- Le soy fiel a Inglaterra en todos los aspectos. ¿Qué está sugiriendo? - Sus dedos iniciaron un desfile por mi abdomen que no pasó desapercibido para mí y mucho menos para la ojiverde.

- Tenía entendido que los ingleses solían ser caballeros. ¿Será que se adaptó a la idiosincrasia americana? - Hizo un mohín escéptico para contrarrestar el golpe de su próximo comentario, la conocía demasiado bien. - ¿Es usted tan rápido en todos los aspectos de su vida?

- No asuma más cosas sobre mí, señorita Jauregui. - Respondió mosqueado. Había dado en el punto exacto del ego masculino.

- Qué poca resistencia, doctor. - Volvió a dejar que el doble sentido se expandiera en su voz.

- Debería ahorrarse las palabras, quién sabe si en un futuro pueda conocer de primera mano otros detalles. - Al hablar me miró y yo tuve que hacer mi mayor esfuerzo para detener una arcada. - ¿Algo más que quiera saber?

- No. - Las últimas palabras del hombre parecieron asquearla tanto como a mí, sin embargo, se notaba que la guerra sólo iba a continuar. - Aunque pensándolo mejor: ya que tiene tanto conocimiento sobre el estado de su paciente, ¿cuándo podrá iniciar la rehabilitación?

Mi participación en esa batalla había sido hasta el momento casi invisible, incluso siendo yo la causa inicial. Ya era hora de que detonara la bomba. La segunda ruptura del hielo resonó en mi mente una vez que me elevé lo necesario para apartar un mechón rebelde que le caía al hombre por la frente. Sus ojos celestes me encontraron en mis intentos de asestar un golpe contundente en contra de Lauren. Me di cuenta de que aquellos iris apagados no hicieron más que calarme el alma, como si una ventisca se hubiese colado sin permiso. Giré el rostro, incómoda por la sensación que había dejado esa mirada en mí. En la dirección contraria, unos orbes verdes me envolvieron en reproche e ira, pero con tanta vida en ellos, que me pregunté si realmente valía la pena congelarme en un juego sin sentido o volver a la calidez de la tregua. Estuvo a punto de hablar, lo que fue interrumpida por Matthew.

- En unas semanas, mientras tanto hay que seguir cuidando de ella. - Sentenció con voz hosca.

- Para eso me tiene a mí, no es necesario que deje desatendidos a sus otros pacientes. - Mi esternón flaqueó ante un frenético corazón que decidió doblegarse nuevamente a la ojiverde y sus encantos. ¿No se había dado cuenta cómo me afectaban esas declaraciones furtivas?

- Me voy, pero volveré pronto. - Se volteó hacia mí con la esperanza de que saltara en su defensa, sin embargo, yo había quedado desarmada por las palabras de mi mejor amiga. - Si necesitas algo, estaré de guardia esta noche.

- Ya le dije que estaba yo aquí. - Gruñó la morena.

El médico prefirió no seguir enzarzado en una lucha que había perdido antes de iniciarla siquiera. Yo también me di por vencida, sólo porque no encontraba tan entretenido coquetear con mi doctor para lograr una reacción explosiva en la ojiverde. ¿Qué ganaba con eso? Nada en lo absoluto, sólo colmarme de más dudas y bastante tenía en mi día a día con los flashbacks como para complicarme innecesariamente. Él se marchó en silencio. Cuando creí que tendría un minuto de paz, el idiota de Tyron se dignó a hablar por primera vez desde la irrupción de Matthew en la habitación.

- Laur, ¿por qué te comportaste así? - Interrogó en notable confusión.

- Odio a la gente mediocre, y ese doctorcillo egocéntrico lo es. - Sentenció y sin dar tiempo a una réplica, se perdió tras la puerta rumbo a cualquier zona del hospital que le permitiera encontrar un poco de tranquilidad.

Odiaba y amaba conocerla tanto. Su mente era un enigma, pero me las ingeniaba para leer los jeroglíficos de sus pensamientos. Desde nuestros primeros años de amistad me resultaba un reto entender sus bruscos cambios de personalidad. Lauren tenía la capacidad de pasar de la felicidad extrema a convertirse en un volcán en erupción. Como aquel desastroso San Valentín que compartimos junto a Shawn y Luis Felipe, novio de turno de ella. Nunca fui partidaria de esa relación, sobre todo porque ellos habían salido en nuestros años de Instituto y había resultado ser la peor relación de la ojiverde. Sin lugar a dudas. Ese 14 de febrero los errores comenzaron a acumularse de a poco hasta que la ojiverde estalló en un manojo de improperios.

