Capítulo 31 - Muñeca del mal

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Ya estaba amaneciendo, todos dormían aún menos Lorenzo quien aún se encontraba en su horario laboral, y su jefe, quien estaba en la oficina junto con él con cara de pocos amigos.

—¿No pudiste encontrarlo? —preguntó Manuel.

—No, signore.

—¿Cómo se te pudo haber escapado, hombre? ¿No eras un militar de guerra?

—Era molto veloce en la oscuridad —le explicó Lorenzo.

Veloce? Creí que vos eras más rápido. Por algo te contraté, Moretti.

Mi scusi, signore.

—Está bien, está bien. Al menos no nos hizo nada. Sobre todo a Lucía. Ahora andá, vigilá que no haya nadie. Yo voy a quedarme acá un rato viendo unos documentos que tengo que firmar. Andá.

—Permiso.

Lorenzo salió sintiendo mucha impotencia. Casi mataba a Lucía por culpa de aquel demonio. No pudo sacarse de la mente los ojos de ella mirándolo con un profundo temor. Necesitaba hablar con ella en cuanto antes. Fue a las siete que la vió merodeando por el pasillo de arriba, y aprovechó de que no había nadie para subir e ir a hablarle.

—¡Lucía! Cosa stai facendo levantada?

—Voy a llevar a los niños a la escuela. Permiso —Lucía se mostraba distante con él.

In quello stato non puede llevarlos. Io los llevo.

—¡No! ¿Para qué? ¿Para que intente matarlos?

—¿Qué?

—Intentó matarme, Lorenzo. Casi me mata de un tiro anoche.

—No, no! No era para ti, signorina —aseguró él—. Il diavolo me engañó.

—¿Lo vió?

Lorenzo asintió.

—Me detto che tu ero in peligro, busqué por tutta la casa, hasta que oí sus gritos, e quando llegué ele estaba in la scalera subiendo para matarla. Non supe cosa fare, e disparé.

—Fue una trampa —susurró ella.

—¿Cómo?

—Me dijo lo mismo de usted, por eso salí.

—Quería que la matara —concluyó Lorenzo.

—Y casi lo logra, si no fuera porque tiene buena puntería.

Lorenzo la tomó de los hombros y mirándola a los ojos le pidió disculpas nuevamente. Sin embargo el momento tierno entre ambos fue interrumpido por Manuel.

—¿Qué hacen ustedes ahí?

—Signore, Lucía quiere llevar a los bambini a la scuola —Lorenzo ya tenía preparada una excusa por si su jefe aparecía—. Le dije che in quello stato non può andare.

Manuel rápidamente subió las escaleras y se acercó a ellos.

—¡Lucía! Moretti tiene razón, usted no puede salir. Recuerde que apenas le acaban de dar de alta, y todavía no se siente bien. Regrese a la cama por favor.

—Tengo que cumplir con mi trabajo, señor —argumentó ella.

—No en ese estado. Su trabajo ahora es ir a la cama y dejar que yo la atienda. A los niños los llevo yo en el auto, no se preocupe. Ahora váyase a descansar, por favor.

Lucía aún sin quererlo acató sus órdenes, dejando a Manuel solo con Lorenzo.

—Permiso, signore —Lorenzo se dispuso a irse.

Sombras en la noche (#SdV 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora