Capítulo 35 - El rostro del mal

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El sol ya se iba asomando en el cielo tiñiéndolo de dorado y azul, cuando Lorenzo hacía sus últimas rondas por la casa de los Ferreira. Había sido una noche tranquila al fin, hasta que pasó por la habitación de Lucía y la oyó llorando. No lo dudó dos veces y entró a su cuarto.

Lucía estaba tirada en el suelo sin poder moverse.

Signorina! Cosa sta facendo ahí tirada? —le preguntó corriendo hacia ella y tomándola en sus brazos.

—Ayúdeme, Lorenzo. Por favor —le pidió entre sollozos.

Apoggiate en mí —le dijo Lorenzo mientras la cargaba de vuelta hacia su cama.

Lucía se veía muy mal. Estaba pálida y casi sin fuerzas.

—No pude dormir en toda la noche —le confesó ella—. Alguien entró a mi habitación. ¡Estoy segura!

—¿Quién, signorina?

—No sé. Era una vieja muy rara. Me dio mucho miedo. No pude ver bien quién era pero me dio mucho miedo, Lorenzo.

—Calma. Sono qui per proteggerla. Non succederà niente a te, ai bambini e alla signora Ferreira.

—¿Usted encontró la muñeca? ¿La de los ojos azules? —le preguntó Lucía. Lorenzo negó con la cabeza—. Entonces... él la encontró.

Che cosa significa?

—Que tenemos que hablar con los niños, urgente. No se puede confiar ni en nuestra propia sombra en esta casa —le alertó Lucía.

Ambos oyeron de inmediato unos pasos profundos acercándose por el pasillo y sintieron un profundo temor. Era Manuel.

—Buen día —les dijo con una cara seria—. ¿Qué pasa acá?

—Lucía se cayó, signore. Vine a ayudarla a tornare a la cama —afirmó Lorenzo.

—Gracias, Moretti. Podés retirarte —Lorenzo se fue dejando a Lucía a solas con aquel tipo—. Lucía, ¿cómo se siente?

—Bien, Manuel. Gracias —a Lucía le aterraba la presencia de aquel hombre.

—¿Cómo sigue esa fiebre?

—Y... ahí. Anoche la pasé bien mal. Creo que llegué a alucinar.

—¿Quiere que llame al médico? —le preguntó tocando su frente—. Está caliente.

—Creo que no va a ser de mucha ayuda.

—Usted sabe que si quiere, solo me tiene que decir. Igual trate de descansar, Lucía. ¿Por qué estaba en el suelo? ¿Qué intentaba hacer?

—Como le dije antes, anoche vi cosas, Manuel.

—¿Qué vio?

—No sé, eran unas sombras. Me asusté mucho y... no sé, habré perdido el control de mi cuerpo en ese estado.

—Seguro alucinó por su fiebre alta, Lucía. Es normal dentro de todo. Ahora trate de descansar, ¿sí?


***

Lorenzo aprovechó la distracción de su jefe para ir a ver a los niños. Necesitaba hablar con ellos sobre lo que estaba pasando. Debía hallar la manera de ayudar a Lucía y saber qué había detrás de la repentina aparición de la señora de Ferreira.

Bambini, preciso parlare con ustedes —les dijo arrodillándose frente a ellos—. ¿Ustedes encontraron la bambola che stavi cercando?

Sombras en la noche (#SdV 2)Where stories live. Discover now