- ¿En serio ese es tu regalo, Mendes?

De las pocas interacciones de los dos en la noche fue para reclamarle por el horrible presente del canadiense. Yo apreciaba cualquier regalo sin importar la exclusividad de este, sin embargo, un suéter con nuestras caras torpemente bordadas y cupones de descuento en Starbucks no eran lo adecuado para obsequiar en un día tan importante para las parejas. Mucho menos si se comparaba con el colgante de una Luna acompañada de una estrella que me había regalado ella.

- Lauren, es precioso. - Las lágrimas se perfilaban en mis lagrimales. Esa mañana mi mejor amiga se había despertado más temprano de lo habitual para hacer tortitas de plátano con Lana del Rey resonando por el apartamento.

- Justo como tú. - Me atrajo en un reconfortante abrazo que cortamos para que me colocara la cadena. Sus dedos se deslizaron despacio por mi nuca y no tuve más opción que estremecerme bajo su tacto. - Espero que te guste, Camz.

- Me encanta. - Admití, aún alterada por el cálido susurro que había dejado en mi oreja. - Mi regalo no va a estar a la altura.

- Sabes que esas cosas se escapan de mi interés. Me basta con tu presencia. - Me impulsé hacia ella hasta que ambas caímos en el sofá envueltas en un ataque de risa indetenible. - Un día no tendremos un asiento acolchonado que amortigüe el golpe.

- Caerás tú primero, así que no me preocupa mucho. - Saqué la lengua antes de esconderme en el hueco de su cuello.

- Eres mala, Camz. - Aspiré con suavidad el olor que emanaba de ella. Era un aroma tranquilizador y adictivo. - Deberías dejar de hacer eso.

- ¿Qué cosa? - Pregunté tímidamente.

Nada, olvídalo. - Me acarició el cabello y, sin proponérnoslo, dormimos alrededor de tres horas más.

Todo había comenzado perfecto, sin embargo, el portazo que dio Lauren a mitad de la noche me ratificó una vez más que ese no era su día favorito. Después del altercado con Mendes, tuvimos que ordenar pizza pues habían cancelado nuestra reserva en el restaurante de sushi, el torpe de Luis Felipe derramó vino en el vestido que acababa de comprar y se encerró en su habitación cuando Shawn, inducido por el alcohol, empezó a ser demasiado cariñoso para mi gusto.

Un frío invernal me recorrió la columna, justo como en mis sueños. Aparté mis recuerdos y volví a chocar con la desagradable realidad de que todavía compartía espacio vital con Tyron. Estuvimos alrededor de diez minutos en un sepulcral silencio, sin embargo, él fue el último en resquebrajar la fina capa de agua congelada en la cual había estado caminando todo el día.

- Esta conversación la tuvimos tiempo atrás, Camila. - Sus oscuras pupilas me fulminaron en un débil intento de intimidación. - Entendí desde el principio tus intenciones; esos celos de Lauren no significan que le gustes, sólo que se preocupa por ti y no te quiere con cualquiera.

- Obviamente somos mejores amigas, por eso coincidimos en varias cosas: yo tampoco quiero que esté con cualquiera. - Le devolví el odio en una mirada. - Deja de fumar tanta hierba, Tyron, estás delirando y vas a perder las pocas neuronas que te quedan.

- No juegues con fuego, Cabello, te lo advierto otra vez. - Recogió las bolsas que había traído antes de dirigirse a mí. - Dile a Lauren que la llamo luego. No intentes nada raro.

- Raro sería que siguiera tus órdenes. - Mascullé.

Él entendió que ya me había sumergido de lleno en mi lago personal, así que optó por irse sin añadir algo más. Cerré mis párpados mientras sentía el descenso de la temperatura. Ese idiota había estado jugando con el aire acondicionado cuando Lauren y Matthew estaban enzarzados en sus recriminadores diálogos. Necesitaba descansar. Había sido un día agitado, con algo de suerte podría dormir hasta la mañana siguiente sin interrupciones.

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Hola, bellas criaturas del inframundo...
Sí, mi cerebro es masoquista y funciona mejor cuando tengo demasiadas cosas que estudiar🤦🏼‍♀️ Eeeen fin, como siempre espero que disfruten del capítulo y nos leemos pronto. O eso espero.
Xoxo💖

𝓓𝓸𝓷'𝓽 𝓨𝓸𝓾 𝓡𝓮𝓶𝓮𝓶𝓫𝓮𝓻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora