Tristan: Tratos, Espectros Y Muertes.

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 El espectro y yo nos encontramos en un bosque oscuro y bastante perturbador. Caminamos por un sendero donde los troncos de los árboles se encuentran muertos, sin ninguna hoja y torcidos. Las voces de espectros clamando un canto incesante de auxilio. Llegamos a una verja negra, la cual se abre con el golpe del bastón del mensajero al suelo. Lo sigo por un camino desolado, ya no hay árboles, solo una tierra llana, la cual se encuentran varios estanques con estatuas de personas decapitadas. Al frente de mí se encuentra un castillo lo bastante grande, tenebroso y para mi asombro, lleno de vida.

 Al parecer hay una fiesta, por un motivo que desconozco. Al llegar a la entrada varias personas me observan con asombro y con una cara de perversión.

—Carne fresca —comenta lamiéndose los labios uno de los invitados.

—Aléjense de él, es para la reina —les reprende el mensajero de la reina, los invitados se recomponen y vuelven a sus asuntos.

 El interior del castillo se encuentra en un ambiente festivo, a pesar de que los espectros solo se pueden alegrar con la miseria de alguien más. El mensajero me guía hasta llegar a un salón de baile, la música es hipnótica. Ellos logran que todos los instrumentos se fusionen para crear algo lo suficientemente atrapante que te impida irte. Al frente de todo este ambiente se encuentra la reina Olena Dumont en una larga mesa rodeada de varios hombres. Su tiara se encuentra en el medio de dos cuernos que miden el mismo largo que su cabeza.

—Mi reina, aquí se encuentra lo que ordenó —el mensajero se inclina hacia su reina. Ella me observa sonriente, sus dientes afilados, su mirada perturbadora, pero lo extraño es que es bastante atractiva.

—Muchas gracias Baltazar —ella despide a su mensajero, el hombre se retira del salón de baile—. Un Godness en mi castillo es digno de admirar —ella comenta sonriente, sus acompañantes gruñen y me miran asesinos—. Cálmense, este joven y apuesto príncipe no es como su apestosa familia —ella se levanta, rodea la mesa y se pone a mi lado. Ella es más alta que yo.

—Yo... —intento defender el nombre de mi familia, pero ella pone su dedo en mis labios.

—Quiero recordarte que no estás en sus tierras y que cualquier palabra que salga de tus tiernos labios, podría causar tu muerte y créeme que mis amigos no les temen a las consecuencias de tu insulsa familia y mucho menos del desgraciado de Robert —ella me mira fija, su tono de voz suena maternal, pero amenazador, es escalofriante—. Pero no te hice venir hasta aquí solo para amenazarte.

 Ella me guía de nuevo a su mesa, un hombre de aspecto amenazante se levanta y se retira, la reina me obliga a sentarme, ella se sienta a mi lado.

—¿Puedo preguntar por qué estoy aquí? —le pregunto en su idioma.

—Me alegro de que sepas el idioma espectral, el de tu familia es muy simple y aburrido —ella alza su copa y un sirviente le sirve vino—. También me gusta que seas directo, los hombres que dan muchas vueltas son patéticos —ella bebe—. Te traje por dos motivos.

 Ella despide a sus amigos de la mesa, ellos no están felices y me lo hacen saber. Sus miradas solo pueden significar una sola cosa: odio puro.

—El primero era conocerte formalmente. Robert te nombró su heredero por una antigua tradición —ella observa de forma estratégica el baile—. Claro, su error fue haberle permitido a tu familia que participara. El reino sombrío nunca ha sido conquistado por tu familia, este reino ha permanecido en manos de sombras o espectros; pero ahora quedará en tus delicadas manos —ella voltea y me observa de forma despectiva.

—Con todo...

—No he terminado de hablar —ella me calla—. Cuando Seth empezó con su conquista por el reino oscuro, él, Robert y yo; habíamos acordado que ninguno buscaría conquistar el reino del otro —ella vuelve a alzar su copa para ser llenada—. Una sombra no es tan poderosa como un espectro, ellas se debilitan con los años. Eso le pasa a Robert, se hace débil con los años; ya no es ese apuesto y feroz guerrero de hace miles de años atrás. Y por eso buscó un heredero para que tomara su lugar. Él cree que no puede engendrar un hijo —ella se ríe—. Pero yo sé que si puede.

El Ascenso De Un Imperio [III libro de la saga Dioses Universales]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora