Anhelando la Paz

Începe de la început
                                    

Ella corría con el rostro bañado en lágrimas hacia él, lo recordaba como si fuera apenas ayer, eran los días en que aún estaban juntos que le echaba en cara cada tanto en tanto que su hija no estaba con ellos, que podría estar arriba volando solo por su gran culpa, por no cuidarla bien aquel día, por no cuidarla, por no protegerla, por no ser un padre... ahora podría estar allá arriba volando por su gran culpa.

Se remoja la cara, se remoja la cara, remoja su cara, los ojos le arden, le arden, pero no más que su pecho de dolor.

Trinc, trinc...

El sonido del timbre de la casa lo saca de su nube, se sorprende -¿Quién será? Apenas y es de mañana- piensa el señor Waller dirigiéndose a bajo después de haberse secado la cara. Cuando llega a la puerta, ahí recuerda quién podría ser, después de pasarse todo el camino a la puerta pensando quién será se imagino por un momento que podría ser Santos para despedirse ya que decidió que se iría de la ciudad, lo cual descarta porque también le dijo que resolvería el caso del antes y, ella es muy responsable.

-¡Hola capitán!

Sí, imagino que podría ser él.

-Buenos días oficial Ramírez.

-¿Cómo se encuentra?, no sé si lo olvido, pero le dije ayer que pasaría a ver cómo se encontraba.

-Pero si fue a noche, claro que sí -contesta dándose vuelta para entrar.

-Espere. Discúlpeme, pero no puedo entrar, debo ir al trabajo.

-Ah, está bien, ve.

-Pero, y....

-Estoy bien. No te preocupes, esto no es nada, ve.

-Está bien, espero y se pueda terminar de recuperar muy pronto.

-Gracias.

Ve desde la puerta como el oficial se dirige al auto de patrulla en el que se encuentra su compañero montado en el compartimento del piloto, desde ahí lo saluda moviendo su mano de lado a lado, él le hace el mismo gesto y observa cómo se marchan en el camino.

Cuando se da vuelta dispuesto ha adentrarse a la casa, ahí en el vidrio de su puerta ve sus ojos enrojecidos. -¿Lo habrá notado?- se comenta -Sí, pero no comento nada- se responde con obviedad. Introduce en su casa, se dirige a la cocina e iba a preparar café pero se da cuenta que no hay así que sube arriba para ducharse e ir a comprar.

Cuando se termina de alistar, se asegura de no dejar su celular otra vez, toma las llaves de su auto junto con su billetera y ahí nota unos cuantos mensajes en su celular, algunos de ellos son conocidos cuestionando que sabían que era un despiadado, entre ellos la madre de Sally, reclamándole por lo supuesto que le hizo a su hija diciéndole que lo denunciaría por eso entre unos cuantos insultos fuera de sí. Suspira y entonces ve unos mensajes de Meg, la hermana de Maggie, ella le escribió los Sábados pasados preguntándole si iría a ver a su hijo Carl, que preguntaba por él. Ve esos mensajes junto a un audio de su hijo:

-¡Papá!, ¿¡estás bien!? ¿¡Acaso te has enfermado!? ¡Contesta cuando me escuches por favor! ¡Te quiero volver a ver!

Se le escapa una lágrima. No lo puede evitar, tenía miedo de que no lo quisiera volver a ver y él le manda eso. No lo puede creer. Le deja un mensaje a Meg de que hoy puede verle, que le avise si ella puede y se dispone después a salir de su casa.

Afuera de casa respira el frío aire mañanero, se pone su guante de cuerro izquierdo y se ajusta el derecho para luego con cuidado subirse en su auto. Mientras conduce ve cómo unos autos le siguen despacio, gracias a que es de mañana y siendo un fin de semana, no andan muchos autos y los que puede ver son de patrulla.

Un CriminalUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum