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Sus brazos abrazaban con fuerza aquella grande y delgada almohada, la pegaba a su pecho con ligera fuerza al esconder parte de su rostro detrás de esta al estar acostado de lado. Su cabello suelto se esparcía en hilos dorados por el sofá, y el brillante destello de su mirada resentida caía sobre la espalda de aquella rubia que se movía incómoda en su escritorio, tecleando sobre su computador al intentar ignorar los distintos sonidos de reproche de su mellizo.

—¡Ya me disculpé deja de verme así! —se oye un exclamo de la chica; Lumine. Se termina por girar en su silla de rueditas para encarar a su hermano mayor que está en aquella posición fetal que lo hace lucir pequeño, y debido a su pijama holgada de pantalón y camisa sin duda se miraba de una estatura pequeña.

—Te dije que te perdono, pero eso no quita el hecho que perdí una oportunidad. —se queja en bajo al enrollar también con sus piernas la almohada, escucha un resoplido de la menor al girarse nuevamente en su silla para ver lo que llevaba de sus tareas.

—Eso no hubiera pasado si hubiera recibido un mensaje tuyo de que llegarías más tarde de lo acordado. —se queja en defensa, volviendo a ignorarle para centrarse en sus obligaciones.

Gime en un lastimero quejido antes de hundir su cara en la almohada, soltando un bajito grito de berrinche. No le gustaba cuando alguien arruinaba sus planes, menos su hermana.

Era sábado por la tarde, ya habían pasado unas horas desde la fea pasada de anoche donde tuvo que ser ayudado por Hu Tao y su amigo. Ya habían pasado horas desde que Xiao le dejó frente a la puerta de su casa. Lo recordaba aún tan bien, recordaba lo agradable que se sentía el rodear con sus brazos el cuerpo de Xiao, el como se presionaba ligeramente hacia él en los acelerones de la motocicleta o cuando tenía que cruzar por algún lugar donde había un ligero tope. El aroma del chico aún la siente sobre su nariz, tan cálido que le llena de escalofríos agrables el cuerpo.

En su memoria aún está el cómo Xiao se bajó de la motocicleta junto a él, acompañándolo en un silencioso camino hasta la puerta de su hogar. Su casa era de dos pisos con un gran jardín, los ligeros rosales estaban alrededor del marco de piedra de la puerta, había flores en el césped que eran bien cuidadas por su hermano mayor; Dainsleif.

—Y supongo que aquí es hasta donde me puedes acompañar. —su voz suena baja y suave, tomando la atención de aquellos orbes felinos y dorados que le miran atento. Las manos del chico están en los bolsillos de su pantalón. —De nuevo, gracias por traerme hasta acá, no debías tomarte tal molestia pero aún así lo hiciste, eso fue muy dulce de tu parte. ¿Eres así con todos los chicos que puedan pasar por un momento intenso con un cretino?

Aunque fue fugaz, Aether puede ver una sonrisa de labios en la cara de aquel joven y como después soltaba una risa baja, había sido un sonido corto pero muy agradable para el rubio, aún así, el de hebras cercetas niega aunque sabe que Aether está bromeando.

—Mmh, ¿entonces me trajiste porque estabas preocupado por mí, eh? —aunque nuevamente el chico está bromeando, no hay una risa en respuesta como la anterior vez, debido a que las luces de afuera de su hogar están encendidas, puede notar como las mejillas ajenas consiguen un tenue rubor y aquellos felinos ojos evitan su mirada. —Oh.

Ahora es Aether el que se siente algo avergonzado, lo decía de a juego pero el otro ante su reacción le dejó saber que realmente se preocupó por él.

—Oye, puedo verme pequeño pero te prometo que sé cuidarme, no tienes que preocuparte por mí, ¿sí? —su mano se extiende hasta la muñeca del otro, sosteniendo suavemente la misma para sacarle la mano de su bolsillo y así poder sostener esa entre la suya. —Aún así, no te mentiré, el hecho que alguien tan lindo como tú se preocupe por mí por haber tenido una mala experiencia, es sumamente dulce que me hace sentirme... ¿Especial? ¿Afortunado? No es como si siempre un chico bonito va a salvarte y traerte a casa.

Detrás de la puerta. ! xiaoether Donde viven las historias. Descúbrelo ahora