Capítulo 1

46 6 8
                                    

Si alguien me hubiera dicho que estaría en esta situación hoy, jamás lo hubiera creído.

Mi hermoso Ranger Rover rosa fue confiscado, no quise aceptar el auto de Luke  por lo que terminé viajando en el mini que mi madre jamás quiso desechar, el único auto que no se llevaron. Intentar meter todas mis maletas pero fué imposible así que un par de ellas, o bueno, más bien la mayoría debió quedarse.

Luke me aseguró que cuidará mis cosas y confío en él.

Cómo puedo me las arreglo para manejar está pequeña jaula en tacones. El calor de la zona comienza a hacer estragos en mí, reviso el mapa realmente confundida, no sé si debí girar hace diez árboles atrás, para mí todo se ve exactamente igual.

Un golpe seco me hace frenar abruptamente, me aferró al volante y logro maniobrar el vehículo hasta detenerlo. Bajo para revisar los daños y una de las llantas está ponchada.

—Genial, ahora debo llamar una grúa— busco mi teléfono en mi bolsa y lo enciendo —¿Es en serio?, Bueno no tener señal en está jungla debe ser algo normal.

—Estúpido Mini— camino con mi teléfono en alto intentando conseguir algo de recepción.

—Es imposible, ¿Quien puede vivir sin señal?

Llevo rato intentando hacer una llamada y nada, camino de un lado a otro lo que me tiene agotada y sudando. Es que tal parece que por está carretera no pasa un alma y hay un olor cada vez más intenso que me tiene con náuseas.

Sigo caminando con mi teléfono en alto y de pronto el ruido de un motor capta mi atención, corro como puedo hacia el centro de la carretera y muevo mis brazos para conseguir que el chófer se detenga y me auxilie.

—Oiga, ayuda por favor— repito una y otra vez pero el chófer viene distraído.

Lleva música alta por lo que no me escucha ni me ve. Cuando creo que va a atropellarme de verdad, no lo pienso y me lanzo a un lado del camino, pero con mi suerte doy un traspiés y termino sumergiendo mi tacones en algo bastante acuoso.

—Tengo miedo de mirar— susurro antes de ver cómo mis stilettos están enterrados hasta el fondo en una montaña de estiércol.

—Aaaaaah!— grito de irá, asco y frustración —no es cierto, mis bebés.

—Hola, ¿Necesitas ayuda?— me giro y unos ojos grises muy pálidos me observan.

"Nunca he visto unos ojos como esos, se nota que es un hombre de campo sin clase, pero he de admitir que es muy pero muy... ¿que dices Carissa?, Céntrate..."

—¿De ti? Ninguna, es imposible que puedas reponer este par de zapatos— sonríe evidentemente disfrutando mi situación.

—Me refería al auto— ahora su voz es fría —pero veo que tienes todo perfectamente bajo control.

El hombre se baja de su camioneta, lleva pantalones de mezclilla que se adaptan perfectamente a sus torneadas piernas y una camisa de cuadros con algunos botones sueltos, mostrando parte de su pecho definido, su piel está bronceada por el sol. Es tan bello que parece brillar con luz propia.

"Pero que estás diciendo Carissa, enfócate, solo es un campesino, ni hablar"

—Creo que necesitas cambiar esa llanta— dice llevando una mano a su rígida barbilla.

—Vas a ayudar si o no?— pregunto enojada.

—Si lo pides de favor tal vez lo piense— dice cruzándose de brazos.

—Ni lo sueñes.

—Bien, pronto va a oscurecer, ¿Qué es lo peor que puede pasarte? ¿Que te coman los lobos?— habla mientras sube a su camioneta.

CarissaWhere stories live. Discover now