Los tacones repiquetearon contra el suelo de cemento mientras el delicado omega llegaba a la puerta trasera, abriéndola de par en par para subirse.

Su lobo interno se removió inquieto en su pecho, mientras se acomodaba sobre uno de los mullidos asientos forrados en cuero. Cerró de un portazo y se enfocó en tratar de ignorar la espesa esencia proveniente de la figura frente a él. Le ponía de malas, así que ni siquiera lo miró, tal era el temor de encontrarse con su humor de perros.

La limosina arrancó y se desvió del arcén, incorporándose a la calle. El rumbo estaba fijado.

–No hace falta que hagas tus escenitas cada vez que vengo a recogerte –la voz profunda retumbó en el interior de la cabina. Era tan grave y varonil que lograba que las entrañas del omega se lubricaran al instante.

–Y tú no tienes por qué interrumpir mi turno de trabajo.

–Intento cuidarte y no me lo permites, Park. ¿Qué otra opción me dejas? –razonó el alfa. Sus palabras fueron aterciopeladas y amables. Su tono buscó relajar al omega.

El pelirrosa alzó sus ojos grises y se encontró con unos oscuros llenos de lástima, resaltados por una melena rubia crecida hasta la nuca.

El sujeto iba vestido de forma elegante, usando uno de sus trajes oscuros de negocios. El saco lo tenía desprendido y dejaba a la vista una camisa blanca demasiado apretada contra sus pectorales de acero. Incluso sus abdominales se notaban contra la tela. El pantalón apenas contenía unas piernas abiertas, fuertes y musculosas y qué decir del notable bulto en la entrepierna. Su tamaño de seguro superaba con creces al miembro más grande que el omega había tenido entre sus piernas alguna vez.

Para Jimin, Jeon Jungkook constituía todo lo que podía estar mal en su vida.

El hombre en el asiento de enfrente era uno de los pocos alfas dominantes que lideraban la pirámide social. Su físico imponente y formado provenía de sus notables genes, de los cuales no hacía ningún tipo de alarde. Era sumamente discreto y cortés, además de ser un conocido treintañero millonario que lo acosaba desde hacía un largo año. Parecía obsesionado con él, cosa que al omega le irritaba muchísimo. Más aún si se tenía en cuenta que sus intenciones de cuidarlo y protegerlo conllevaban intentar mitigar la carga de gastos e impuestos de los que debía hacerse cargo al vivir en una casa pequeña a las afueras de la ciudad.

Cada mes, un cheque con una cifra cargada de ceros era depositado de parte del señor Jeon en su buzón de cartas. El mismo no llegaba a ser cobrado porque el pelirrosa lo hacía trizas hasta que no quedaba manera de reconocer su contenido.

Uno de los mayores defectos del más pequeño era ser un terco empedernido que no aceptaba ayuda de nadie. Con sus padres ya fallecidos, le correspondía tomar responsabilidad de sus propios actos y de su destino.

Su único soporte, su hermano Yoongi, pereció de un infarto al corazón una mañana mientras se preparaba para ir a trabajar a la empresa de comunicaciones de Jungkook, de quién era asesor y mejor amigo. El suceso tomó por sorpresa al omega, que por entonces tenía unos escasos veintiún años.

La historia entre ambos comenzó con la promesa de Jeon realizada a Yoongi, la que hablaba de encargarse de Jimin económicamente si algo llegaba a sucederle.

Así fue que alfa dominante y omega se encontraron por primera vez en el funeral de Yoongi. Desde entonces, sus lobos conectaron de inmediato. Eran destinados.

El instinto de Jungkook le llevó a presentarse a la casa de Jimin un prudencial tiempo más adelante. Quiso explicarle quién era y por qué le estaba ofreciendo un resarcimiento económico. La respuesta del pelirrosa fue cerrarle la puerta en la cara. Lo hizo en incontables ocasiones, negándose a cada una de las solicitudes.

Esclavo del Placer ║ Kookmin (Omegaverse)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt