Capítulo 5: "Preocupación".

852 92 9
                                    

  Isabel seguía en penumbras sentada debajo del aquel árbol, único testigo de la traición de su cuerpo a su conciencia, cuando se encontró bajo los efectos de las caricias posesivas de las manos de Raquel sobre él. No acepta que se haya dejado enredar por las mañas seductoras de esa arrogante e irresistible mujer, pero se resigna a soportarlo. Su piel se eriza al recordar, con detalles, todo lo ocurrido, la habilidad de sus dos largos dedos en su interior, la sensibilidad de esa lengua trazando y descubriendo nuevos caminos entre sus piernas. Sus labios se entreabren y dejan escapar un jadeo.

  —Idiota —se regaña en voz baja.

  Son cerca de las dos de la madrugada y la rubia no tiene valor ni encuentra sostenibilidad en sus piernas, para ponerse de pie y entrar a la habitación que le asignaron junto a Raquel. Sabe que allí está, al acecho, esperándola para someterla y demostrarle nuevamente, que, bajo su calor no tiene salvación. La pelicorta le ha demostrado que no es persona de quedarse quieta, de brazos cruzados, si no, que es mujer de ir a por toda, sin ponerse límites ni barreras. 

  "Me voy a beber todo tu odioso pasado"
¿Qué tanto sabe Raquel sobre ella? La manera en que la mira, es como si la evaluara todo el tiempo, la estudiara, la memorizara, incluso se siente, en ocasiones, cuidada.

  —No retrases más, lo que deseas vuelva a suceder —la voz de la pelinegra detrás de su oreja la sobresaltó—. Demoras mucho, me tenías preocupada.

  —No va a suceder nada más entre nosotras, creo que ya has tenido demasiado de mí.

  —Las mujeres como tú, Isabel, siempre quieren más —dice Raquel dándole un toque en la nariz.

  —¿Las mujeres como yo, dices? No tienes idea de quién soy y de lo que soy capaz de hacer.

  —Lo he dicho, sexualmente hablando, rubia. Además, he estudiado tanto tu vida que sé cuándo te atreves o no a dar un paso.

  —¿Qué tanto sabes de mí?

  —Más de lo que imaginas, pero es algo que no interesa ahora. Vamos a la habitación, te puede hacer mal el frescor de la madrugada.

  —Llegas a mi vida de forma repentina y dices que no interesa todo lo que puedas saber de mí, increíble. Eres irritante —Isabel se pone de pie alterada.

  —Cálmate, Isabel —Raquel la mira con sutileza, no la quiere incomodar más.

  —¡¿Qué me calme?! No pidas que me calme. Eres una desconocida, que se ha tomado la confianza absoluta hasta para casi obligarme a tener sexo.

  —Eso lo permitiste, jamás forzaría a nadie a hacerlo.

  —Cállate, conoces como manipular y sabías que llevo más de un año que no tengo relación con nadie, eres una aprovechada —en los labios de la pelicorta se dibuja una sonrisa y la rubia camina hacia ella alterada, la morena se aleja unos pasos.

  —Me indignas. Mantente alejada de mí, lo más que puedas y deja de investigarme. Lo que quieras saber de mí, pregúntalo, ya sabré yo si responder o no.

  —Sé lo suficiente, no te preocupes.

  —Pues quédate con eso solamente y déjame en paz. Yo en cambio, no conozco nada de ti, hasta dudo de que tu nombre sea el verdadero.

  —¿Quieres conocerme? —Raquel sonríe.

  —Te voy a borrar la risa de una bofetada, no provoques.

  —Hasta violenta eres, así me gustas más. 

  —¿Qué he hecho mal en esta vida, para merecer tal calvario?

  —Entremos y no te resistas. Hay miles de posiciones que podemos perfeccionar con nuestros cuerpos, no te pongas difícil, porque me vas a obligar a usar otros métodos.

  Isabel la mira sin mostrar reacción alguna.

  —¿Desde cuándo me conoces? —pregunta la rubia con semblante serio.

  —Hace más de ocho años.

  Isabel parpadea, es demasiado tiempo y ella no recuerda haber visto a esta mujer nunca.

  —¿Desde cuándo me vigilas e investigas?

  —Hace más de ocho años.

  —¿Por qué?

  —Porque desde el día que te conocí, supe que eras la única persona que podría caminar junto a mis heridas.

  Quedan en silencio, mirándose fijamente. La rubia recuerda que hace ocho años ella empezaba su relación con Juliana y que no tuvo ojos para más nadie.

  —¿Por qué no me hablaste nunca?

  —No era lo suficiente valiente y tenía el camino ocupado. Ahora no, ahora está limpio.

  —No creo lo que dices.

  —No es hora para hablar de esto. Entremos, la noche se agota y ya tengo sueño.

  Raquel pasa por su lado y la rubia la sigue de cerca. Al llegar a la habitación, solo una cama está preparada para dormir, Isabel la mira frunce el ceño.

  —Ni pienses que dormiré contigo.

  —No es un pensamiento, es un hecho. No actúes como una adolescente, ven a dormir.

  —Raquel —la pelicorta la mira, su nombre ha sonado demasiado bien en esos labios.

  —Isabel, necesito dormir. Mis neuronas deben estar al cien por ciento para poder funcionar bien.

  La rubia se queda de pie en medio de la habitación, la pelinegra la observa, se acerca a ella y deja un delicado beso en su frente y la abraza fuerte, este gesto sorprende a Isabel.

  —En lo queda de la noche solo dormiremos —Raquel susurra en su oído—, quedan cuatro noches donde te demostraré el hambre que tengo de ti.

  La rubia se deja llevar hasta la cama. Su cuerpo se funde entre las sábanas junto al de la desconocida y deja que esta la acorrale entre sus brazos. Se siente bien, y ahora mismo su mente solo trabaja las palabras de la peli corta.

  —Buenas noches, rubia.

Intensidad.Where stories live. Discover now