O8

2.6K 249 414
                                    

Pequeño suspiro emite los rosados labios del joven de hebras doradas que estaba sobre aquel colchón, sus pies desnudos se mueven sobre las sábanas al flexionar sus rodillas y así dejar la planta de sus pies contra la cama. Sus manos estiradas hacia arriba sostenían su almohada con ligera fuerza, esas pequeñas manos apretaban en busca de agarre un lugar que le pudiera dar estabilidad, puesto que su mente estaba siendo nublada ante esos toques de manos ajenas que le recorrían sin vergüenza.

Grandes manos que presionaban sus carnosos muslos, apretando y dejando leves mordidas entre estos, labios foráneos van ascendiendo poco a poco, lentamente por su abdomen hasta llegar a su pecho donde gemido placentero dejó salir al ser su rosada y dura tetilla envuelta por esos mojados labios que comenzaron a chuparle con ganas, sentía como la punta de la lengua impropia rozaba una y otra vez ese pequeño lugar hondito en su pezón, poniéndose más sensible por lo mismo.

—No hagas eso... —susurra con mejillas rojizas por el calor que golpea su fino cuerpo, pero sus palabras no fueron acatadas, puesto que su acompañante sólo se llenó de más vigor y comenzó a chupar y succionar con fuerza, hinchando su pezón y robando gemido tan dulces en melodia de la boca de Aether.  —¡X-Xiao!

Suelta en bajo lloriqueo, sus manos vuelan a los cabellos cercetas de su amable extraño, quien le observó con picardía desde ahí arriba, la desnudez de Aether era cubierta por el cuerpo más fornido, los cerezos del asiático brillaban por la saliva que había dejado escurrir al chuparle como una deliciosa paleta, como su dulce favorito, y oh, por supuesto que no lucía ni un poco satisfecho.

El rostro de su compañero se posó lentamente sobre el propio, acercando poco a poco sus labios hasta los suyos, su corazón se volcó en un acelerado ritmo, sus ojitos se fueron cerrando por inercia y sus brazos se aferraron alrededor de su cuello, traviesas manos seguían manoseando sus muslos hasta repegar ese duro bulto contra su culo, creando roces que le golpearon en escalofríos, esas falsas embestidas creaban corto circuito en el cuerpo del blondo, el hecho que el chico más caliente que había conocido se le estuviera frotando de manera tan descarada con su dura polla escondida bajo sus ropas era suficiente para tenerle gimiendo como perra en celo, jalando sus cabellos y enterrando después sus uñas en su espalda.

—E-esto... Mmh~... Más... Quiero sentirlo de verdad, m-más... —súplica con voz entrecortada, jadeos indecorosos saliendo a diestra y siniestra al ser su pequeño cuerpo rebotado en la cama por esas falsas penetraciones que no hacían más que endurecer su pene.

Su boquita está entre abierta, sus ojitos entrecerrados y sus mejillas brillan en carmín, el chico frente a él le sonríe complacido, lo ve relamerse los labios tan lento y tortuoso que solo le hace temblar los propios, sedientos de por fin probar de una maldita vez su boca. Carajo, no le importaba ser dejado como una gata en celo ahí mismo, pero de verdad quería probar esos jodidos y deliciosos labios tan pomposo y suaves que lucían...

—Por favor... Por favor. —insiste entre su lloriqueo, una risa obtiene que le hace erizar cada centímetro de su cuerpo. Le mira acercarse a él nuevamente, esos labios se dirigen a su orejita la cual muerde lento, un suspiro golpea la misma.

Xiao va a hablarle, oh mierda, mierda. ¿Va a decir su nombre?

—Aether... Despierta. —su cuerpo se tensa y sus manitas se quedan tan quietas como estatua, su mirar se abre viendo tan fijo y perdido el techo, su corazón se para y su rostro toma un blanquecino color.

¿Por qué Xiao sonaba con una voz tan aguda y que ya conocía...?

—Te quedaste dormido, despierta. —nuevamente esa voz le golpea, el calor se le esfuma y sólo el horror le toma por encima.

—¿Q-qué?

—Despierta. Se te hará noche, despierta... —ve como esa carita se aleja y nuevamente le grita:

Detrás de la puerta. ! xiaoether Donde viven las historias. Descúbrelo ahora