Capítulo 4

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Mathew

Estar al pendiente de las plantaciones ha sido mi día a día, preparar estas tierras para la siembra fue todo un reto, no disponíamos de mucho dinero y sin embargo hemos logrado salir adelante sin la ayuda de los Collins, afortunadamente todo ha tomado buen rumbo y no falta mucho para la cosecha. Estoy seguro que de la venta obtendremos buenas ganancias. Termino de pagarle a mis ayudantes y les doy el resto de la tarde libre, decido ir a refrescarme y me sorprendo al ver a Zeus atado a un árbol.

Giro mi vista hacia el rio y mis ojos no dan crédito a lo que ven, el encaje negro sobre su blanquecina piel es lo mas sexy que he visto, no es una mujer voluptuosa pero sus delicadas curvas invitan a perderse. Es una mujer que derrocha feminidad, su elegancia y delicadeza se notan hasta en la forma como emerge del agua. La dureza de mi miembro me hace crujir los dientes cuando noto el rumbo de mis pensamientos y debo hacer algo para frenarlo, tomo en mi puño su ropa y me encamino hacia la orilla.

-—Deberías tener cuidado hay serpientes a las que les gusta nadar— digo en un tono que pueda ser captado por ella.

Su cara de su susto girando de lado a lado me causa gracia y aún más cuando la veo luchar por salir con rapidez del agua. Sus ojos me encuentran y noto como el rubor de sus mejillas aumenta.

—Qué...-— se corta nerviosa —¿Qué haces con con mi ropa pervertido?

—¿Pervertido yo?— me río — exhibicionista tú— señaló —estás aquí dándole un espectáculo a todo el que pasa.

—Yo...— se corta nuevamente y me causa gracia como se ha enrojecido su rostro —¿Puedes entregarme mi ropa?

—Si te disculpas primero— me cruzo de brazos.

—¿Perdón?...— lleva las manos a la cintura y me mira con ira.

—Estás perdonada— le lanzo la ropa —ya vístete, debemos volver.

—Idiota— la escucho chistar.

—Mimada— replico.

Subo a mi caballo y espero unos minutos a que esté lista, cuando termina la ayudo a subir a mis espaldas.

—Agarrate fuerte— le ordeno.

Ella tímidamente rodea con sus manos mi cintura y la siento temblar gracias al viento helado, la noche está por caer. Le doy rienda a Zeus acelerando el trote. Al llegar a casa la dejo bajar y me encamino a las caballerizas para que Zeus pueda descansar.

—Eres un traidor— le reclamo al animal mientras desmonto la silla de su lomo y me gano un resoplido de su parte.

—Ahora resulta que te gusta más ella que yo— Zeus entra sin más a su lugar —lo que me faltaba.

Después de atender a Zeus, llego a casa y las risas pueden escucharse fácilmente en el exterior, entro y me encuentro a Carissa con Ava colgada a su espalda, simulan un avión y luego caen sobre una montaña de cojines. Ava no para de reir al parecer se está divirtiendo mucho. Decido caminar en silencio pero la figura de mi madre me intercepta.

—Es una buena chica, ¿no lo crees?— comenta y decido omitir mi comentario.

—Es buena con los niños, hace mucho no veía a Ava tan contenta— asiento y beso su mejilla.

—Voy por una ducha— digo pasando de ella.

Abro el grifo y dejo caer el agua sobre mi, cierro mis ojos y no paro de ver esa figura delicada. Piel suave y tersa, blanca como si nunca hubiese sido besada por el sol, pechos firmes y redondeados sin exagerar pero suficientes para llenar mis manos, largas piernas, firme trasero con suaves curvas pero lo que más me cautiva es ese par de hoyuelos que se forman en su espalda baja.

CarissaWhere stories live. Discover now