Interrupción

216 11 0
                                    

Estábamos parados en la puerta de la cocina de su casa, teníamos toda la ropa mojada después de haber estado como 20 minutos bajo la lluvia, podía sentir como las gotas de agua caían por mi cabello, pasando por mi rostro hasta terminar en el suelo.

—¿Quieres tomar algo caliente?— Aris (chico) me preguntó mientras me tomaban de las manos y las frotaba un poco, ya saben lo que dicen… que al friccionar las manos podrás calentarlas y eso era lo que intentaba hacer.

—Es… estaría bien— el frío que sentía no me dejó hablar con normalidad.

Se metió a la cocina y empezó a buscar algunas cosas entre los muebles y la mesa que tenía ahí, cualquiera que lo viera ese momento podría decir que no sabía ni dónde estaban las cosas, era como si no tuviera ahí porque no encontraba nada de lo que buscaba. Se excusó solito diciendo que cambiaron las cosas de lugar por la remodelación y que ahora ya no lograba encontrar nada. Yo solo me límite a sonreír desde la puerta de la cocina. No me había movido de ese lugar, además de que no quería mojar el resto de la casa.

Al fin pudo encontrar las cosas que buscaba y sirvió agua caliente en dos tazas y preparó Té, cuándo me lo dió nos fuimos directo a la habitación que estaba enfrente de la suya y ahí tomamos nuestras bebidas calientes. Eso me ayudó bastante para dejar de templar, aunque seguir con aquella ropa empapada no ayudaría mucho.

—¡¡Hey!!— dejé mi taza a un lado— Tienes una gran pantalla— dije sin pensarlo— quizá podríamos quedar un día y ver alguna peli o algo.

Se acercó a mí y me abrazó desde atrás, rodeando sus brazos en mi cintura. Y comenzó a decirme cosas al oído, solo escucharlo hablar tan cerca me hizo estremecer. Siempre sucedía cuando alguien me susurraba al oído. Pero con él era… diferente.

—Qué tal si lo hacemos hoy— lo miré de costado y pude notar que tenía una sonrisa en sus labios, una de esas que tiene la intención de hacer entender otra cosa de la que se dice realmente. Era de doble sentido—Estamos solos— terminó diciendo en un tono de voz aún más bajo. Eso hizo que las cosquillas que sentía por su respiración tan cerca recorriera todo mi cuerpo.

—¿Qué propones exactamente?— quise seguirle el juego. Me gire para poder verlo de frente.

Ya no dijo nada, solo miró a la gran cama que teníamos detrás de nosotros y volvió a dirigir la mirada hacia mí, manteniendo esas sonrisa de doble intención. En esta ocasión no me resistí a nada, dejé que todo fluyera y que pasara lo que tenía que pasar.
Entonces me arrastró delicadamente hasta el borde de la cama donde hizo que me sentará y segundos después me empujó hasta llegar a la parte más alta de la cama, ahora estaba echado y con él encima mío. Nuestras miradas se cruzaron ahí por un par de segundos y ambos sonreímos cuando pasó. Tenía los brazos a la altura de mi cabeza, eso lo mantenía a cierta distancia de mí, donde nos podíamos ver.

Se acercó lentamente y me dió un pequeño beso en la mejilla, luego bajo un poco más y me dió un beso en el cuello. Este último hizo que me estremeciera, se me revolvió el cuerpo entero. Luego volvió a mí y me plantó un beso en los labios, uno sueve y delicado, era uno completamente diferente al que nos habíamos dado minutos antes en la terraza, mientras la lluvia caía a nuestro alrededor. Me gustaba.

Llevé mis brazos a sus hombros y procedí a abrazarlo, primero suave y luego con más fuerza. Se separó de nuestro beso por un segundo y se quitó la camisa mojada que traía puesta y volvió a acercarse a mí. Ahora podía sentir con la yema de mis dedos toda la piel que le cubría la espalda baja. Estaba frío, y podía sentir ligeros temblores en su cuerpo. Tras otros par de minutos se volvió a separar de mí, pero está vez para que yo me quitará la camisa mojada, él intentó quitarme lo que traía puesto, pero por lo mojado que estaba se había pegado a mi piel y no podía hacerlo, terminé quitándomela yo mismo.

Una vez los dos sin camisa encima de aquella cama de dos plazas, se acercó a mí de nuevo y me regaló otro beso en los labios, mientras nuestro pechos se tocaban uno al otro. Queríamos seguir a más, no era suficiente.

Antes de que pudiéramos hacer cualquier otra cosa, el sonido de un auto nos puso en alerta, y las luces del mismo iluminaron la habitación, fue cuándo nos dimos cuenta que alguien había llegado.

—¡Mierda!— dijo mientras se ponía de pie y observaba por la ventana— mi tía llegó.

Buscó mi camisa que la habíamos tirado rato antes al suelo y me la devolvió. Nos pusimos la ropa mojada de nuevo y salimos de la habitación lo más rápido que pudimos. Para cuándo llegamos a la altura de la cocina (antes de poder llegar a la sala de visitas) la puerta principal se abrió y entró una señora de cabello oscuro, junto a otra un poco mayor que la primera y ésta tenía el cabello corto y ondulado.

—Hola, cariño— dijo la segunda señora cuándo nos vió a los dos ahí— ¿Nuevo amigo?— preguntó entonces.

—Eh sí— tartamudeo al decirlo y luego me miró. Pude ver en su mirada arrepentimiento o quizás miedo, pero sin duda estaba nervioso.

—Hola— llegué a decir ya que nadie nos presentaba.

La otra señora terminó de cerrar la puerta y se acercó a nosotros, suponía que aquella era la tía de la que mencionó antes, entonces miró a su sobrino y luego me miró a mí— ¿Estaban los dos solos aquí?

Nadie respondió, no supe cómo interpretar esa pregunta, no sabía si estaba intentando hacer referencia a alguna cosa o si solo era parte de mi imaginación por lo que estaba pasando.

—De hecho… vino a estudiar después de clases— mintió, me dirigió una mirada de súplica, como si estuviera pidiéndome perdón por algo o como si me pidiera que le siguiera la corriente, quizá ambas cosas.

—Sí, este… yo ya me iba— la situación se empezaba a poner algo incómoda y prefería no causarle ningún problema por estar ahí en su casa por la noche.

—Nosotros podemos llevarte, ¿verdad tía?

La mujer miró a Aris como si lo examinara para una prueba física pero segundos después solo asintió con la cabeza.

—Claro, solo denme un momento y nos vamos.

Tardó aproximadamente unos 15 minutos antes que podamos salir de la casa para subirnos al automóvil, la lluvia ya había disminuido un poco, pero aún seguía cayendo ligeramente. Cuando su tía salió de la casa le pidió a Aris que se quedará, que no podría ir con nosotros ya que ella ya no volvería ahí y quería evitarse el doble viaje al tener que traerlo de regreso. Así que me despedí de Aris con el típico saludo de movimiento de la muñeca en el aire y procedí a entrar al auto con su tía. Tengo que decir que todo el trayecto de camino hasta mi casa fue algo incómodo, supongo que para ambos. No nos conocimos y no sabía que su sobrino estaba saliendo conmigo, básicamente no sabíamos que decirnos. Nos quedamos en silencio la mayor parte del camino, hasta que me dejó en la puerta de mi casa y me despedí de ella dándole las gracias por haberme traído de regreso.

UNA HISTORIA HEARTSTOPPERWhere stories live. Discover now