Capítulo 6

38 7 16
                                    

Matthew

No estoy seguro de que ha pasado, en un momento estaba tan ciego de ira. Tal vez me he excedido, dije muchas cosas que realmente no sé de donde salieron, repaso una y otra vez la escena en mi mente y no logro entender.

He pasado la noche sentado en la cocina con la esperanza de poder hablar con ella cuando viniera por sus galletas pero no ha salido de su habitación. Incluso estuve tentado a tocar su puerta varias veces pero me detuve.

No logro dormir mucho y despierto con dolor de cabeza, tomo una ducha rápida y me visto para salir antes de que Carissa despierte. Bajo las escaleras y saludo a mi madre como de costumbre, ella me mira con mala cara y sé que es por lo ocurrido ayer aunque realmente no sepa que sucedió.

—Siéntate en esa silla Matt—señala con autoridad, resoplo.

—Madre…

—No me interrumpas— vuelve a señalar la silla y me siento.

—No sé qué le hiciste a Carissa pero está claro que es serio. Jamás la he visto madrugar y trabajar tanto, tiene más de una hora dé haber salido.

—¿Qué? ¿Cómo que salió? ¿A dónde? ¿Con quién?

Mi madre me mira con una ceja arqueada y toma asiento justo frente a mí.

—¡Vaya!, Así que te preocupa.

—Madre por favor…—

—Escucha Matthew no sé lo que te sucede, entiendo que quieras lo mejor para tu familia pero Carissa no es mala persona, es una chica dulce y atenta— el rostro de mi madre se ilumina hablando de Carissa —Deberías verla cuando comparte con Ava, desde que llegó a este lugar ella le ayuda con sus labores de la escuela y se preocupa porque se alimente bien. Lo que quiero decir es que si ella decide vender este rancho no es de nuestra incumbencia, eso no la hace una mala persona. Esa chica está pasando por cosas que jamás creyó vivir y aun así despierta cada día con su mejor sonrisa.

Me levanto y tomo mi sombrero dispuesto a salir.

—Matt— me detiene —ella está en los sembradíos con los chicos, lo que sea que haya pasado entre ustedes corrígelo pronto. ¿Me has entendido?

Asiento y salgo de una vez. Me dirijo a las caballerizas y no me extraña ver que Zeus no está en su lugar. Sonrío y me dirijo a preparar una silla para Agatha, es una yegua bastante dócil y tímida, de un pelaje café y de crines oscuras. No la hacemos trabajar, es la consentida en estas tierras y estoy seguro de que Carissa la amará.

El sol esta mañana brilla con mucha fuerza, puedo ver a Zeus y detengo el trote de la yegua cuando veo a Carissa trabajar con los chicos como uno más de ellos. Su cabello cobrizo resalta bajo los rayos del gran astro, seca el sudor de su frente con el dorso de su mano y restos de tierra manchan su blanca piel. Dejo una tímida Agatha junto a Zeus y me dirijo hacia los chicos.

—Buenos días— saludo a los chicos quienes responden al unísono.

Camino hasta donde se encuentra Carissa de rodillas con las manos metidas en la tierra, como arando con sus propios dedos mientras le habla a las plantas.

—Buenos días, has madrugado hoy.

—Lo hice— se levanta y limpia sus manos de sus pantalones de mezclilla —pero ya he terminado— su tono es severo y pasa por mi lado evitando mirarme —en treinta minutos te espero en las cabañas.

Intento tomar su mano para detenerla pero se deshace de mi agarre. La sigo hasta donde están los caballos y ella se acerca acariciando a la yegua.

—Se llama Agatha, la traje para ti- Explico deteniéndome a espaldas de ella —Es bastante dócil y estoy seguro de que se llevarán muy bien.

CarissaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora