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Para celebrar la conclusión de la última expedición del mocerío, Evan solicitó a los donadores un discurso. Las ideas de Lara eran inexistentes, y por protocolo acudió a Aleister para solicitar sugerencias: <<Usualmente los ponentes solo hablan de superación personal, podrías hacer algo similar, aunque estoy seguro de que los jóvenes apreciarían un poco de la realidad>>. Decidió jugar seguro y así amparar su acceso a los expedientes e informes. Pues la gente aún cuestionaba su figuración en la organización, se comentaba que era mala influencia para los jóvenes.

Tal y como presagió Aleister, los discursos de la ponencia se sustentaron en superación personal. Los expositores presentaron un carisma excepcional y persuasivo.

El bullicio de los jóvenes ansiosos por saber la fecha de la próxima expedición abarrotaba el auditorio. <<¿Cómo no van a estar emocionados?>>, se preguntó ella. En ningún momento se había hablado de los peligros por casos fortuitos, lo que la alertó sabiendo que la próxima expedición de los jóvenes era a una Isla perdida en el tiempo, de la que tuvo conocimiento mientras hurgaba en los expedientes. Recordó lo acontecido en Yamatai.

Entonces, sostuvo con firmeza el guion preparado con sumo compromiso la noche anterior, y lo rompió en silencio para evitar arrepentirse de la decisión que tomó a último momento, hablar de su experiencia.
Al llegar su turno, contuvo el aliento y miró la multitud que había esparcido un silencio distinto y superior al a que se presenció con otros expositores. Pues trataba de una Croft.

Aunque procuró ignorar la percepción pública arraigada en el imaginario colectivo, consolándose como sabedora de la verdad, sabía que la "realidad social" era la que se proclamaba verdadera. Eso le dolía el orgullo, porque significaba que el honor perdido a su familia era válido.

—Hay un manto negro en la arqueología. —Pronunció con una determinación que acalló a la juventud, que en determinados puntos se mofaban.— Soy Lara Croft, Condesa de Abingdon, al menos lo expresaría sin tapujos de no haber escogido este camino. —Comentó con gracia y una leve risita que le dibujó una sonrisa en la comisura de los labios. Lara dejó los ojos perdidos entre la multitud y se mordió los labios antes de continuar, recordando el momento en que su apellido perdió el honor, se sentía culpable.— Retomando los años en que decidí que deseaba enfocar mi vida a esta área de la humanidad y su historia; asistí a una escuela de finalización en suiza, resentida por la muerte de mi madre y la intermitente presencia de mi padre en sus últimos años de vida, tomé la decisión de alejarme de todo en Londres.
Durante ese tiempo no me interesó nada de lo que mi padre hizo en vida. Mi padre es Richard Croft, y por ende mi apellido estaba manchado por culpa de las investigaciones de mi progenitor. Por ende, concluí que mi destino era como una profecía que yo quería... —Se detuvo y carraspeó, aclaró la garganta y observó a la comitiva. Tenía a todos prendados con sus palabras— Que quiero escribir. —Lara era habilidosa al hablar y su voz tenía una elocuencia que incluso sus propias correcciones eran envidiables para el mejor exponente de la historia.— De niña me había leído muchos relatos de la antigua Grecia que creí que mi profecía era esta, terminar como mi padre en sus últimos años: odiado y burlado. Pero alejarme me amplió el panorama, el mundo era más grande que los límites territoriales donde me crié —Entre la multitud se esparció un murmullo que no pudo ser capaz de identificar— Conocí a un adolescente que por azares del destino venia de Grecia y admiraba a mi padre, él y su familia le creían. Me habló de como un número de personas no lo miraban como un loco. —Miró a Aleister quien era ese adolescente al que conoció en Suiza. Él se llevó una mano al corazón en seña de agradecimiento.— Entonces quería reescribir esa profecía a la que yo misma me había condenado. Y antes de Suiza, estaba segura de que lo conseguiría alejándome de la arqueología, pero después le di el beneficio de la duda a que lo conseguiría respetando mis pasiones innatas, porqué siempre supe lo que quería y me juré que la locura de mi padre no me afectaría en seguir mis deseos. Entonces tuve unas cuantas expediciones de formación impartidas por el Doctor Werner Von Croy, hasta aquel lamentable derrumbe cual quebrantó nuestras relaciones. Tiempo después fui a la universidad y al termino me embarqué a la expedición del Doctor James Whitman, con el gran capitán Conrad Roth en el Endurance. El objetivo era dar con el reino perdido de Yamatai, y lo conseguimos. Muchos conocen ya los pormenores de esa expedición. Dio mucho de que hablar hace tres años, y no necesariamente por buenas razones. Lo que me decepcionó fue que yo misma materialicé mi mayor miedo al extender la mancha de mi apellido con mis revelaciones.
Cuando descubrimos que encontramos Yamatai, un rayo de esperanza iluminó mi interior. Pero los horrores que vivimos y el sufrimiento, nos dejaron más huella de la que quisiéramos los sobrevivientes. Para salir de la isla tuvimos que romper una maldición, y cuando lo expuse nadie creyó en mí, sobre todo por ser una Croft. Y entonces me di cuenta que es un hecho, estoy condenada a carecer de credibilidad por mi apellido.
Yamatai me hizo perder mucho más al regresar aquí que lo que me arrebató entre sus pastizales, sectas y su guardia.
En los años posteriores cuando creí a mi padre, una vez limpiada de resentimiento, comprendí la humanidad que lo mantuvo lejos de mí incluso después de la muerte de mi madre. Integré en mí sus aciertos y errores para aceptar quien era Richard más allá de la figura paterna al que lo limitaba. Tuve que experimentar en carne propia la crueldad y divinidad de la aventura para reconocer el legado que dejó mi papá. Y por ello me prometí honrar su memoria, porque nadie le creyó, incluyéndome. Viaje a Siberia, luego a México, luego Perú. Conocí a mucha gente, he formado conexiones. Y descubrí valiosas reliquias que son testigo de mis viajes y de lo peligroso que estos fueron. Porque hay muchos intereses de por medio arrasando el mundo. Ese es el manto negro que mencioné.

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