Capitulo I

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Otoño de 1972

-Oh Sehun, a mi oficina ahora.

Se formó un nudo en su garganta al escuchar que el comandante Lee lo necesitaba de urgencia en su oficina. Trató de recordar todos los casos que se le fueron asignados en los últimos cuatro meses buscando qué error habría cometido como para ser llamado de urgencia: inhaló profundo antes de girar la perilla de la puerta e ingresar a la habitación.

- ¿En qué puedo ayudarle? –Cuestionó el azabache sin apartarse mucho de la entrada.

-Cierra la puerta y toma asiento, necesito comentarte un asunto importante. –Obedeció, cauteloso. –Te recomendé para trabajar en un reciente caso de asesinato que surgió en Nápoles, la cuestión es si aceptaras trabajar para ellos. ¿Lo harás?

-Por supuesto. –Dijo tan pronto como sus emociones se lo permitieron. Seguía asimilando que de todos los agentes que postulaban casi nadie podía ascender a Roma o Nápoles, lo cual era como un milagro divino para él.

En cuestión de minutos, el comandante Lee explicó lo necesario acerca de su nuevo empleo, aunque una vez llegara a Nápoles le explicarían a mayor detalle. Y en menos de una hora se encontraba caminando tranquilamente por las calles transitadas de Venecia, para dirigirse a casa a empacar.

Era temprano, así que se desvió del camino hasta la cafetería donde trabajaba su amiga, Yoona.

- ¿Lo de siempre? - y con decir lo de siempre se refería a una gran taza de café americano.

-Lo de siempre- sonrío complacido y se dio a la tarea de buscar un par de billetes en su portafolio que siempre llevaba consigo.

Pero el portafolio era un caos, y Yoona observó las cartas que llevaba consigo que por accidente salieron del portafolio con una leyenda muy característica.

- ¿No piensas responderle algún día? Es tu madre después de todo. No puedo creer que sigues molesto por algo que sucedió hace años. – cuestionó molesta.

Incomodo, el azabache aventó los billetes de mala gana y dio un sorbo largo a la taza humeante que tenía enfrente, dejando que la amargura se impregnara en su lengua sin hacer gesto alguno. –Mi madre debió haberme dicho que Junmyeon se mudaría con su abuelo a quien sabe que parte de Italia. – añadió después de un rato.

-Él también te lo pudo haber dicho.

-Esa no es la cuestión. –Replicó observando como su amiga rellenaba la taza de algún cliente. –Si ella me lo hubiera dicho estoy seguro de que ahora nosotros seguiríamos juntos.

-Eres un policía... bueno agente y una vez estés en Nápoles tendrás acceso a todos los archivos de personas que radican en Italia. Céntrate en los criminales, ahí lo encontrarás.

Arqueó una ceja, incrédulo ante el comentario. - ¿Insinúas que Jun se volvió un delincuente? Él sería incapaz de hacerle daño a alguien.

-Las personas cambian, recuérdalo. –Yoona, acto seguido tomó un panecillo de una canasta tras de ella para dárselo -Solo busca su nombre.

-Voy a perder mi tiempo buscando su nombre. Él no es un criminal.

Salió de la cafetería un tiempo después para finalmente llegar a su hogar. Se detuvo en la entrada de su dormitorio analizando por donde debería de empezar a empacar, ya que en su cabeza habitaban pensamientos como ¿mi nuevo hogar sería muy grande como para ir con tan poco equipaje o tengo que compartir vivienda con varias personas? estresado por sobre pensar la situación decidió por comenzar con su sala de estar. El tiempo se fue volando, percatándose de que ya solo le quedan un par de horas para que su barco partiera a Ancona para luego viajar en tren hasta Nápoles.

Pasiones (In)CorrectasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora