Capítulo 7

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Presente

Juan Pablo Villamil.

Bebo el último trago de mi cerveza y miro por última vez lo que está escrito en una de las páginas de mi agenda "Por que también me hace falta resolver una inquietud, ¿Cómo se olvida tan fácil como me olvidaste tu?" recuerdo cuando escribí eso, y se siente tan fresco el recuerdo, como si hubiera pasado apenas ayer. Suspiro y levanto la mirada para enfocarme en el sujeto de metro noventa al frente mío, que se ha tomado el atrevimiento de tomar mi agenta y leer su contenido.

— Que tusa tan malparida, perro — dice y suelta la agenda en la mesa para luego levantarse hacia la nevera y sacar dos botellas de cerveza más —, pero gracias a ese estado suyo de desasosiego y corazón roto es que tenemos de las mejores canciones en la banda. Es más, lo mejor es que siga así y nos de esas obras de arte.

— Ya les di "Enamórate de alguien más".

— Que es severo tema, papo y fue un éxito en este último álbum— dice entregándome una de las botellas ya abiertas, a lo que la recibo gustoso y bebo un trago largo —, pero de ella ha sacado más de diez temas, que de los cuales uno ya está definido para grabar y el resto están en veremos. Que pueden ser elegidos, o esperamos a que escriba más. Dice Simón que si sigue así, el nuevo álbum debería de llamarse Lila.

Niego con la cabeza, que ¡Vamos! Si, varios temas fueron escritos pensando solamente en ella, pero tampoco es para tanto. Y le voy a refutar con argumentos muy bien elaborados, pero mi boca es más rápida que mi cerebro:

— La extraño... — suelto dándome cuenta inmediatamente de mis palabras, pero no intento arreglarlo y solo me dejo caer en el sofá.

— Usted fue el que quiso dárselas de melodramático — me regaña.

— Y ella fue la que no me quiso dar mi lugar — le digo.

— Y le recuerdo que usted tampoco se lo dio a ella — y tiene razón.

Para empezar, nuestra relación nunca fue algo claro, no establecimos reglas en un principio porque no creímos necesitarlas, todo fue jodidamente maravilloso al principio, pero luego los sentimientos empezaron a tomar lugar y sin darnos cuenta ya lo que teníamos no era solo sexo, beber vinos y cantar hasta tarde en la noche, sino que se volvió algo más personal y más complicado...

— No hay nada más que hacer — hablo.

— Ah, pero eso sí, envíele flores — una tercera voz se une a la conversación, así que me siento inmediato para ver de quien se trata, y veo al niño entrando campante al estudio.

— Fue por su grado — me justifico —. Y no diga nada niño, que esta es una conversación de adultos.

— Ya — dice, recoge unas cosas para luego salir por la puerta, y cuando ya creo haberme librado de él, se asoma nuevamente por la puerta y le dice a Isaza —. Veo que el nombre de Lily está agendado para mañana, ¿Puedo venir a saludar?

— No — le contesta cortante, pero él se encoge de hombros y le dice que le da igual y que mañana viene a saludar a la rojita.

— Ya le he dicho que no me gusta que la llame rojita. Yo soy el que le digo rojita. — refuto.

— Pregúnteme cuánto me importa — contesta y luego se va.

— Si las miradas mataran, Marto ya estaría tres metros bajo tierra — y la verdad, no encuentro fallas en su lógica.

Al irse me quedo mirando un punto entre el plano terrenal y el astral sin pensar en nada concretamente, solo disociando la realidad por mero gusto.

— No creo que sea conveniente que usted se pase mañana por acá tampoco — la voz de Isaza interrumpe mi escapada de la realidad —, ella va a estar grabando y puede que su presencia la distraiga.

MI HECHIZO - J.P VillamilWhere stories live. Discover now