Observados

203 7 0
                                    

Llevaba cerca a 20 minutos esperando a Aris (chico) en el lugar que habíamos quedado, estaba sentando en una banca frente a una fuente de agua, a unas cuantas cuadras de mi casa. En realidad no sabía qué íbamos hacer y ya comenzaba a creer que no llegaría, sería la primera vez que me dejaría plantado, no me había respondido a los mensajes desde que salí de casa, posiblemente ya estuviera en camino o simplemente no se dió cuenta que le escribía.

Pero poco tiempo después lo ví asomarse por un costado, tenía una bolsa de plástico de color blanco en su mano derecha y la levantó cuando me dió sentado allí y aceleró el pasó al acercarse.

—Hola— dije después de que se sentará al lado mío en aquella banca.

—Hola— respondió con una sonrisa.

Tenía muchas ganas de lanzarme sobre él y darle un beso en los labios, pero me contuve, no sabía si el quería hacerlo también, de todos modos no éramos las únicas personas que estábamos en aquel lugar, pero si estábamos lo más alejados posible de todas ellas.
Nos quedamos un par de minutos en silencio, ninguno de los dos dijo nada, solo nos mirábamos con nerviosismo a la vez que mirábamos a nuestro alrededor, parecíamos dos niños de 14 años que acaban de darse su primer beso y no saben que hacer luego, excepto de que aún no nos dimos ni un solo beso.

—¿Qué llevas ahí?— dije al fin.
—Oh sí— levantó de nuevo la bolsa y la sostuvo en el aire mientras la observaba— te traje algo. Te traje un sándwich— se corrigió.

Bajó la bolsa y la abrió para sacar lo que tenía dentro, dentro de aquella bolsa habían otras dos bolsitas pequeñas individuales, de la cual me dió una y la otra se la quedó él. Se trataba de un "kebab", era una de mis comidas extranjeras preferidas desde que la había descubierto hace un par de meses atrás, se trataba de uno de los platos típicos y más famosos de Turquía, aunque claramente nunca había ido a ese país, conocía algunas cosas por las telenovelas que solía ver en compañía de mi madre, y en cada una de ellas siempre preparaban kebab, por lo que me dieron unas ganas inmensas de probarlos solo que no sabía dónde los podría conseguir hasta que descubrí un nuevo restaurante que vendía exclusivamente eso. Pero no tenía ni la menos idea de cómo lo supo Aris, no sé lo había mencionado, al menos que pudiera recordar.

—¡¡Ohhh!!— se me hizo un gesto muy tierno de su parte. Claramente amaré a quién sepa darme comida *se ríe*

Decidimos no comer a la intemperie y nos dirigimos a una plaza de comidas que se encontraba a dos cuadras de donde estábamos y una vez allí, recién optamos por comer nuestros respectivos alimentos. Tengo que destacar que en un inicio pensé que nos echarían del lugar por no haber comprado nada ahí y estar usando una de sus mesas, pero no paso nada, nadie nos dijo nada en absoluto o simplemente no se dieron cuenta de lo que estábamos haciendo.

Nos quedamos ahí bastante tiempo después de haber terminado de comer, nos quedamos charlando y viendo algunos vídeos graciosos en mi teléfono. Estábamos uno sentado al lado del otro, lo suficiente cerca como para poder escuchar su respiración ante todo el ruido que nos rodeaba. Nuestros hombros se rozaban y nuestras cabezas estaban a escasos centímetros de tocarse. Cualquiera que nos viera a lo lejos… vería a dos chicos agachados en una mesa, muy pegados viendo la pantalla de un celular, pero eso no importaba, no importaba nada más en ese momento.

Recuerdo que no podía parar de ver sus labios que estaban tan cerca de los míos, pero que a la vez se encontraban a un mundo de distancia.

—¿Qué?— me miró de pronto, seguramente se había dado cuenta que no podía dejar de mirarlo, ahora lo hacía de reojo mientras él me miraba a mí de frente.

—Nada— mi voz se escuchó temblorosa, traté de dirigir mi vista hacia el teléfono, pero no podía evitar mirarlo de rato en rato porque sentía su mirada encima mío.

—Quiero besarte— dijo así sin más— no me importa nada más.

Hizo que girará mi cabeza y se acercó a mí lentamente, nuestros labios se rozaban y podía sentir su respiración muy cerca. Pegó sus labios a los míos y me dió un beso suave y dulce, pero lleno de deseo, ambos ya lo deseábamos desde hace mucho. De pronto nos encontrabamos en un lugar público, besándonos en frente de todos y realmente no importaba nada más, era el maldito momento perfecto.

Tras unos cuántos minutos, que parecieron eternos, nos separamos y ambos sonreímos al vernos y decidimos salir a caminar por ahí. Cuándo nos levantamos de la mesa pude ver qué en la mesa contigua a la nuestra había una familia que consistía en el padre, la madre y sus dos hijas pequeñas, nos estaban mirando, no pude descifrar aquella mirada que nos daban, pero no dijeron absolutamente nada, solo se limitaron a ver que nos levantamos de la mesa y que nos alejamos de ellos tomados de la mano. No pasó nada y una parte de mí le agradeció al cielo y a la vida de que así fuera.

UNA HISTORIA HEARTSTOPPERWhere stories live. Discover now