Tanto Mark, como Yang Mi y yo, soltamos un larga exhalación.

La chica se levanta de su asiento, mirando para todos lados y haciendo pequeños movimientos con sus dedos. Al acabar, pasa por mi lado y se coloca mirando al escenario, alzando sus brazos para captar la atención del de cabellos cortos.

—Winwin, esta fila de asientos queda justo en el medio del escenario, es la octava desde el lado que cuentes. Iré a marcar una cruz, ¿si? —Explica esta con el tono de voz que estoy segura que usa con los niños.

Pero como era de esperar, el bailarín no se ofende por su tono, sino más bien asiente deacuerdo, con unos ojos brillantes de agradecimiento por la ayuda.

Mi celular comienza a sonar, vibrando en el bolsillo de mi sweater beige. Sin embargo, no quiero contestar, debe ser San intentando convencerme de nuevo para ir a su cumpleaños.

Los minutos pasan y veo como Winwin baila sobre el escenario. Dios, es como el agua. Sus movimientos son tan fluidos, delicados y ejecutados de manera precisa. No soy experta en esta disciplina, pero estoy segura que el chico es de los mejores bailarines que he visto en mi vida.

Amo como su cuerpo se acopla a la música, interpretando perfectamente lo que Mark intentaba transmitir con sus notas. Sus expresiones no se ven forzadas y toda la vergüenza que en algún momento llegó a tener, desaparece cuando la melodía está sonando. Y es que me gusta ver a la gente cuando hace lo que ama, porque se nota y se siente en cada parte de tu esencia.

Una vez más suena mi celular y con mucho pesar decido salir del auditorio para hablar y no interrumpir. Ya estando afuera, miro mi pantalla decidida a decir un enorme "No" a San.

Sin embargo, lo que salta en la pantalla no es el nombre de Choi, sino un número desconocido que ni siquiera es Coreano.

—Joder, es de Estados Unidos.

No puede ser, después de haberlas ignorado por tanto tiempo, jamás pensé que se acordarían de nuevo de mi existencia.

¿Qué hago? ¿Contesto? No, no quiero hablar con ellas. Pero seguirán llamando, ya sé como son. Aunque, la última vez se aburrieron después de unos días, podría repetir la estrategia y así se cansan de una vez.

Sí, eso haré y me dejarán en paz.

Me abrazo a mi misma al sentir frío, mirando la hora en mi reloj de pulsera para calcular si le faltaba mucho a los chicos para salir de su ensayo. Quizás vaya a comprar un café y vuelva. No estoy con mucho ánimo después de esto y entrar con cara de desgracia no era una alternativa, no quiero preocupar a nadie.

No sé cuánto tiempo me demora tomar una decisión, pero debe haber sido lo suficiente para que los mayores terminaran y salieran del auditorio. Yang Mi venía con su cajita de costuras, y los otros dos aún platicaban de algunas cosas que podían mejorar en la coreografía.

La chica me sonríe y yo alzo mi mano a modo de respuesta, pero sus cejas hacen un leve gesto que ya sé lo que significa.

—¿Te parece si vamos a cenar los cuatro? —Pregunta parándose frente a mi.

—Claro, déjame ir a buscar un abrigo al departamento. —Respondo con una sonrisa.

—Yo te acompaño, no quiero andar cargando esta caja. Además, Winwin se tiene ir a bañar y cambiar de ropa. —La chica se gira para mirar al mencionado. —Nos vemos en cuarenta minutos a la salida del campus.

La castaña toma mi mano y salimos del edificio en dirección a nuestro complejo de departamentos. El aire se estaba tornando más helado y ahora me alegra haberle prestado mi abrigo a Jaemin. Los hospitales suelen ser helados y estaría hasta la mañana del siguiente día haciendo la pasantía en urgencias. Si se enferma, todos explotaríamos por lo pésimos que somos para la tarea de cuidar a alguien con gripe.

Nos vemos después; (Lee Jeno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora