Capítulo 5

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Encontraron un lugar en las canchas comunitarias, con suficiente espacio para maniobrar y conectar sus instrumentos. La hora se acercaba, eran las dos y media de la madrugada. Habían pasado el resto del día ansiosos, no estando del todo seguros si lo que estaba pasando era real o no.

Después de conseguir todo lo solicitado por Cuca, ella los mandó de regreso a su casa a descansar, ya que necesitarían de toda su energía para llevar a cabo dicha labor.

No sin antes darles un amuleto a cada uno de los presentes, para que pudieran observar todo lo que acontecería. Este estaba elaborado con las flores de nube, licor y otros elementos que la abuela Cuca se negó a revelar.

El tiempo parecía avanzar muy deprisa. Cuca trazó un circulo de sal mezclada con incienso de dos metros de diámetro.

—Sal e incienso para protegernos de los Comealmas y evitar que abandonen este espacio sin consentimiento —explicó ella, ante el desconcierto de los chicos. Además, ordenó que todos se ungieran en agua con sal e incienso por seguridad¾. Veladoras para iluminar el camino de Crisalis, un alma pura —prosiguió, colocándolas en los cuatro puntos cardinales, detrás del circulo de sal.

Con la tierra de tumba hizo una cruz, en cada uno de los puntos ya mencionados. Para ayudar a anclarla, roció el agua y el licor en el interior del mismo. Faltaban dos minutos para la hora, Cuca tenía el copal con incienso, a la espera para encenderlo. Los instrumentos estaban listos, ya que ella había dicho que, para atraerlos, necesitaban de una voz como enlace.

Esa seria Clari, aprovechando su conexión con el más allá. La anciana la ayudaría prestándole de su fuerza, puesto que no había nada más poderoso como la música nacida de las emociones humanas, creada por Delirios. Esa que llegaba como un vendaval desatando estragos y removiendo todo a su paso, con la fuerza para darle salida a la voz del corazón.

La alarma sonó.

Cuca se movió, sosteniendo el copal con incienso encendido en las manos, mientras marcaba los cuatro puntos cardinales, y recitaba a toda velocidad en un dialecto que no alcanzaban a comprender.

La música sonó y Clari empezó a cantar, la canción había sido elegida como una de las favoritas de Cris. Mientras cantaba sentía una energía que la recorría con parsimoniosa lentitud, para después abandonarla y concentrarse en el círculo. Era el poder combinado de ella, su abuela y la música que invitaba a las almas a acercarse.

No obstante, no eran las únicas criaturas que podían sentir el llamado. Clari continuó cantando, la música la envolvía por completo, podía sentir que algo en su interior se sentía libre y al mismo tiempo la invadía la dicha por continuar su canto.

La presión del poder se podía sentir en el aire. La densa neblina hizo acto de presencia y desde el interior del circulo comenzaron a brotar tres seseantes y grises criaturas. Las cuales estaban cubiertas de escamas, tenían pelaje como de caballo de la cintura para abajo y pinchos en sus colas medio enroscadas como las de un camaleón.

Entre ellas estaba la que tenía prisionera a Cris. Crisalis se veía traslucida, su imagen parpadeaba; como una bombilla a punto de fundirse.

Lo habían logrado, habían interrumpido la alimentación, aunque no sabían por cuanto tiempo.

Los chicos de Delirios por poco se detienen cuando vieron las espeluznantes y monstruosas criaturas por primera vez. Sin embargo, bastó con ver en dirección a Cuca y a Clarisa quienes continuaban como si no existieran, concentradas en lo que hacían. Como si la canción fuera lo único que las anclaba a la realidad, su voz alcanzando cada rincón en su interior.

Se armaron de valor y continuaron tocando. Dom en la batería, Kirara, en el bajo, Mika con su guitarra, y Mauricio en el teclado. Esperaban no haber desestabilizado todo, ya que la abuela les había dado la instrucción de no detenerse hasta que ella les diera la señal de que era seguro hacerlo.

La voz del corazón (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora