Capítulo 4

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Nuevas amistades

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Nuevas amistades


Es casi la medianoche y estoy caminando por la calle en total silencio moviendo una baraja de cartas, no había nadie fuera de sus casas la mayoría de estas estaban a oscuras, tendrían que estar durmiendo.

Casi por instinto iba camino hacia la fuente que estaba en la plaza, el viento no era un impedimento para que yo pueda mover la baraja de cartas con total facilidad. Siento como si me estuvieran mirando y observo sobre mi hombro para asegurarme si es alguien, logre ver la silueta de una chica que al percatarse que estoy al tanto de su presencia cierra la cortina.

Una sonrisa se dibujó en mis labios. Es ella, la misma chica de las vueltitas locas de la tarde.

Estire mi mano hacia la mesa de noche apagando la alarma. Tome mi móvil... maldita sea. Era tarde, mamá iba a matarme si llegaba tarde. Mañana ingreso a clases, pero hoy tengo que dejar unos documentos y mi mamá me dijo que estuviera a tiempo porque el director era muy estricto y odiaba la impuntualidad.

Y yo tengo un lío con ser puntual en las mañanas.

No es porque no quiera estar a tiempo en un lugar, es porque levantarme temprano no era lo mío, con suerte llegaba a clases.

🪄

Cuando salí de la oficina del director estaba andando por los pasillos del instituto tratando de buscar el aula al que tendría que asistir mañana.

Que problema era ser el nuevo en un lugar y parecer estúpido dando vueltas.

Pase por un salón y logré escuchar que alguien hablaba, o no sé qué era, pero lo hacía en un tono bajo. Me asomé y la vi ahí.

La prima de Leo era la que balbuceaba, ella no se había dado cuenta de que yo estaba ahí. Me quedo observándola, es hermosa y pequeña.

El primer día que la vi fue en la estación de tren, ese mismo día tuve la sensación de haberla visto antes, no logré recordar de dónde. Sinceramente, es tan pequeña que parece un minions —o una hormiga también— su cabello resalta ante su piel, sus ojos del mismo color que su cabello son muy atractivos, lo que más me llamó la atención de ella fue su sonrisa.

Una que me brindó cuando me conoció me gusto y la que vi en la noche cuando Leo me llamó a preguntar qué tal con la casa, me cautivo. Ella estaba a un lado de él y sin darse cuenta la enfocó dejándola frente a la pantalla, esa gran sonrisa que hasta el momento no puedo sacar de mi mente.

Escuché como una parte de la canción la cantaba un poco más fuerte del tono que estaba usando.

Se dio cuenta de mi presencia y no me quedó otra opción que caminar hacia ella —que gran tragedia ¿eh?— me detuve delante de ella mirándola por unos minutos.

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