Capítulo 4

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No paso mucho para que la combi estacionara fuera de la casa. Uno de de ellos sonó el claxon para que les abrieran.  Al escucharlo, Clari corrió hacia la puerta, antes de que lo volvieran a hacer y despertaran a sus padres. 

—Pasen —dijo al tiempo que abría la puerta de par en par y los urgía a entrar.

Los chicos venían cubiertos con gruesas chamarras y todavía en pantuflas, mientras que Kirara venía en una playera grande, shorts y una cobija envuelta.

Menos mal que Clari si había aprovechado el tiempo para vestirse y cepillarse el pelo. Además, ya había despertado a su Abu, creyendo que tendría más conocimientos que sus padres; puesto que fue ella quien le enseño a cantar y le dijo desde pequeña que no temiera a los fantasmas.

Los chicos entraron y al momento, sintieron la calidez. Adiós frío. Hola, calor.

—Abu, ellos son los chicos de los que te hablé. —La abuela asintió, sentada desde una butaca, frente a un televisor apagado, y se acomodó sus anteojos para que no se cayeran.

—Mija, ¿dónde están tus modales?, ofréceles un cafecito a estos pobres muchachos. ¿No ves cómo vienen?, y ustedes chicos, siéntense —dijo ella desde su lugar, con una voz suave pero que no admitía que la contradijeran, mientras observaba a Kirara apretar su cobija con más fuerza.

—Si Abu, ya voy. —Obedeció sin poner peros y fue a la cocina donde ya estaba hirviendo el agua en la cafetera, entonces sería café soluble. 

Los demás la obedecieron sin rechistar. Se amontonaron en el sofá de la sala, el que no estaba ocupado por el par de gatos gordos durmiendo.

Una vez que estuvieron cómodos e instalados, con una taza de café caliente en las manos, Cuca asintió en conformidad.

—Este es un asunto serio, muchachos —comenzó la abuela, luego le dio un sorbo a su café—. No podemos dejar que esas malditas cosas se alimenten de ella. Si lo hacen, ella desaparecerá de la memoria de todos, y será como si nunca la hubieran conocido. —Observó a cada uno de los presentes comprobando si tenía su atención, una vez que lo comprobó, continuó—: Necesitamos tomar al toro por los cuernos. Tengo dos opciones: la primera es ir por ella, y la segunda es hacer que la regresen.

Los chicos guardaron silencio, se miraron unos a otros.

—No me gusta el plan —respondió Mauricio negando con la cabeza después de un rato.

—¿Cuál de los dos? —preguntó Dom, reprimiendo un bostezo. 

—Los dos —terció Mika de mal humor. 

Pronto se enzarzaron en una discusión sobre lo que debían hacer y lo que no, ya que ninguna de las dos opciones parecía viable,  además de que todo parecía sacado de un cuento macabro.

—Tranquilos chicos —comentó Cuca, sobre las voces de ellos en gesto conciliador, no obstante, la discusión se prolongó unos minutos más.

Hasta que Clari hastiada de la situación, les gritó:

—¡Basta! —Parecía su voz normal, pero estaba cargada de un magnetismo que los hacia mirar hacia ella y asentir ante su orden. Un pequeño truco que había estado perfeccionando por un tiempo. 

Su abuela asintió en aprobación.

—Les diré lo que van a hacer, es más factible el plan dos. Necesitan atraerlos a esta dimensión, no tenemos tiempo de adentrarnos en una misión de búsqueda. Es demasiado peligroso y podrían perderse. —Negó la anciana como si estuviera recordando algún suceso de su juventud.

—¿Cómo? —respondieron todos.

—A eso iba, miren tiene que ser un lugar espacioso, en el que no haya interrupciones. Vamos a hacerlo como si fuera para Todos Santos...

—Aun no estamos en noviembre. —Se adelantó Mika.

—Por eso dije "como si fuera"—dijo eso ultimo haciendo comillas en el aire con sus dedos—, no que será igual, vamos a modificarlo un poco. —No se detuvo ante la confusión de los chicos—. Necesitamos agua, sal, veladoras, copal, incienso, un poco de la tierra de su tumba y a falta de cempasúchil... consigan flor de nube. Además, necesitaremos otro conducto para atraerla, —dijo con una sonrisa dirigida a Clari, como compartiendo un secreto.

—Abu no estarás pensando... —La mirada de la abuela parecía indicar que había acertado. Eso solo se lo había enseñado una vez cuando era pequeña, y le había advertido que tuviera cuidado en hacerlo.

—Sí, lo haremos —confirmó ella.

—¿Eso es todo? —preguntó Kirara, su taza ya casi vacía sujetada con firmeza, ignorando lo que sucedía entre doña Cuca y su nieta.

—Para que funcione tiene que ser hecho a la hora de las animas.

—Falta mucho. Espero que no sea tarde —comentó Mika preocupado.

—No, ellos apenas se la llevaron. Necesitan esperar hasta esa hora para que ellos puedan absorberla. Así que solo tenemos una oportunidad.

—¿Usted como sabe todo esto? —Dom sentía curiosidad, la familia Villalobos parecía ser bastante especial.

—En otra ocasión, ahora no es el momento.

—Sí, señora —respondió avergonzado.

Se pusieron de acuerdo para conseguir los materiales solicitados por la anciana, acordando reunirse en cuanto tuvieran todo. 

La voz del corazón (Terminada)Onde histórias criam vida. Descubra agora