Prólogo

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Cruel and cold like winds on the sea

Will you ever return to me?9

Hear my voice sing with the tide

My love will never die...

La bebé de cabello negro, se acurrucaba contra el pecho del hombre, un tentáculo de su barba acarició la mejilla regordeta, mientras tarareaba la canción de cuna, su más grande adoración rodeada de crueldad y crimen debía hacer lo mejor para ella. Aunque sería perder lo que más amaba, ella estaría a salvo, si alguien osaba tocarle un cabello... sería mejor que rezara a todos los dioses porque no tendría piedad.

Over waves and deep in the blue

I will give up my heart for you

Ten long years I'll wait to go by

My love will never die...

• • •

En medio de la neblina se habría pasó un imponente barco. En la cubierta dos niñas de 12 y 8 años cantaban una canción, aunque la menor solo tarareaba tratando de seguir a su hermana, tan distintas eran entre sí, una con el cabello rizado castaño casi rubio con ojos castaños era la mayor mientras que la menor de cabello azabache con traviesos rizos y con unos peculiares ojos azules que parecían tan cambiantes como el mar.

Estaban tan absortas que no notaron que un hombre mayor se acercaba a ambas sólo hasta que sintieron la mano en su hombro, ambas voltearon asustadas.

- ¡Silencio, señoritas! Hay piratas en estas aguas ─ mirando al mar con cautela - No querrán que vengan a buscarnos.

- Señor Gibbs, ya basta.

- Estaban cantando sobre piratas. - explicó soltando a las niñas- Es un mal augurio, rodeados por esta niebla... Tenga presente mis palabras.

- Las tendré presente. - en un tono condescendiente - Retírese

- Sí, teniente. - caminando hasta su puesto - También es de mala suerte tener mujeres a bordo, aunque sean niñas.

- Yo creó que sería emocionante conocer a un pirata. - contestó la mayor.

- Yo prefiero conocer a una sirena - exclamó en inocencia la más pequeña recibiendo una sonrisa su padre

- Cree mal señorita Swann - mirando a la mayor ignorando a la pelinegra que solo hizo un puchero infantil y fue a abrazar a su padre - Son criaturas malas y disolutas. - caminando para ver el mar - Yo me encargaré que cualquiera que navegue bajo la bandera pirata o tenga marca pirata, le llegue su destino. - sonrió levemente y miro a las niñas que lo miraban atentas - Con una caída breve y una parada en seco.

Las pequeñas no entendieron y miraron al señor Gibbs que hizo una imitación de un hombre colgado en la horca asustando a las niñas, la pequeña fue cargada por su padre y se acercó por la mayor tratando de calmarla.

- Teniente Norrington, su fervor es claramente admirable, pero me preocupa como vaya a afectar el tema a mis hijas, la pequeña Meredith ya está alterada.

- Disculpe usted, gobernador Swann y también reciba una disculpa señorita Swann - mirando a la pequeña que alzó la mirada sus ojos parecían al mar siniestro en la lluvia, era de cierta manera perturbadora, así que apartando la mirada se alejó.

- La verdad, me parece un tema interesante.

- Eso es lo que me preocupa Elizabeth, estás asustando a tu hermana.

- Yo quiero ver sirenas.

- Pequeña son solo cuentos.

- Eso dijiste de los piratas.

El hombre negó y bajo a la pequeña que se aferró a su hermana, estas niñas... le causarían canas.

Ambas volvieron a ver el mar mientras su padre se alejaba, cuando vieron una sombrilla flotando la siguieron con la mirada extrañada, Meredith volteo y asustada jalo la manga de su hermana para que viera lo mismo que ella, había un niño en un trozo de madera inconsciente.

─ ¡Hay un muchacho! ¡Hay un muchacho en el agua! ─ fue Elizabeth la que alertó mientras la pequeña miraba la neblina sentía algo extraño.

─ ¡Hombre al agua! ─ exclamó el joven teniente mientras los demás marinos se movilizaban ─ ¡Tomen sus puestos! ¡traigan un garfio! ¡Súbanle a bordo!

Elizabeth se acercó a ver mientras Meredith seguía viendo por la cubierta ignorando el alboroto, por suerte el chico seguía vivo.

─ ¡Papá! ─ exclamó la pequeña llamando la atención del gobernador ─ ¡Mira!

─ Monstruos marinos ─ Gibbs se encontraba viendo lo mismo que la pequeña, colgado de unas cuerdas.

­Todos se acercaron a ver, el gobernador apartó a su hija de tan horrendo espectáculo, eras un barco destruido por las llamas parecía no haber más sobrevivientes.

─ ¿Qué habrá ocurrido? ─ preguntó el gobernador.

─ Habrá explotado la reserva de pólvora, los comerciantes navegan muy armados.

─ Pues no les sirvió de mucho ─ Gibbs comento ─ Yo solo digo lo que todos piensan ─ ante la mirada del comodoro ─ Piratas

─ No hay pruebas de eso ─ respondió el padre de las niñas con una sonrisa forzada─ Debió ser un accidente.

─ Despierten al capitán ─ ordenó Norrington ─ Barco al pairo y arríen los botes ─ todos se movilizaron para buscar sobrevivientes.

─ Elizabeth, Meredith quiero que le hagan compañía al chico ─ con cariño a sus hijas ─ Quédense a con él, Elizabeth cuídalo y también a tu hermana.

─ Papá, no creo que encuentren más personas

─ Meredith, ¿Qué cosas dices?

El gobernador tenía una cara de preocupación y algo de miedo por lo que dijo su pequeña hija, las dos hermanas se acercaron al joven mientras los botes bajaban, la mayor se acercó mucho al joven y tuvo que retroceder cuando él despertó de forma abrupta, agitado mirando a ambas asustado cogiendo la mano de la mayor de las hermanas que pareció querer tocarlo.

─ No pasa nada, me llamo Elizabeth Swann y esta es mi hermana Meredith ─ le dijo suavemente para calmarlo ─ Estás a salvo.

─ Will Turner

─ Yo voy a cuidarte ─ dijo con suavidad y algo de cariño, la pelinegra solo los veía pero algo le llamó la atención en el cuello del pequeño Will y cuando se desmayó se acercó a tomarlo haciendo que su hermana lo viera ─ Eres un pirata

─ ¿Debemos avisar? ─ preguntó la pequeña.

─ ¿Ha dicho algo? ─ preguntó el teniente sobresaltado a ambas hermanas, Elizabeth fue hábil y escondió la moneda de oro.

─ Que se llama Will Turner ─ respondió antes que Meredith.

─ Llévenlo abajo ─ ordenó Norrington a sus hombres que obedecieron.

─ Meredith, ¿a dónde vas?

La pequeña regreso a ver el mar mientras su hermana veía la moneda, ella solo tarareo la extraña tonada que ni su hermana se sabía, pero ambas pudieron ver un barco completamente negro con una bandera pirata perdiéndose en la neblina.

Piratas del caribe: la maldición del Perla negraWhere stories live. Discover now