Capítulo 4

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A: Marcela, ¿qué haces aquí?

M: Desapareciste y me preocupé por tu estado. (Hablaba en un tono de voz suave). Estás muy degollado Armando, ¿no dormiste anoche?

A: No, no he dormido y seguro que me esperan muchas más noches sin dormir.

M: Siento mucho lo que le ha pasado, Mario nos ha contado algunas cosas... está en coma, ¿verdad? (Armando se limita a asentir con la cabeza) Lo siento mucho y espero de todo corazón que se recupere. (Al notar que Armando no habla) por lo que ha dicho Mario esta recuperación puede tardar en llegar.

A: Se recuperará (habla con cierta inseguridad)

M: Sí, pero ¿y tú?

A: ¿Yo?

M: Sí. ¿Qué pretendes hacer con tu vida? ¿Vas a quedarte así (señalando a Armando) como un muerto viviente? ¿Vas a dormir todas las noches en el hospital? Porque de ahí vienes verdade? (Armando no contestó) o ¿vas a volver a los bares a hundirte en la bebida y a necesitar que te rescate de la muerte otra vez?

A: Lo único que puedo garantizarte es que no necesitarás rescatarme de la muerte porque en este momento es imposible que mi alma salga de allí. (Los ojos de Marcela se abrieron de par en par cuando escuchó esto). Cálmate, no te asustes, no pienso hacer nada para acabar con esto (hizo un gesto con las manos mostrando su propio cuerpo) que llamas vida y .... no voy a volver a los bares Marcela, no estoy de humor para esto. Y en cuanto al hospital, es el único lugar donde me siento vivo, irónico, ¿verdad?

M: Armando, necesitas ayuda. ¿Qué puedo hacer para ayudarte?

A: Perdóname. (Marcela se sorprendió) Perdóname por todos estos años en los que he sido tan imbécil contigo, que no te he respetado, que no te he valorado como mujer, que te he hecho parecer loca, desequilibrada, que te he hecho dudar de ti misma. Puedes romper con este compromiso sin futuro e ir en busca de tu felicidad, esto puedes hacerlo para ayudarme.

M: ¿Sabes que de todo lo que me has pedido lo más difícil es romper nuestra relación? (Habló entre lágrimas mientras él permanecía serio frente a ella) porque perdonarte ya lo he hecho hace mucho tiempo, lo he ido haciendo día a día. Mi felicidad está de tu lado.

A: No Marcela, no lo es.

M: Armando, no puedo dejarte solo así.

A: ¿Y qué quieres? Te haré la misma pregunta que tú has hecho. ¿Qué pretendes hacer con tu vida?

M: Estar a tu lado, dándote fuerza. Esperándote porque un día te cansarás...

A: ¿Me cansaré de qué? ¿De esperarla? Esto jamás va a passar. Y en este momento de mi vida en que todo es incierto, la única certeza que tengo es el gran amor que siento por ella.

M: Y si ocurre lo peor...

A: No te atrevas a decir eso (impidió que Marcela terminara la frase, pues él mismo temía pensar en esa posibilidad) Marcela no quiero causarte más daño.

M: Pero al actuar así me estás causando mucho daño.

A: Quizá al principio lo veas así, pero después de un tiempo entenderás que es lo mejor...

M: Armando... (ella sigue intentando discutir)

A: Cuando te vayas, por favor, cierra la puerta y deja las llaves en la puerta.

M: Tengo miedo de dejarte solo (lo intentó una última vez cuando estaba a punto de entrar en su habitación, lo que hizo que se volviera hacia ella)

A: No tienes que preocuparte por mí, sé que tengo que ser fuerte, pero de momento hago lo que puedo. Haz algo por ti Marcela.

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