Capítulo 6: "Hermanas".

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  —Conozco más de tu vida de lo que imaginas, rubia.

Isabel pone sus ojos en la pelicorta, luego de haber dormido toda la noche y despertar abrazadas, ahora se encuentran desayunando como si fueran las mejores amigas, amantes, conocidas de toda sus vidas. Raquel la mira sonriente, como si lo que hubiera dicho fuera una broma, cuando es todo lo contrario para la rubia.

  —¿Qué tanto conoces? Sorpréndeme —Raquel ríe ampliamente y eso hace que el pecho de Isabel se encoja.

  —Que, a tus 36 años, amas más tocar el piano, que ejercer de abogada. Eres susceptible a las falsedades, por eso no te relacionas mucho con tus compañeros de trabajo, son todos unos hipócritas, créeme lo sé. No te gusta que te lleven la contraria, aunque esa parte no me la has demostrado. Tu familia ...

  —Detente ahí, no menciones a mi familia. ¿Desde cuándo conoces a Mónica? —la abogada la mira fijamente, buscando algún indicio de mentiras en sus ojos, aunque todo lo que le ha dicho es verdad.

  —No conozco a Mónica, pero si a Juliana.

  Isabel se pone de pie y Raquel la observa con detenimiento. Escuchar mencionar el nombre de su difunta esposa es algo que aun no lo supera del todo, demasiado el tiempo vivido a su lado, demasiadas las costumbres, no es algo que se pueda ignorar de la noche a la mañana.

  —¿Dónde conociste a Juliana? ¿Por qué no te conozco yo?

  —¿Realmente quieres escuchar de donde conozco a Juliana, Isabel? ¿Estás preparada para ello?

  —Tú empezaste el tema, ahora lo terminas. Siempre voy a estar preparada para escuchar hablar de la mujer que más ha amado en la vida, no creo que vuelva a querer a alguien como a ella.

  Raquel hace una mueca de desolación, pero es tan leve que Isabel no se da cuenta.

  —A Juliana la conozco desde siempre.

  —Explícate —pide la rubia impaciente—, porque yo viví más de ocho años con ella y a ti nunca te había visto.

  —Soy su hermana menor.

  Isabel la mira perpleja, nunca escuchó mencionar sobre la existencia de alguna hermana menor.

  —Buena historia te has creado. Nunca supe si existía una hermana menor en la vida de la mujer que fue mi esposa, solo conocí los hermanos.

  La abogada camina nerviosa de un lado para otro, incapaz de mirar los ojos de la pelinegra, que no se pierde ninguno de sus movimientos. La sensación de culpa es tan potente que siente como empieza a surgir en ella, el desagrado hacia la mujer, que dice ser hermana de Juliana.

  —Siempre fui excluida de mi familia, ignorada hasta por la mujer que fue tu esposa. Mucho peso tiene mi pasado, como para ponerme a hablar de él ahora mismo, luego de haber desayunado muy tranquilamente.

  La rubia, exasperada, la observa. No hay parecido físico alguno, pasa la mirada por sus cejas y el rasgo de sus ojos, no encuentra nada que la una físicamente a su difunta esposa. Raquel tiene el rostro más perfilado y suave, es incluso mucho más hermosa que Juliana en todos los aspectos.

  —De ser cierto que eres su hermana. Es inaceptable que te hayas acercado a mí, con el propósito que lo has hecho. Me causa nauseas solo de pensar en ello.

  —Supe de ti, nuevamente, el día de su entierro —dice Raquel ignorando sus palabras— Desde ese día no he dejado de pensarte, de buscar la manera de acercarme a ti. Ya me habían alejado una vez, dos no lo iba a permitir.

  —Me has estado investigando todo este tiempo.

  —Si.

  —¿Y lo dices así tan calmada? ¡Lo que has hecho es deshonesto, impúdico! ¿Por qué me haces esto? ¿Acaso es un plan macabro, una venganza? ¡Me he acostado contigo!

  —Cálmate —Raquel se pone de pie.

  —¡No me pidas que me calme! ¡Es vergonzoso! Eres su hermana, por Dios. Juliana no merecía que le hiciera esto, ella es ... única.

  —No sabes de lo que era capaz Juliana, tú nunca la conociste.

  Isabel se acerca a ella y la empuja bruscamente.

  —¿Y tú sí?

  —No estás preparada para escuchar todo lo que tengo que decirte de Juliana, no sin pruebas en las manos.

  —Raquel, dame un motivo para no arremeter contra ti, ahora mismo.

  La pelicorta la mira fijamente, pasa una mano por su cabello y suspira, hablar del tema es más difícil de lo que piensa la rubia, varias palabras, sin profundizar en el tema, le pueden remover parte de su pasado.

  —Yo te vi. Íbamos Juliana y yo. Te vi en una multitud de más de quinientas personas. Fue para un evento benéfico, de eso hace ocho años y un poco más. Yo tenía veinte años en ese entonces, una niña mimada para criterios de muchos. Recuerdo tus ojos, el vestido verde que llevabas, la sonrisa perfecta en tus labios cuando saludabas a alguien y mostrabas afecto sinceramente. Juliana se río en mi cara, aún recuerdo sus palabras, "ella es demasiada mujer para ti". En ese momento no entendí, hasta que llegaste a nuestro lado y la besaste. Me miraste y como hacían todos, me ignoraste. Juliana no se tomó la molestia en presentar a la arrogante y cobarde hermana que un día intentó cortarse las venas. Tú tampoco te interesaste por quien era la debilucha que acompañaba a tu pareja. Los hechos de ese día, lo que viví, fueron las gotas que rebasaron mi paciencia. No era mi ambiente, ni mi lugar, como tampoco mi cuidad. Esa misma noche me fui, si me buscaron, no lo sé. Regresé el día de su entierro y te volví a ver, tan fresca y refrescante como siempre.

  Isabel se carcajea, Raquel pasa una mano por su rostro, incapaz de procesar la reacción de la rubia. Tal vez se equivocó a la hora de pensar que podría ser diferente.

  —¿Piensas que te voy a creer esa historia mal contada? Pues te equivocas.

  —No me interesa si crees o no, lo que te he contado, es mi verdad. Lo que si tengo claro es que tú y yo follaremos hasta saciarnos. Luego de que pasen estos cinco días me volveré a marchar y nunca más sabrás de mí.

  —Tú a mí, no me pones un dedo nunca más encima.

  Raquel la toma bruscamente por la cintura, la levanta en peso y la tira rudamente en la cama. Se posesiona sobre ella y apresa sus manos por encima de su cabeza.

  —Me estás obligando —la rubia se retuerce debajo de ella tratando de liberarse, pero es en vano. No puede evitar jadear cuando la pelicorta se restriega contra ella y la besa exigiendo que corresponda.

Intensidad.On viuen les histories. Descobreix ara