Voces

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Agatha sintió como las cuerdas que amarraban sus muñecas impedían la correcta circulación de su sangre. Se sentó como pudo en el piso y miró a su alrededor. Varias mujeres la rodeaban, aquellas chicas estaban en su misma situación, tenían la boca cubierta con una tela. Unas de las chicas trató de decir algo, pero, lo único que se podía oír es un ruido que provenía de su garganta.

La detective con mucha delicadeza trataba de aflojar la soga que rodeaba su muñeca. Se llevó la mano hasta el bolsillo de su pantalón y de su interior sacó un pedazo de vidrio. Aquel vidrio lo había tomado cuando aquellos hombres que la habían raptado, bajaron la guardia. Con cuidado apoyo el vidrio en la soga y comenzó a serruchar. Mientras trataba de cortar la soga, ella levantó la mirada y noto que había una cámara que se movía de izquierda a derecha el cual los vigilaba. Bajo la cabeza y de reojo estudiaba sus movimientos a la vez que seguía serruchando. Contó hasta diez, por fin pudo desatarse. Desató la soga de su pie y luego se quitó la mordaza.

— Chicas, ¿están bien? —las chicas no entendían lo que había ocurrido, sus rostros expresaban terror y confusión, lo único que recordaban era que habían entrado a un edificio para una entrevista laboral, de ahí en más, sus mentes estaban en blanco. Las mujeres asintieron ante la pregunta de la detective.

Solo tienes siete segundo antes de que la cámara vuelva a enfocar hacia tu dirección —hablo una voz en la cabeza de Agatha.

—Ya lo se. No necesito que me lo recuerdes —respondió a aquella voz. Después de dejar de toma su medicamento, Agatha comenzó a escuchar con más frecuencia a aquella voz que siempre trato de reprimir con esas pastillas. Ella trato de todas las formas posibles de encontrar el medicamento que tomaba en las farmacias, pero, en ninguna farmacia vendían esas pastillas y los farmacéuticos nunca antes habían oído hablar de ese medicamento. Tras la negativa de los especialistas, Agatha desistió en seguir buscando las capsulas y se resignó en escuchar aquella voz en su cabeza.

—Cuando lleguen a buscarlas, síganle el juego — les dijo a las chicas después de oír el plan de aquella voz—. ¿No es un poco peligroso?

—¿Desde cuándo te has vuelto tan cobarde?

En la mente de Agatha apareció la imagen de su padre

—Eso no volverá a ocurrir.

—¿Tu que sabes? —susurró

—Yo me encargare que eso no vuelva a ocurrir.

Las chicas no sabían en dónde estaban ni porqué estaban en ese lugar. Solo sabían que querían volver a ver a sus familiares y no tenían más remedio que confiar en la mujer que les estaba dando instrucciones. Ellas asintieron al oír que debían seguir el juego.

Unos pasos se detuvieron al otro lado de la puerta. Las jóvenes comenzaron a temblar mientras veían la puerta abrirse.

—Llévense a esas dos —señalo un hombre a dos de las chicas que estaban aun lado de la puerta.

Los dos hombres que habían entrado con el hombre corpulento, tomaron a las chicas. Las jóvenes comenzaron a forcejear y a patalear, no querían ir con ellos.

—YA LLEVESELA!! —grito.

Los hombres obedecieron y salieron de la misma manera en la que entraron.

Una chica que se encontraba en una esquina, colocó su cabeza entre sus piernas y comenzó a moverse de adelante hacia atrás, su respiración se entrecortaba. Estaba muy nerviosa. Agatha volvió a mirar hacia la cámara y tras notar que no la estaban enfocando, se acercó a ella y la abrazo.

—Todo va a estar bien —le dijo mientras le acariciaba la cabeza.

—Se llevaron a mi hermana —le contó tratando de no llorar.

Agatha volvió a consolarla.

—Chicas, inhalen y exhalen —les dijo mientras trataba de tranquilizar a todas ellas—. Confíen en mí.

Volvieron a obedecer.

—Señorita, no sé quién es usted, pero, ¿Sabe dónde está mi amiga? Pregunto una chica que estaba aún lado de ella.

—¿Tú eres Mariana?

—Si, ¿cómo sabes mi nombre?

—¿Tu amiga se llama Ana?

— Si. Ella estaba conmigo, pero no la veo —miró por todos lados.

—No te preocupes, ella está bien. Esta sana y salva.

—¿De verdad?

Agatha asintió.

—Si ella no hubiera escapado, no hubiera podido contactarse con nosotros —musitó.

—¿Con ustedes?

—Soy de la policía

Las chicas se emocionaron al oír la palabra de Agatha

—Eso quiere decir que estamos salvadas —dijeron varias voces.

—Escuchen, deben guardar la calma y seguir con el plan que les mencione. Aquellas personas no deben sospechar nada, ¿entendido?

Las jóvenes asintieron.

Una vez que vio a la cámara moverse, Agatha volvió a su lugar lo más rápido posible.

Las chicas se miraban y se sonreían con complicidad. 

Rosas con espinas [en emisión]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora