Compañia III

31 4 29
                                    

23:30 PM

Doy vueltas sobre la silla del escritorio de Jeno, buscando algo con qué entretenerme sin tener que dejar la habitación del mayor por mucho tiempo.

La fiebre no había bajado por el momento, pero tampoco había subido demasiado, por lo cuál, no estaba en un nivel alarmante.

El chico se había recostado en la cama, y habíamos decidido sólo dejar encendida la luz de sus lámparas de noche, para que no volviera el dolor de cabeza por culpa del brillo.

Desde la esquina de la cama monitoreo como su pecho subía y bajaba con tranquilidad al respirar, dándome a entender que aún seguía profundamente dormido. Llevaba así unos cuarenta minutos por lo menos.

La música había parado y el silencio del lugar podía llegar a ser ensordecedor, algo muy irónico, pero que suele pasar. Sin embargo (y quitando la razón por la que estoy acá), me sentía tranquila y relajada, como pocas veces.

No había cruzado muchas palabras con Jeno por obvias razones, pero aún así con lo poco que habíamos conversado, logró bajar la ansiedad que había estado acumulado por culpa de la universidad.

Ay, qué sería de mí, sin este mini terapeuta.

—Cassie...—Su susurro es casi inaudible, quitando mi atención de uno de sus posters de anime.

—¿Si? —Pregunto bajito para no quebrar el silencio.

—Me molesta pedirte esto, —Logro conectar mis ojos con los de él cuando los abre. —pero tengo mucha sed y me bombea la cabeza al intentar sentarme.

En su rostro realmente se denota dolor y una pizca de vergüenza al tener que pedir algo tan básico como un vaso de agua.

Pero como ya había pensado, sobre su escritorio dejé una jarra con agua tibia, por lo que no me demoro en ir a su lado en la cama.

Lo ayudo a sentarse, apoyando mi mano libre en su espalda, mientras Jeno se sostiene del brazo que tiene el vaso frente a él.

Que raro, ¿yo estoy helada o él está más caliente?

Mmh...

Después de ayudarle, palpo su frente y su cuello, notando un leve sudor sobre su piel, dándome la evidencia de lo que esperaba que no pasara.

—Es porque me abrigaste mucho. —Pronuncia el azabache al darse cuenta.

—Quiero pecar de exagerada. —Apunto el termómetro a su frente.

Y sí, había subido su temperatura.

—Te traeré pañitos para bajar la fiebre. —Salgo de la habitación bajo los reclamos de Jeno.

00:40 A.M

Tomo la pequeña toalla de la frente del chico, ya que había pasado un rato y nuevamente esta estaba tibia. La remojo y estrujo para no dejarlo todo lleno de agua, posicionando esta sobre su frente por sexta vez.

Había subido unos pocos grados su temperatura y eso me entraba a preocupar. Jeno se había quedado callado hace un rato, después de ponerse a explicar una película sobre un durazno, un niño y un perro, que estoy segura que no existe.

La fiebre lo hace delirar.

Suelto un largo suspiro, sin dejar de mirar su rostro, formándose una perfecta silueta de su perfil al estar en la habitación con sólo las luces de noche.

Ya no sabía qué hacer. Bajo mucho esfuerzo le di la pastilla que Nana me dijo, le he puesto paños fríos y aún la fiebre seguía igual.

Me desespera el no saber que hacer. Estoy acá para cuidar de él y no poder hacer mucho más me estresaba. Ojalá Jaemin estuviera conmigo, necesito que me ayude.

Nos vemos después; (Lee Jeno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora