hacían sentir especial, feliz, amada y ese era el tipo de sentimiento que ella quería tener, no el antiguo.

B: Ya no quiero volver a la terapia.

A: ¿Qué? (Le cogió las manos) La terapia es muy importante para ayudarte a recordar.

B: Pero estos recuerdos traen dolor. (Armando sintió una puñalada en el corazón)

A: El dolor también forma parte de su historia...

B: Estoy cansada, llévame a casa. (Huyó del tema).

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En el camino de vuelta a su casa ambos fueron en silencio, cada uno envuelto en sus pensamientos, en su angustia. Betty tenía en su mente un torbellino de pensamientos confusos, para ser breve, no sabía si esas imágenes que le vinieron a la mente durante el beso con Armando eran reales o sólo fruto de su mente perturbada, pero lo peor de todo es que tenía miedo, mucho miedo de descubrir la verdad y que ese dolor, hasta entonces fantasioso, formara parte de su realidad. Armando igua que ella había estado tratando de poner en su sitio sus caóticos pensamientos "es obvio que tenía un pequeño recuerdo de los varios momentos vividos juntos". ¿Y ahora cómo proceder? Porque también era evidente que ese recuerdo la angustiaba, la hacía sufrir. Tampoco sabía ya si quería que ella recuperara la memoria, la historia que estaban construyendo ahora era mucho más interesante, más ligera, más feliz. Y así, absortos en sus pensamientos, llegaron a la casa de Betty.

A: Beatriz yo... quería disculparme una vez más por haberme dejado llevar... no debería haberlo hecho...

B: ¿Te arrepientes?

A: Nunca, pero no sé si es el mejor momento.

B: Sólo fue un beso, Armando, no te preocupes (tratando de restarle importancia a ese momento).

A: No hablo sólo del beso, porque para mí no fue sólo un beso. Hablo de lo que te hizo sentir, te hizo recordar ¿Quiere que hablemos de ello?

B: No.

A: Betty...

B: Me voy a dentro, mis padres deben estar esperándome para comer. (Era mejor huir de esta conversación) Armando, mañana no hace falta que vengas a buscarme para llevarme al fisio, iré sola o me llevará mi padre.

A: ¿Por qué?

B: Porque estás muy ocupado con cosas de la empresa y no es justo que te quite tiempo.

A: Como quieras (entendiendo que sería bueno para ambos tomarnos un tiempo libre) pero cuando me necesites para cualquier cosa, no dudes en llamarme. Y me gustaría que vinieras al lanzamiento conmigo.

CARTAS PARA BEATRIZWhere stories live. Discover now