Capítulo 5

1K 68 1
                                    

Margaritas

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Margaritas

El lunes le tuve que enseñar el instituto a Nate después de clases, me hizo explicarle cada lugar, y siempre que lo miraba para mostrarle un sitio él ya tenía su mirada en mí. Me sentí extraña porque es la primera vez que un chico me miraba de la manera en que lo hacia él, sus ojos cafés me hicieron tener una sensación extraña y ¿bonita? No lo sé, solo sentía que ya habia pasado por esto, las anteriores veces en las que un chico me ha mirado y él fue diferente... y por alguna razón no me incomodaba.

Al día siguiente me lo encontré unas cuantas veces e intercambiamos unos cuantos saludos, ahora estoy en la cafetería sola, no es porque no tenga amigas, si las tengo solo que no estudiamos en el mismo instituto.

Valeria y Nina han sido mis amigas desde que tengo memoria, las tres estamos en diferentes escuelas, pero vivimos muy cerca.

Solemos salir juntas y mañana no será la excepción.

Nos arreglaríamos en mi casa y el novio de Nina nos recogería, él es amigo de Adams y ambos estaban en el equipo de básquet —¿cómo él y Nina se conocieron? Bueno, en una heladería—. Al principio ella no aceptó ir a la fiesta, pero después de muchas suplicas por parte de su novio, de Val y mía, aceptó.

Quizás me arrepienta cuando vea el lugar lleno de gente besándose por donde sea, pero la vida es una y hay que vivirla.

Un pequeño golpe en la mesa me hace salir de mis pensamientos.

—¿En qué piensas? —dice el pelinegro sentándose a un lado mío.

—En nada.

—Ya veo. —Nate me sonríe como un niño tierno.

—¿Te han dicho que te ves guapo cuando sonríes así?

¡Maldita sea! ¿Lo pensé o lo dije?

Nate me mira fijamente.

Lo dijiste.

—¿Te parezco guapo? —parece curioso por mi respuesta, sonriendo de lado.

Si definitivamente lo dije.

—Eh. Bueno. Si. No. Si.

Estas quedando en ridículo.

Lo sé, no necesito que me lo recuerdes.

Intento hablar, pero lo único que hago es quedar aún más en ridículo, él me sigue atento a mí.

—Sé que soy guapo, minions.

—Pero que sinceridad, tienes —sonreí—. Deja de decirme así, no soy uno.

—Claro que lo eres, eres tan pequeña como uno de ellos.

—Tengo una estatura normal —lo miro orgullosa de mi estatura.

—No mides ni un metro setenta —intenta ocultar una risa burlona.

Volver a encontrarnosWhere stories live. Discover now